Como hice con mi anterior obra, aquí les presento a todos ustedes mis amigos y lectores esta segunda obra que empieza hoy a caminar por los senderos de las editoriales, buscando su pareja ideal. Los que me suelen leer, saben que en las semanas precedentes he publicado los 21 relatos que la componen uno a uno. Unos han gustado más y han tenido comentarios mejores y otros menos. La vida es así. Creo que un escritor humilde ha de ser congruente con los comentarios de sus lectores. Para los que prefieran leer todos los relatos juntos aquí, les confesaré que hay unas pequeñísimas variaciones, apenas una docena y media de párrafos nuevos, de contenido sexual obviamente la mayoría, fruto de los consejos de algunos de mis lectores, que me aconsejan pequeños detalles que siempre tengo en cuenta. Antes de proceder a compartir esta segunda obra erótica con ustedes en esta página tan especial de “todorelatos”, no puedo dejar de agradecer a todos su apoyo. Un abrazo fraternal, emocionado y agradecido. Si alguien la quiere en PDF, para conservarla y/o leerla más cómodamente, pueden solicitármela por correo electrónico como siempre. Sin más preámbulos, aquí les dejo la obra, empezando por su correspondiente prologo y agradecimientos, que espero no les canse mucho. PROLOGO: No se confundan, amigos lectores, ni todos los relatos son muy calientes, algunos lo son menos, eso creo, ni terminarán ustedes durmiendo mejor al leerlos, salvo que sus manos, dedos o sus parejas, dispongan otra cosa para resolver su eventual desvelo. Después de esta pequeña broma que me he permitido hacerles, he de decirles que, a lo único que aspira el autor es, humildemente, a que ustedes, mis queridos lectores, disfruten de una lectura agradable, de tal manera que sus mentes, al leer los relatos siguientes, dejen los habituales problemas personales, sociales, laborales y de todo tipo, que todos y cada uno de nosotros, llevamos en nuestras mentes a modo de mochila, con un sobrepeso excesivo que, sin duda, podría acabar empeorando nuestra salud más tarde o más temprano. Quitarse el estrés es la clave de la salud, y este libro de relatos eróticos con un cierto nivel de morbo, según cree el autor, quiere contribuir a ello en la medida de lo posible. El conjunto de todos los relatos no tiene el mismo nivel de erotismo, como ya les anticipaba, más bien, algunos son más light que otros, algunos más subiditos de tono o incluso alguno algo pornográfico, aunque siempre intentando tener buen gusto, sin caer en la mediocridad. Quienes ya han leído algo de lo poco que he escrito, saben que apenas estoy empezando, que estoy aprendiendo, aspirando, exclusivamente, a ayudar a liberar tensiones, solos o en compañía, o en el mejor de los casos, a unir a parejas o incluso tríos de personas en su relación sentimental o amorosa. Incluso relaciones de poliamor, como en uno de los relatos. Cada cual es libre de optar por lo que más le guste, siempre que no haga daño a nadie de manera intencionada. Esta serie de relatos la comencé hace ahora veinte años, con dos relatos que he tenido que adaptar a mi pensamiento actual. El exceso de trabajo por entonces se interponía entre los relatos y mi creatividad, y al no darme cuenta de ello lo pagué, obviamente, con una enfermedad crónica. Hace ocho años, en plena crisis económica, el trabajo cedió, el amor llamó a mi puerta, empecé a cuidarme y escribí el tercer relato inspirado en un hecho real. Aquíqueda presentado el primero. Desde entonces, los relatos se fueron sucediendo poco a poco gracias a la tranquilidad, la reflexión, la creciente creatividad y a la colaboración de amigos y simpatizantes que me alentaban, y en no pocos casos, me proponían ideas. Desde 2013 no he parado de escribir relatos, en la actualidad tengo centenares esperando la crítica de todos ustedes, los lectores. Los iré publicando empezando conuna serie de veintiún relatos, que empieza en este ilusionante 2021. Ya saben, la manía de los números para los que me conocen por mi primer, único y último libro hasta la fecha, de título, “Memorias de un depravado (I)”, ISBN: 978-84-18553-53-0, que la editorial LIBROS INDIE, tuvo la amabilidad de publicarme a finales del