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LA TREMENDA CORTE
La Tremenda Corte "Plumifuenticidio"

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22/3/2025 · 16:15
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LA TREMENDA CORTE

Descripción de La Tremenda Corte "Plumifuenticidio" 2n63q

"La Tremenda Corte" es uno de los programas cómicos radiofónicos cubanos más escuchados alrededor del mundo. Nadie puede evitar conocerlo y escucharlo. Sonríe escuchando las ocurrencias de José Candelario "Tres Patines". 351n2k

Lee el podcast de La Tremenda Corte "Plumifuenticidio"

Este contenido se genera a partir de la locución del audio por lo que puede contener errores.

¡Presidencia pública! ¡El tremendo juez de la tremenda corte va a resolver un tremendo caso! Buenas noches, secretario.

Buenas noches, señor juez. ¿Cómo sigue de salud? Muy bien.

¿Todavía no le ha dado la rubiola? No, señor. ¿Qué motivo hay para que a mí me tenga que dar la rubiola? No, que hay muchas por ahí, señor juez.

¿Y eso qué tiene que ver? ¿Usted se ha mandado a hacer algún vestido o chemist? No.

Pues también hay muchos chemists por ahí.

Un momento, señor juez. ¿Usted no puede comparar una cosa con la otra? Yo comparo lo que me da la gana porque para eso soy el juez.

Eso es un exabrupto, compadre.

El exabrupto lo será usted.

Y 20 pesos de multa por discutir con su jefe.

Pero oígame, señor juez...

¿20 pesos más quiere seguir discutiendo? No. No, no. Apruebo de todo corazón los conceptos vertidos por usted.

¿Los qué? Los conceptos vertidos por usted.

¿Eso de los conceptos vertidos es tirarme a mí a vertederos? No, señor juez. De ningún modo.

Eso quiere decir que apruebo todo lo que usted ha dicho.

Ah, bueno. Procede entonces a decirme qué caso tenemos hoy.

Sí, señor. Con mucho gusto.

Lo que tenemos hoy es un hurto.

¿Quién fue la víctima de ese hurto? Una señora.

¿Y qué fue lo que le hurtaron? Una pluma fuente.

Pues llame a los complicados en ese plumifuenticidio.

Enseguida, señor juez.

¡Luz María Nananina! ¡Así como todos los días! ¡Rudecín! Vamos a ver qué les pasa a ustedes hoy.

¡Nada! Que Tres Patinas me robó una pluma fuente, señor juez.

¿No es verdad, Tres Patinas? No, hombre. Por Dios.

Lo único que yo he hecho fue ser galante con Nananina.

Y seguir las destrucciones que me dio Rudecín.

¿Qué cosa, hombre? Yo le dije a usted que le robara la pluma fuente a Nananina.

Sí, Rudecín.

No, adiós. No te me vuelvas atrás ahora que tú me lo dijiste, chico.

Dito sea dios, no le haga caso, doctor.

Que eso es una calumnia infame.

No, Rudecín.

Infame sí, pero calumnia no, chico.

¿Y cómo puede ser infame si no es calumnia, Tres Patinas? Bueno, chicos, porque esa cosa hay que verla desde el punto de vista de la vista de uno, ¿no? Así que, bueno, a ti lo único que te interesa es que yo no me robe la pluma, ¿no es eso? Eso lo vamos a aclarar ahora.

No, eso está aclarado ya por mí.

No, señor, eso no está aclarado nada.

Por usted, pero por usted como si no estuviera aclarado.

Porque el que tiene que aclararlo soy yo.

A ver, Nananina, ¿qué le ha pasado a usted? Nada, que ayer por la tarde, señor juez, yo me fui a apelar a la peluquería de Rudecín.

¿Ayer en Rudecín usted no tenía una fábrica de conservas? Sí, pero no me daba resultado, ¿no? Y entonces le cambié por una peluquería de señora.

¿Y eso es más negocio? Hombre, por diocho.

¿Cómo no va a ser más negocio si las mujeres se pasan la vida en la peluquería esa? Pelándose de una manera y pelándose de la otra.

¿Y eso a usted qué le importa? Porque las mujeres tenemos derecho a pelarnos todas las veces que nos dé la real gana.

¿Es así la cosa, señor juez? Desde luego que sí, Nananina.

A mí me tiene completamente sin cuidado que las mujeres se pelen o no se pelen.

Porque lo mismo si se deciden pelarse al rate que dejarse crecer el pelo hasta la rodilla.

Ese es un problema de moda femenina en el cual no tenemos que meternos los hombres para nada.

Muy bien dicho, señor juez. Así se habla.

En segundo lugar, tampoco me importa la clase de pelado que se hagan.

Porque ese es un asunto exclusivo de las mujeres, que para eso son mujeres.

Lo felicito, señor juez. Y me siento tan emocionada al oírlo hablar así.

Ay, que el corazón me late como si quisiera salirseme del cuerpo.

Oiga, ¿el corazón se le quiere salir del cuerpo? Sí, señor.

Oiga, pues va a tener que correr rápido porque usted está muy gorda para caerle atrás al corazón.

¿Qué cosa? ¿Qué cosa? ¿Usted y yo lo que me está diciendo tres patines rudecindo? Sí, señora, cómo no.

Ah, sí, señora. Y usted va a consentir que un dependiente suyo ofenda así a una clienta, ¿verdad? Bueno, a ver, eso no tiene importancia, nana Nina.

Tres patines solo ha querido decir que tiene usted unas libritas de más.

Pero la cosa no es grave, porque esas libras se las quitan enseguida con un plan, ¿no? Ah, con un plan para adelgazar.

No, con un plan de obras públicas, no.

Primero las rebajan un poquito con un bulldozer.

Luego le pasan un cilindro por arriba y asunto concluido.

Siga, doctor, que me interesa su opinión.

Con muchísimo gusto.

En tercer lugar, no me interesa tampoco cada cuánto tiempo se pelan las mujeres.

Y por mí se pueden pelar hasta tres veces al día, si lo estiman conveniente, para dar mayor realce a su belleza y agregar uno más a sus encantos femeninos.

Muy bien dicho, señor juez.

¡Ay, le está usted dando la pelota en la mismísima costura! Eso quiere decir, señora, que me sigue usted felicitando, ¿verdad? Hasta fuerate.

Pues creo que se está usted apurando mucho.

Porque me da el corazón que no va a demorar.

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