¿Por qué nos atrae el espiritismo?, por Juanma de Soto PARTE 2 4r2562

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Por ello, uno de los retos futuros que nos tenemos que plantear cuando hablamos estos temas, es detectar de forma temprana a las personas que van a necesitar uno u otro tratamiento, y tener en cuenta de que abordar la problemática del duelo depende de forma diferenciada del ciclo evolutivo en el que nos encontremos. No es lo mismo que te suceda esto cuando eres un niño, cuando eres un adolescente, cuando eres un adulto, o cuando eres un adulto mayor.

Obviamente las experiencias de vida te hacen superar o no superar estos momentos vitales de una forma o de otra. Todo esto que acabamos de comentar, bueno, es lo que nos dice más o menos la psicología al respecto. El cómo el ser humano puede o no puede adaptarse a algo que en principio, si lo pensamos detenidamente, deberíamos estar acostumbrados, porque puede sonar un poco negativista, pero desde que nacemos, si algo tenemos claro, es que antes o después vamos a fallecer.

Por lo tanto, este es otro de los motivos por los cuales nos atrae el espiritismo, puesto es capaz de darnos respuesta a muchos de esos interrogantes que nos surgirán en momentos vitales de nuestra existencia.

De hecho, podemos encontrar aquí a muchas personas que pueden dar testigo fidedigno de lo que acabamos de comentar.

Que les ayudó en su momento, que les ayuda en el presente y que seguro les ayudará en el futuro.

Ya veremos un poquito más adelante, que cuando hablamos de estos temas, tenemos que tener ciertas pautas clave y claras.

Pero desde el espiritismo siempre mandamos fuerza, mandamos energía y oramos para que aquellas personas que estéis sufriendo este tipo de situaciones, pues que no superéis, porque estas cosas no se superan, pero sí es cierto que aprendamos a vivir con ello.

Y desarrollemos ahora la que es, desde mi punto de vista, la tercera causa por la cual uno se puede acercar a la espiritualidad o en concreto al espiritismo que estamos hablando.

En estos últimos años se han publicado un sinfín de estudios cuyas conclusiones son irrefutables.

A nivel general la religión retrocede mientras crece la espiritualidad.

Este es un fenómeno para el cual las ciencias sociales no habían previsto en ninguno de los estudios, pero así nos lo dicen las estadísticas.

Fijaos, el 48,1% de la población de mayor de edad se identifica espiritual, sin vincularse a una u otra religión, designadas pues bueno, ya sabéis, las estructuras institucionalizadas clásicas que todos conocemos.

Esto es algo inesperado. Es más, décadas atrás era algo inconcebible, puesto que la espiritualidad y las tradiciones religiosas podemos decir que eran las dos caras de la misma moneda. A día de hoy uno puede ser religioso, uno puede ser espiritual, puede ser las dos cosas o no puede ser ninguna.

No pasa absolutamente nada. Ni uno es mejor ni peor que otro, eso desde ya quede claro.

En medio de este escenario yo creo que es complicado el entrever a qué nos referimos cuando hablamos de espiritualidad.

Esto es una pregunta que la filosofía moderna se pregunta asiduamente. Hay quienes conciden la espiritualidad como la vertiente buena y entre comillo la palabra buena de la religión.

Es decir, lo que nos queda después del naufragio de la religión despojada de las instituciones, de los nogmas y de las jerarquías.

Es decir, si la religión, si la contaminación institucional y de los hombres y mujeres a lo largo de todos los siglos. Porque a mí es algo que me llama mucho la atención.