pasado año, y que llegaba a mis manos, precisamente, el día de San Silvestre. Hablemos de morbo, dado que es a priori el eje principal del pensamiento creativo del autor. El morbo es difícil de explicar. En el título, que he tardado incluso más tiempo en redactar que muchos de mis relatos, no está incluida la palabra morbo, pero piensen que es así. Quiero pedirles un favor... Piensen en esa palabra, en este instante, y defínanla mentalmente con palabras o imágenes concretas... Es difícil, aunque no imposible. ¿Verdad? El morbo es algo que llena e inflama nuestra mente, esa U tan particular de cada uno y tan importante. Al fin y al cabo, es el órgano sexual por excelencia, según los expertos. Para enfatizar…, las, seguramente, pocas habilidades de este humilde autor, además de visualizar a priori las escenas, se ha ayudado de los recursos lingüísticos o literarios más habituales, para intentar ayudar a recrear algunas escenas de sexo en cada una de las mentes de los lectores, y así intentar generar más morbo mental. Quiero reseñárselo para que ustedes jueguen a encontrarlos como un entretenimiento adicional más en la obra. Hablemos ahora de hipersexualidad..., ya que este relato tiene contenido para adultos exclusivamente, en ocasiones de alta intensidad. Un término sexual moderno, que puede definirse como el aumento repentino o la frecuencia extrema en la libido, o en cualquier actividad sexual. Este aumento, en ocasiones, puede serlo a consecuencia de medicamentos, drogas, o incluso a problemas de salud tales como el trastorno bipolar, entre otros. Asociamos la hipersexualidad a la adicción, aunque sexólogos de reconocido prestigio, la asocian a comportamientos obsesivos y/o compulsivos. Nutricionistas destacados, están intentando ahondar en deficiencias nutricionales, durante la generación de nuestros sistemas hormonales en nuestra etapa fetal, para justificar incremento de situaciones hipersexuales en la adolescencia y la juventud. En todo caso, se están sustituyendo por este concepto nuevo, aquellos antiguos conceptos de ninfomanía o furor uterino en las mujeres, o satiriasis en los hombres, a los que se les tachaba de sátiros, si su conducta sexual era desproporcionada o fuera de lo normal de los cánones sociales de antaño. Este autor quiere asociar la hipersexualidad, simplemente, a la consecución puntual, gracias a la lectura de estos relatos eróticos, de un estado físico gratificante, y a la consecución de uno o más orgasmos a solas o en compañía. Ya me dirán todos ustedes, en qué queda la cosa... Hablemos, por último, de José Miguel. Además de la ingente imaginación del autor, y de propuestas de amigos y conocidos, a estos relatos también ha contribuido en gran medida, mi nuevo amigo y gran confidente, José Miguel, el protagonista de “Memorias de un depravado (I)”, con el que sigo trabajando, actual y permanentemente, para seguir redactando sus memorias, y estos relatos, que año tras año, iremos publicando con la ayuda de aquellas editoriales que confíen o sigan confiando en nuestros proyectos. José Miguel, ha sido fundamental en mi reciente deseo de ser escritor de relatos y novelas eróticas. En su honor, y a modo de regalo de bodas, ante su reciente y novísimo matrimonio con su sexta esposa, Verónica..., ambos nombres formarán parte de la obra. Una pareja de nombres recurrente, que saldrán siempre en todos los relatos, aunque no siempre como protagonistas, siendo siempre, eso sí, una auténtica e insustituible seña de identidad de la obra. Desea el autor que esa sea la “identificación” de esta creación y sus posibles secuelas, si los lectores así lo desean. Por favor, José Miguel, no vuelvas a casarte o en su defecto habrás de casarte con una nueva Verónica, porque no puedo cambiar de nombres para el futuro... No creo que llegues al récord mundial de matrimonios de Linda Wolfe, que ha entrado en el Libro Guinness de los récords al haberse casado en 23 ocasiones..., disfruta de tu nueva esposa por siempre, por favor..., me parece la mujer más bella del mundo, a excepción de mi propia esposa. No todos los relatos son producto de fantasías, algunos tienen, creo que una gran parte de ellos, su poso de