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RESET, Un curso de milagros práctico
Reset, Un curso de Milagros práctico, lección 135

Reset, Un curso de Milagros práctico, lección 135 501k23

24/4/2025 · 14:32
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RESET, Un curso de milagros práctico

Descripción de Reset, Un curso de Milagros práctico, lección 135 5b304h

Lectura de los ejercicios propuestos en el libro Un Curso de Milagros. Es un complemento a la formación RESET, Un Curso De Milagros práctico, y cada dia te propongo una lección. Espero que te sirva. 5s3573

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Lección 135 de un curso de milagros. Si me defiendo, he sido atacado. ¿Quién se defendería a sí mismo a menos que creyera que ha sido atacado, que el ataque es real y que defendiéndose es como puede salvarse? En esto radica la insensatez de las defensas, las cuales otorgan absoluta realidad a las ilusiones y luego intentan lidiar con ellas como si fueran reales.

Esto no hace sino añadir más ilusiones a las ilusiones, haciendo así que la correlación sea doblemente difícil. Y esto es lo que haces cuando tratas de planificar el futuro, reactivar el pasado u organizar el presente de acuerdo con tus deseos. Actúas basándote en la creencia de que tienes que protegerte de lo que está ocurriendo porque encierra una amenaza para ti.

Sentirte amenazado es itir que existe en ti una debilidad inherente. Es asimismo la creencia de que hay un peligro que tiene el poder de incitarte a buscar una defensa apropiada. El mundo está basado en esta creencia de mente y todas sus estructuras, pensamientos y dudas, sus castigos y su pesado armamento, sus definiciones legales y sus códigos, su ética, sus líderes y sus dioses no hacen sino perpetuar esta sensación de amenaza, pues nadie andaría por el mundo cargando con una pesada armadura si no fuera porque el terror le encoge el corazón. Las defensas son atemorizantes, surgen del miedo, el cual se intensifica con cada defensa adicional. Crees que te ofrecen seguridad, sin embargo lo que hacen es proclamar que el miedo es real y que el terror está justificado.

¿No te parece extraño que al elaborar tus planes, reforzar tu armadura y afianzar tus cerrojos aún más, nunca te detienes a pensar qué es lo que estás defendiendo, cómo lo estás defendiendo y contra qué? Examinemos en primer lugar qué es lo que defiendes, debe ser algo muy débil y vulnerable, debe ser algo que expresa fácil, incapaz de protegerse a sí mismo y que por lo tanto necesita que lo defiendas.

¿Qué otra cosa sino el cuerpo adolece de tal fragilidad que para proteger su insignificante vida es necesario prestarle un constante cuidado y estar atento y sumamente preocupado por su bienestar? ¿Qué otra cosa sino el cuerpo flaquea y es incapaz de ser el digno anfitrión del Hijo de Dios? Sin embargo, no es el cuerpo el que puede temer o ser algo temible, las únicas necesidades que tiene son las que tú mismo le impones, no necesita complicadas estructuras que lo defiendan, ni medicamentos para conservar la salud, ni cuidados, ni que te preocupes por él en absoluto.

Si defiendes su vida, le haces regalos para embellecerlo o construyes muros para su protección, estarás declarando que tu hogar está a merced del ladrón del tiempo, que es corruptible, que se está deteriorando y que es tan vulnerable que tienes que protegerlo con tu propia vida. ¿No es este cuadro aterrador? ¿Cómo puedes estar en paz con semejante concepto de tu hogar? Sin embargo, ¿qué otra cosa sino tus propias creencias dotó al cuerpo con el derecho de servirte de esta manera? ¿Fue tu mente la que le asignó al cuerpo todas las funciones que percibes en él y la que fijó su valor muy por encima del pequeño montón de polvo y agua que realmente es? ¿Quién defendería semejante cosa si reconociera que eso es lo que es? El cuerpo no necesita ninguna defensa.

No podemos hacer suficiente hincapié en esto. Tu cuerpo se mantendrá fuerte y saludable si la mente no abusa de él asignándole funciones que no puede cumplir, propósitos que están fuera de su alcance y elevadas metas que no puede alcanzar. Tales intentos ridículos, aunque celosamente atesorados, son la fuente de los múltiples y dementes ataques a que los sometes, pues el cuerpo parece frustrar tus esperanzas, valores y sueños, así como no satisfacer tus necesidades.

El ser que necesita protección no es real. El cuerpo, que de por sí no tiene valor ni es merecedor de la más mínima defensa, sólo requiere que se le perciba como algo completamente ajeno a ti para convertirse en un instrumento saludable y útil por medio del cual la mente puede obrar hasta que deje de tener utilidad. Pues ¿quién querría conservarlo una vez que ha dejado de ser útil? ¿Defiende el cuerpo?

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