
El sabueso de Baskerville y la lógica de Holmes - Al trasluz con José de Segovia 352y4r
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Hace ya más de 170 años que nació el personaje del detective más conocido de la historia, Sherlock Holmes, en una historia del médico Arthur Conan Doyle, publicada en 1887 e ilustrada por su propio padre, que había sido trasladado de un centro de recuperación de alcohólicos a una residencia psiquiátrica. Es en este libro, "Estudio en Escarlata", que Holmes dice que "el cerebro de un hombre al principio es como un pequeño desván vacío que cada cual va amueblando como elige". La habilidad consiste en "no guardar más que los útiles que puedan ayudarle a hacer su trabajo". Nacido en una familia católica de origen irlandés, Doyle (1859-1930) se cría en Edimburgo. Su padre trabajaba de funcionario en la oficina escocesa de obras públicas, a la vez que hacía ilustraciones de libros -entre ellos el famoso "Progreso del Peregrino" del predicador bautista John Bunyan o "La vida y sorprendentes aventuras de Robinson Crusoe" del presbiteriano Daniel Defoe-, para mantener a sus nueve hijos. Cuando aumentan los problemas del padre con el alcohol, Doyle es mandado interno a un colegio. El último año lo hace en una escuela jesuita de Austria, donde renuncia a su fe católica. Doyle estudió medicina en Edimburgo con el famoso doctor Bell, autor de un manual de operaciones quirúrgicas, pero también inspirador de Holmes. Dice que "sabía más del paciente con unas cuantas miradas rápidas, que con cualquier pregunta". Tras servir como médico en un ballenero, navega a África, donde conoce la brutalidad del tráfico de esclavos en el Congo, que luego denunciaría. Al regresar a Inglaterra, tiene su primer o con la teosofía, poco antes de casarse con una viuda que era paciente suya. Tras el nacimiento de su primera hija, Doyle se traslada con su familia a Londres para trabajar de oculista, pero enseguida se dedica profesionalmente a la literatura. En este programa de radio, "Al Trasluz", escuchamos fragmentos de su libro más conocido, "El sabueso de los Baskerville" (1902), leído por Eugenio Barona y algunas escenas de la película de la Hammer por Terence Fisher en 1959, que convierte a Peter Cushing en la figura canónica del detective en el cine. Los comentarios de José de Segovia son sobre el fondo la banda sonora original de la versión televisiva por Michael J. Lewis en 1983. La composición de la cantautora británica nacida en Alemania de madre malaya y padre de Fiyi, Tanita Tikaram (Twist In My Sobriety 1988) aparece en la reciente adaptación que hizo para la BBC, Benedict Cumberbatch. Y el tema de la pelirroja canadiense de ascendencia escocesa e irlandesa, Loreena McKennitt (The Mummer Dance 1997) está en la película "Fotografiando hadas" (1987), que escuchamos una escena en la que aparece Doyle. El diseño sonoro y la dirección técnica es de Daniel Panduro. 5mx21
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Este año es el 170 aniversario de Sherlock Holmes, el más conocido investigador y detective de la historia. Él apareció por primera vez en una historia publicada en 1887 que se llama Estudio en Escarlata. Es precisamente en este libro que dice que para poder realmente saber y conocer, tenemos que ignorar lo superfluo. La frase de Holmes en esta historia dice que el cerebro de un hombre al principio es como un pequeño desván vacío, que cada cual va movlando como elige, y la habilidad consiste en no guardar más que los útiles que puedan ayudarte a hacer tu trabajo. Esta es la inexorable lógica de Sherlock Holmes.
Hoy vamos a hablar del sabueso de los Baskerville, tal vez la más famosa de las historias del detective. Es publicada algo después de que él aparentemente haya sido muerto en las cascadas de Reichenbach, y que el público lector empieza a extrañarle y a reclamar que vuelvan las historias de Sherlock Holmes.
Es una de las cuatro que podíamos llamar novelas cortas, el resto son relatos bastante más breves, y sin lugar a dudas la más singular, porque combina un elemento sobrenatural que no aparece en las otras historias con una trama particularmente compleja. Así comienza la historia narrada por Eugenio Barona.
El señor Sherlock Holmes, que de ordinario se levantaba muy tarde, excepto en las ocasiones nada infrecuentes en que no se acostaba en toda la noche, estaba desayunando. Terminamos pronto de desayunar y Holmes en bata esperó a que llegara el momento de la entrevista prometida. Nuestros clientes acudieron puntualmente a la cita.
El reloj acababa de dar las diez cuando entró el doctor Mortimer, seguido del joven baronet, un hombre de unos treinta años, pequeño, despierto, de ojos negros, constitución robusta, espesas cejas negras y un rostro de rasgos enérgicos que reflejaban un carácter batallador. Vestía un traje de tweed de color rojizo y tenía la tez curtida de quien ha pasado mucho tiempo al aire libre, si bien había algo en la firmeza de su mirada y en la tranquila seguridad de sus modales que ponían de manifiesto su noble cuna.
La historia comienza con Holmes metiéndose con Watson, a quien siempre pone en ridículo y de alguna manera pone en evidencia su falta de capacidad deductiva. Le habla de la identidad de un visitante que por error ha dejado su bastón en el 221B de Baker Street, la dirección ficticia en la cual vive el detective.
Es el doctor James Mortimer, que aparece rápidamente en la escena, un residente en la región de Dartmoor, una zona de páramos en la zona de Devon en Inglaterra, que trae dos documentos para que él los lea e investigue un misterioso caso, el del sabueso de los Baskerville. Esta es la leyenda del perro de Baskerville.
Dícese que en un tiempo, el perro de Baskerville fue señor del solar de sus antepasados. Era un hombre salvaje, blasfemo, impío, un verdadero malvado a quien dominaba su inclinación hacia lo perverso y cruel. Su nombre fue símbolo de horror en todo el condado, y así la maldición de ese erugo cayó sobre toda su casta en forma de un perro infernal para llevar por siempre la desgracia a la familia Baskerville. Debéis tener cuidado de evitar el páramo en las horas infernales que le invaden los poderes del mal, o podríais encontraros con el perro de infierno, el perro de Baskerville. Y así termina la leyenda.
Ese es el principio de la película de la Hammer, del genial Terence Fisher, que hizo en 1959, tal vez el detective más canónico que hace de Holmes, que es Christopher Lee, el gran actor de tantas películas de terror de los años 60. El documento viene de 1742 y es la leyenda acerca de este sabueso de Baskerville, una especie de bestia espectral que ha tomado la vida de un personaje maravilloso.
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