realidad, a veces más, y a veces menos. Este libro de relatos cortos, aunque hay alguno no tan corto, lo ha escrito este autor, que desea ser su amigo para siempre..., para que puedan ustedes leerlos en pareja, si lo desean, pero siempre deseando que los disfruten, como ya les anticipaba al principio de este prólogo, que no quiero eternizar. Si por casualidad, querido lector, aún no tiene pareja, también podrá disfrutarlos, y será una maravillosa oportunidad en el futuro, releerlos con él o con ella. Si acaso aún no ha entrado ese ser maravilloso en su vida, no se preocupe, que llegará cuando menos lo espere. Abra su mente y su corazón de par en par, y descubrirá el efecto solidario de darlo todo sin exigir nada. Eso es..., el amor, en términos absolutos. El autor en los relatos, ha intentado, a veces sin conseguirlo, que no hubiese resquicio, para nada pornográfico, aunque sin poder conseguirlo en su totalidad. En todo caso, solo aspiraba a poder crear un clima, en ocasiones, de un erotismo sensual con cierta clase, que a veces subía de tono. Perdón. Como comprobarán hay de todo en los relatos, desde misterio, hasta parodia, pasando por thrillers o como diríamos en España, suspense, aunque también hay romanticismo…, e incluso un posible caso de abducción extraterrestre a priori. Unas historias son más sentimentales, mientras que alguna tiene un toque tierno. Los relatos me salen como me salen, soy simplemente, el resultado final de ese instrumento, una mente creativa, a veces, algo irreflexiva. Uno de los hilos conductores de los relatos, como ya les adelantaba unos párrafos arriba, es siempre la presencia de dos recurrentes nombres, como son: José Miguel y Verónica. Ya les he explicado su justificación y quiero explicarles algo más al respecto. A veces, tienen una relación sentimental, otras veces, se conocen en el transcurso de la ficción, mientras que en otros casos, son simples profesionales que coinciden en la trama o en su resolución. En algunos de los relatos asumen excepcionalmente el papel de protagonistas o coprotagonistas. Es una licencia literaria del autor, que tiene como justificación algo tan simple y banal como tener una seña de identidad única y personal, algo que pueda hacerle especial, pero sin ningún tipo de motivación adicional. No se confundan, cada José Miguel, o cada Verónica, son diferentes en cada una de las historias que de inmediato empiezo a compartirles. En cuanto a la calidad creativa de los diferentes relatos, a juicio del autor, cree humildemente que hay de todo como en botica. Este autor cree que algunos pueden pasar por excelentes, mientras otros no conseguirían un aprobado raspado ante el más comprensivo, bondadoso y empático de los lectores, pero para un autor sus creaciones son como unos hijos. ¿Lo entienden? Si uno de nuestros hijos nace imperfecto de nacimiento, trata de ayudarlo a curarse indefinidamente. A veces, lo cura del todo, y otras muchas veces, solo consigue que viva con mediocridad sin la vistosidad de sus hermanos, pero el amor es el mismo hacia todos ellos, y jamás sacrificaría a uno de sus vástagos. No puede dejar el autor de referirse a un relato que trata sobre una persona con discapacidad psíquica, el último. No ha querido elevarlo a comedia, sino a tierno hiperrealismo, y siempre dentro de la naturaleza imperfecta del ser humano, con el deseo de vivir plenamente, a pesar de su falta de sentido común en millones de ocasiones, cuando se cruza con esos seres maravillosos. El autor es respetuoso, absolutamente respetuoso y comprensivo con esas excepcionales personas tan especiales en su vida diaria. No prejuzguen nada, por favor. Todos los relatos tienen en mayor o menor medida un poso de veracidad, como les adelantaba al principio, que a veces es tan insignificante, que no tiene que ver nada el hecho que lo impulsó a nacer con el resultado final, que solo lo ha sido a consecuencia de la creatividad calenturienta del autor. De momento, espero que disfruten de estos primeros veintiún relatos, que tengo el honor y el placer de presentarles en este libro… Gracias, por la paciencia de aguantar este extenso prólogo. PEPOTECR. AGRADECIMIENTOS: En esto de los