Turistas detenidos: la nueva realidad migratoria en EE. UU. 4y5z22

Viajar. Durante años para muchos de nosotros eso significó libertad, significó recorrer sin miedo las carreteras de un país extranjero, perderse en sus paisajes y encontrarse, a veces en las conversaciones improvisadas con desconocidos. Y si había un lugar que encarnaba esa idea de amplitud, de posibilidades infinitas, ese era Estados Unidos. ¿Quién no ha soñado con una road trip por California, una noche de jazz en New Orleans o una hamburguesa grasienta en una gasolinera de Arizona? Durante décadas Estados Unidos fue el plató perfecto para nuestras películas personales.

Pero a día de hoy algo está cambiando. Las fronteras que antes parecían abiertas para los turistas con pasaporte europeo ahora se sienten como puertas giratorias que pueden cerrarse de golpe. Y detrás de estas puertas ya no hay carreteras ni atardeceres anaranjados. Hay esposas, celdas y hay interrogatorios que parecen sacados de un thriller paranoico.

Hoy en Viajo en Moto nos ponemos serios. Nos ponemos serios porque vamos a hablar de algo que no sale en las guías de viajes. La detención de turistas europeos por parte de la ICE, el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de Estados Unidos. Te traigo cuatro casos reales. El de Rebecca Burke, el de Jessica Broche, el de Lucas Sielaf y el de Fabián Ismid. Cuatro historias muy distintas, unidas por un mismo patrón.

Gente que no cometió delitos graves, gente que no iba a trabajar de forma clandestina ni a quedarse allí para siempre. Gente como tú o como yo, con una mochila, una ruta y unas ganas locas de explorar. Sin embargo, acabaron encerrados. Rebecca Burke, Rebecca Burke británica de 28 años, artista gráfica. Un perfil que podrías encontrar en cualquier cafetería de diseño alternativo en Londres o en Berlín. Pelo corto, mochila gastada, libreta llena de dibujos. Una de esas personas que no viaja para hacerse selfies, sino para mirar.

Durante seis semanas recorrió Estados Unidos con su mochila, con su cámara, su cuaderno y poco más. Se alojaba a través de Workaway, una plataforma donde uno intercambia alojamiento por unas horas de ayuda. Pues limpiar la cocina, pasear al perro, regar las plantas mientras el dueño trabaja. Nada que se pueda llamar trabajo en senso estricto o al menos en un sentido clásico. Más bien es hospitalidad colaborativa. Ya había hecho algo parecido en San Francisco años atrás y no había tenido ningún problema.

Pero esta vez, cuando intentó salir de Estados Unidos por la frontera de Canadá, todo cambió. La rechazaron al intentar entrar en Canadá por problemas como el visado y al volver al lado estadounidense se encontró con el infierno. Fue detenida por el ICE, esposada en la frontera como si fuese una criminal peligrosa. Pasó 19 días encerrada en un centro de detención migratoria. Le confiscaron su teléfono, todas sus cosas, le confiscaron su libertad.

El motivo? Supuestamente había estado trabajando ilegalmente. Ella que ni siquiera había cobrado un dólar. Pero según los agentes de inmigración, ayudar en una casa a cambio de alojamiento viola las condiciones del visado turístico. Punto.