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RESET, Un curso de milagros práctico
Reset, Un curso de Milagros práctico, lección 125

Reset, Un curso de Milagros práctico, lección 125 5ph69

7/4/2025 · 04:27
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RESET, Un curso de milagros práctico

Descripción de Reset, Un curso de Milagros práctico, lección 125 4p1fr

Lectura de los ejercicios propuestos en el libro Un Curso de Milagros. Es un complemento a la formación RESET, Un Curso De Milagros práctico, y cada dia te propongo una lección. Espero que te sirva. 5s3573

Lee el podcast de Reset, Un curso de Milagros práctico, lección 125

Este contenido se genera a partir de la locución del audio por lo que puede contener errores.

Lección 125. En la quietud recibo hoy la palabra de Dios. Deja que hoy sea un día de quietud y desosegada escucha. La voluntad de tu padre es que hoy oigas su palabra. Por eso te llama desde lo más recóndito de tu mente donde él mora. Óyele hoy. No podrá haber paz hasta que su palabra sea oída en todos los rincones del mundo y tu mente, escuchando en quietud. Y tu mente, escuchando en quietud, acepte el mensaje que el mundo tiene que oír para que puedan dar comienzo los serenos tiempos de paz. Este mundo cambiará gracias a ti. Ningún otro medio puede salvarlo pues el plan de Dios es simplemente éste. El hijo de Dios es libre de salvarse a sí mismo y se le ha dado la palabra de Dios para que sea su guía y esté por siempre a su lado y en su mente, a fin de conducirlo con certeza a la casa de su padre por su propia voluntad, la cual es eternamente tan libre como la de Dios. No se le conduce a la fuerza sino con amor.

No es juzgado sino santificado. En la quietud oiremos hoy la voz de Dios sin la intromisión de nuestros insignificantes pensamientos ni la de nuestros deseos personales y sin juzgar en modo alguno su santa palabra. Tampoco nos juzgaremos a nosotros mismos hoy pues lo que somos no puede ser juzgado. Nos hallamos mucho más allá de todos los juicios que el mundo ha formado contra el hijo de Dios. El mundo no lo conoce. Hoy no prestaremos oídos al mundo sino que en silencio aguardaremos la palabra de Dios. Santo hijo de Dios, oye a tu padre. Su voz quiere darte su santa palabra para que disemines por todo el mundo las buenas nuevas de la salvación y de la santa hora de la paz. Nos congregamos hoy en el trono de Dios, el sereno lugar de tu mente donde él mora para siempre en la santidad que creó y que nunca ha de abandonar. Él no ha esperado a que tú le devuelvas tu mente para darte su palabra.

No se ocultó de ti cuando te alejaste por un corto tiempo. No le da ningún valor a las ilusiones que albergas acerca de ti mismo. Él conoce a su hijo y dispone que siga siendo parte de él a pesar de sus sueños y a pesar de la locura que le hace pensar que su voluntad no es su voluntad. Él te habla hoy. Su voz espera tu silencio pues su palabra no puede ser oída hasta que tu mente se haya aquietado por un rato y tus vanos deseos hayan sido acallados. Aguarda su palabra en silencio. Hay una paz en ti a la que puedes recurrir hoy a fin de que te ayude a preparar a tu santísima mente para oír la voz que habla por su creador. En tres ocasiones hoy y en aquellos momentos que sean más conducentes a estar en silencio deja de escuchar al mundo durante diez minutos y elige en su lugar escuchar plácidamente la palabra de Dios. Él te habla desde un lugar que se encuentra más cerca de ti que tu propio corazón.

Su voz está más cerca de ti que tu propia mano. Su amor es todo lo que eres y todo lo que él es. Su amor es lo mismo que tú eres y tú eres lo mismo que él es. Es tu voz la que escuchas cuando él te habla. Es tu palabra la que él pronuncia. Es la palabra de la libertad y de la paz de la unión de voluntades y propósitos sin separación o división en la única mente del padre y del hijo. Escucha hoy a tu ser en silencio y deja que te diga que Dios nunca abandonó a su hijo y que tú nunca abandonaste tu ser. Sólo necesitas permanecer muy quedo. No necesitas ninguna otra regla que esta para dejar que la práctica de hoy te eleve muy por encima del pensamiento del mundo y libere tu visión de lo que ven los ojos del cuerpo. Sólo necesitas estar quieto y escuchar.

Oirás la palabra en la que la voluntad de Dios el hijo se une a la voluntad de su padre en total armonía con ella y sin ninguna ilusión que se interponga entre lo que es absolutamente indivisible y verdadero. A medida que transcurra cada hora de hoy detente por un momento y recuérdate a ti mismo que tienes un propósito especial en este día. Recibir en la quietud la palabra de Dios.

Amén.

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