agradecimientos no soy tan creativo, generalmente. Deseo dar las gracias a quienes, habiendo leído los relatos, me han animado a seguir escribiendo muchos más. A todos mis seres queridos que aún están vivos va dedicado este libro. De momento en ese orden de proximidad… Ella, ellos..., también a ella en ultramar... Os quiero con cierta sensación agridulce a alguno de vosotros, al menos a mis hijos..., pero sin ningún género de dudas, haría de todo por vosotros tres, que inevitablemente, sois sangre de mi sangre. A Evelin y Josué, (nombres ficticios), “la solidaria” y “el madrugador”, básicos componentes del grupo gastronómico dominical, os doy las gracias por vuestro apoyo al ser los primeros arriesgados lectores y por ello quedáis indefinidamente seleccionados para ello. A todos mis lectores pasados, presentes y futuros de todorelatos. Obviamente, a mis padres, que ya no están aquí, los llevo dentro de mi corazón permanentemente. Gracias a todos ellos. ÍNDICE DE LOS RELATOS: - 01/21. POR FIN DE VACACIONES… - 02/21. NOS VAMOS DE BODA ESTE FIN DE SEMANA… - 03/21. ¿LEAN QUITAO LLA ESO A LA TANIA?... - 04/21. EL MANUAL… - 05/21. CARA DE CIRCUNSTANCIAS… - 06/21. VIK, NUESTRO GRAN AMIGO… - 07/21. EL ABUELO PACO… - 08/21. RAQUEL, MI “SOBRINA”… - 09/21. LA INVIDENTE... - 10/21. GREG, MI FIEL AMANTE… - 11/21. UN CUARTO MUY OSCURO… - 12/21. EL SALÓN DE BELLEZA… - 13/21. NUESTRA PRIMERA VEZ... - 14/21. OFREZCO A MI MADURITA... - 15/21. JUNTOS PARA SIEMPRE… - 16/21. OTRO AGUJERITO… - 17/21. EL SUEÑO MÁS ERÓTICO… - 18/21. RESPLANDECIENTE Y MORTAL PRIMAVERA... - 19/21. LA ABOGADA... - 20/21. UN ESCORT MUY ESPECIALIZADO... - 21/21. COSITA Y COSOTA... 01/ 21. POR FIN DE VACACIONES… José Antonio y María Isabel, eran una pareja típica de funcionarios que iban ese verano a tomarse sus primeras vacaciones sin hijos. Estaban excepcionalmente nerviosos y excitados por ese viaje. Estaban ilusionados desde hace semanas por redescubrir el amor, y la pasión de antaño en un periodo de dos semanas en la playa para ellos solos. Habían hecho cientos de planes, algunos de ellos, dignos de unos adolescentes recientemente enamorados. Para no coincidir con muchos otros desplazamientos, habían programado sus vacaciones, no de quincenas naturales, sino en la segunda y tercera semana de septiembre de aquel año. Así evitarían las aglomeraciones de gente y coches, tanto en carreteras como en los s las playas, que en julio, agosto e incluso en la primera semana de septiembre, están atestadas de cientos de coches, además de miles de sombrillas con niños y más niños por todos sitios. Habían elegido ese mes por el mismo motivo, para poder pasar unas vacaciones mucho más tranquilas, y a poder ser, las más románticas de toda su vida. - ¿Isa, lo tienes todo preparado? Le había preguntado él, un par de días antes. - Sí, mi amor lo tengo todo preparado y alguna sorpresita más para mi rey. Él sonrió tierna y enamoradamente. - ¿Qué sorpresa? ¿Cuéntame? - La descubrirás la primera noche de vacaciones. Lo tenía desde hace días babeando de ilusión, deseo, y de tantas cosas más… Todo llega y todo pasa…, aunque la canción de Serrat decía exactamente…, “Todo pasa y todo queda, pero lo nuestro es pasar, pasar haciendo camino, caminos sobre el mar”. Ellos, en apenas unos días, estarían disfrutando solos en una zona maravillosa, casi al mismo lado del mar Mediterráneo. Por fin, el ansiado día había llegado. José Antonio conducía por la carretera y recordaba esa conversación unos días antes de salir de viaje. Estaba emocionado y tremendamente ilusionado. Siguió pensando en algo más mientras conducía hacia su destino. Como saben todos ustedes, la mente se acelera y se escapa sin freno en ocasiones. Sin dudarlo, su esposa a la que él llamaba cariñosamente Isa, como han podido ustedes ya leer, había cambiado en los últimos meses, la veía más guapa, más romántica, más simpática, más seductora…, joder..., incluso más alta y más joven, había pensado hace unas semanas. Llevaba días totalmente excitado, no solo en el sentido sexual, que también, sino en un sentido general, con la idea de esa primera noche de vacaciones, en la cual, Isa, le daría su sorpresa. Tampoco era por el hecho de recibir la sorpresa en sí, lo era por un numeroso conjunto de razones diversas. La sorpresa sería esa misma noche, apenas dentro de unas pocas horas. Se habían levantado pronto aquella mañana del ocho de septiembre. Habían estado un poco inquietos ambos durante toda la noche, habían hecho el amor, suave y románticamente al amanecer. Se habían besado con ternura, disfrutando ambos de unos besos cálidos y apasionados, pero sin prisa. Habían hecho el amor con delicadeza, con pasión, pero sin desenfreno, con un maravilloso sexo, pero sin burda sexualidad animal. Habían practicado un sexo superior. Ambos habían acordado por unanimidad que había sido el mejor de sus vidas. Sus cuerpos habían estado unidos íntimamente, pero disfrutando del momento glorioso de sentirse amados recíprocamente el uno por el otro, sin buscar el orgasmo del otro. Habían llegado ambos orgasmos sin buscarlos, sus cuerpos habían conjuntado emocional y físicamente. Sus feromonas estaban estos días compatibles al ciento diez por ciento. Ambos se sentían abrasadores, cual fuego que quema sin dañar, un fuego adictivo a todas horas, un fuego deseoso y siempre ardiente. Las caricias orales en sus sexos habían salido armoniosamente morbosas sin buscarlo. La excitación había sido de primer orden, y los orgasmos únicos y decididamente increíbles. Isa jamás había disfrutado tanto del sabor del semen de su marido. Por su parte él, jamás había sentido esas sensaciones al lamer todo su cuerpo, su sexo en su conjunto e incluso su ano, con aquel sabor tan especial. Durante dos horas se amaron y alcanzaron sendos orgasmos al unísono. Extasiados, se quedaron unos segundos dormidos, unidos en aquella posición tan complaciente. Eso sí que es amor simbiótico. (Ambos, lo pensaban, sin decirlo). Se habían amado física y emocionalmente como nunca lo habían hecho en el pasado reciente, incluso como jamás en su vida. Ambos se reconocían ilusionados a pesar de los malos momentos pasados en la primavera pasada. Empezaban sus vacaciones, por fin solos. Estaban realmente pletóricos. (¿Se lo pueden imaginar, todos ustedes? Esa sensación que ellos acababan de sentir juntos, después de hacer el amor, es la que todos hemos buscado alguna vez en nuestras vidas, ese verdadero y único amor. ¿No lo creen así?). Sigamos… José Antonio recordaba con semblante triste mientras conducía aquellas semanas del pasado mes de abril, cuando una llamada le alertó de que algo no iba bien. Isa, al lado del conductor y escuchando música, se dio cuenta al instante del cambio en su semblante, le preguntó: - José… ¿Qué te pasa? Como había prometido en las sesiones de terapia de pareja, en más de una ocasión, no le mentiría nunca más, ni en las cosas más insignificantes, y le contestó: - Pensaba en aquellos días, en aquella llamada de José Miguel aquella noche. Por cierto, ¿cómo estará? - Mi amor, tu sabes lo que pasó, fue una chiquillada. Yo siempre he estado enamorada de ti, incluso desde antes de conocerte. - Lo sé. Mientras esbozaba una leve sonrisa, aunque algo agridulce, María Isabel recordó aquellos bellísimos momentos en que José Miguel le había declarado su amor eterno. Era un hombre muy especial, la hizo sentir como una chiquilla, incluso le dio un beso maravilloso, pero su corazón era enteramente de su marido. María Isabel puso su mano en el muslo de José Antonio, y éste al instante se sobrecogió, y la carne de todo su cuerpo se le enervó, al mismo tiempo que todo su vello corporal se le erizaba. Llevaba unos meses sintiendo cosas que no había sentido jamás. - ¿Te acuerdas de Verónica? - Por supuesto…, qué bien hizo su trabajo, sobre todo contigo, José. (Ella simplemente le llamaba José. Solo cuando estaba seria o enfadada le llamaba José Antonio). - Verónica me hizo redescubrir de nuevo el amor que siempre había sentido por ti, que estaba dentro de mí, y que por la monotonía que todos los matrimonios pasan, al dejar de comunicarse eficazmente puede olvidarse, y en ocasiones, hasta perderse. - Como decía Verónica: “Cuantas parejas se separan, sin saber que siguen en el fondo enamoradas...” - Es verdad mi amor, cuánto bien hizo por nosotros…, Vero. - Le gustaba que la llamasen Vero…. ¿te acuerdas José? - Sí, claro que me acuerdo. Jamás la olvidaré. - Jamás la olvidaremos… ¿verdad? - ¿Te acuerdas de los ejercicios prácticos que nos hacía hacer, juntos y por separado? - Claro que sí, fueron muy interesantes y altamente efectivos. Algunos muy graciosos y tremendamente divertidos. - Gracias a ella seguimos juntos y felices. - Lo sé mi amor, y gracias a Vero vamos a pasar nuestras primeras vacaciones a solas y enamorados perdidamente. - Así es. Sus miradas lo decían todo. Todo era amor en aquellos dos cuerpos, sus mentes y sus corazones. Faltaban apenas unos kilómetros para llegar a su destino. El viaje había sido muy tranquilo. Muchos kilómetros, pero con muchas paradas, oyendo y escuchando música que Isa había grabado de los grupos que le gustaban, sobre todo de los 70 y de los 80, de esa música que siempre había escuchado en su niñez y a sus hermanos mayores, especialmente de aquel que ya le faltaba, lamentablemente. Habían parado muchas veces, habían hecho cientos de fotos, incluso habían improvisado unos pasos de baile en aquella pinada, y se habían dado un abrazo y un beso, como si fuesen unos jóvenes enamorados perdida y definitivamente. Por fin, llegaban a la enorme urbanización. Calles idénticas, con casas todas pintadas iguales, prácticamente iguales todas ellas, salvo el pequeño número que las diferenciaba. Esas ingentes urbanizaciones que se llenan de extranjeros, a veces puede resultar frustrante, verlas todas iguales, como sin alma. Según iban entrando José Antonio y María Isabel, habían comentado que debería de haber miles, decenas de miles de casas, incluso habían bromeado con la posibilidad de que algún “guiri” se hubiese confundido en más de una ocasión de casa con una pinta de cerveza de más, sorprendiendo a otra familia con su presencia en la casa o incluso en el dormitorio, si tuviesen la puerta de la casa abierta. El propietario ya les había advertido que era un “poco difícil” llegar, pero con las explicaciones que les había facilitado, llegarían sin problemas. Eso, pensaban ambos, inocentemente, en aquel momento. Alguien le había recomendado este apartamento por su tranquilidad y su buen precio. No lo recordaban en ese momento. El propietario era un poco raro, pero fue muy simpático y amable, anotando y anotando los detalles, primera rotonda, segunda rotonda, tercera rotonda… Infinitas rotondas, izquierda, derecha, izquierda… Siguiendo los tres folios de instrucciones, pues en el GPS no habían encontrado la dirección de la calle, José Antonio y María Isabel consiguieron llegar, eso sí, después de más de una hora y media atravesando plazas, calles y rotondas de una enorme y poco luminosa urbanización, cuyo nombre y leyenda, les había causado mucha gracia cuando la vieron al llegar: “Urbanización Monte Perdido, donde puede perderse en sus vacaciones, o sus sueños pueden hacerse realidad”. Aun no anochecía, cuando las últimas bolsas de viaje entraron en el apartamento. Estaba muy bien decorado y tenía algo mágico. Se sintieron felices y contentos desde el primer instante en el que habían abierto la puerta. Detalles y detalles en el apartamento…, cuadros, espejos, plantas, verdaderamente era un apartamento idóneo para unas vacaciones románticas. El teléfono móvil de José Antonio sonó. - Juan…, hola… ¿dónde estáis? Juan era un amigo de la infancia de José Antonio, con el que hace unos días, por casualidad, se había reencontrado. Lo había saludado efusivamente, y por esas circunstancias del destino, después de una breve charla, se dieron cuenta, con gran sorpresa, de que iban a veranear en una localidad muy próxima, coincidiendo prácticamente en las mismas fechas, quedando por este motivo en tomar alguna cervecita juntos cuando José Antonio e Isabel, estuviesen instalados. - Acabamos de llegar, vamos a ducharnos y salir a cenar por aquí cerca. - Estupendo, pues claro que sí… - ¿Dónde? - Está bien, dentro de 3 horas. José Antonio fue a buscar a la ducha a María Isabel, se metió con ella, sonrío y la besó… - Mi amor, era Juan, hemos quedado en cenar juntos los cuatro. - ¿Dónde? - ¿Te acuerdas? cerca de la última localidad donde estaba ese centro comercial tan grande, cerca del casino... - Sí. - Pues allí, Juan dice que hay un restaurante estupendo. - Lo que tú quieras, pero ya te dije que no me gustaba demasiado, era un poco extraño, según me dijiste. - Mujer, extraño..., extraño... No tanto. - Sí José…, te acuerdas de la cara que puso cuando le dijiste que éramos la única pareja perfecta de este mundo…. (Así me lo dijiste). - Ah. Sí. La verdad mi amor es que todo el mundo se extraña de lo unidos que estamos, especialmente en estos últimos meses. Realmente, estaban y parecían extraordinariamente unidos estos últimos meses. Siempre de la mano y dándose besos con cualquier excusa y en cualquier lugar. - Pero, José, ¿Tú vas a saber salir bien de la urbanización? ¿De noche y con tantas calles y rotondas tan iguales? - Pues claro que sí mi amor, siguiendo las instrucciones lo conseguiremos entre los dos. Eres una perfecta “copilota”. Una “copilota” bella, sensual y adorable... Isa rió, de una forma tan natural y maravillosa por la broma, que hizo tragar saliva de emoción a su marido. Tenían tiempo de sobra. Se ducharon, jugaron… Se secaron el uno al otro con cariño, con ternura y con un enamoramiento sin igual. Fueron al dormitorio e hicieron el amor de una manera sobrecogedoramente única, como si fuese la primera vez, una vez más. No fueron conscientes en ese mágico momento, de que sus instintos, pensaban que no se volverían a amar nunca más de aquella manera única e irrepetible. Sus cuerpos fundidos en sintonía sexual se amaban irreflexivamente. Fue un acto de sexo amoroso y romántico único. Sin dejar de besarse, tocarse y gemir reciproca e instintivamente, aquellos orgasmos al unísono salían sin buscarlos, de aquellos cuerpos excitados pero relajados inusualmente. Ambos eyaculaban a su manera, pero al mismo tiempo. María Isabel de manera intensa y corta. José Antonio con sus habituales andanadas largas e inmensas. Él la sintió en su pubis y en la base de su grueso pene. Ella lo sintió en su agradecida profundidad. Después de unos minutos de relax unidos, ambos sentían los sendos fluidos discurrir por su ingles y piernas. No eran habituales de saborearse, pero en esta ocasión, ambos, de manera instintiva, mojaban sus dedos y se daban a probar por última vez sus esencias, mutua, tierna y amorosamente. Terminaron ese momento mágico fundidos en un beso y un abrazo íntimo, que incluso les llevó a llorar emocionados. José Antonio se había arrepentido de haber quedado con Juan. - Teníamos que anular la cita, Isa. - Ya que has quedado, vamos. Intentaremos pasarlo lo mejor posible y volvemos rápido aquí. ¿Vale? - Sí. Tengo infinitas ganas de dormir abrazado a ti, mi vida. - A mí me pasa lo mismo, mi amor. Cuando faltaban unos cincuenta minutos para la cita, ambos salieron del apartamento, estaban aseados, perfumados y con ropa nueva, comprada para pasar estos maravillosos días que iban a ser mágicos y únicos. La primera calle y la primera rotonda fueron fáciles, aunque las instrucciones ahora parecían más difíciles que cuando llegaron. Luego se fue complicando. - Gira por la derecha, José. - No, mi amor, era por la izquierda. Realmente, no se preocuparon hasta que una hora después, sintieron que no sabían dónde estaban. Intentaron decenas de veces volver hacia atrás, a coger una referencia concreta, pero misteriosamente cada rotonda, cada plaza y cada calle, parecía cambiar y al mismo tiempo ser iguales a la anteriores. - Isa…, estoy absolutamente desorientado. - No te preocupes, José. - Tenemos que preguntar a alguien. - Sí mi amor, preguntemos. Dieron decenas de vueltas por las calles, y no encontraron a nadie a quien preguntar, antes, al llegar, había gente paseando a los perros, parejas paseando, pero ahora que necesitaban preguntar a alguien, no había nadie, parecía un misterio, ambos lo pensaban y sin embargo, no lo decían. La luz de la luna, antes más luminosa, parecía apagarse poco a poco. La sed y el desmayo empezaron a hacer mella en ellos, tres horas después… Necesitaban hidratarse, pues habían sudado mucho en aquella noche veraniega. Quizás también la tensión... La botellita de agua que Isa solía llevar siempre en el bolso estaba agotada. Pararon decenas de veces el automóvil y bajando daban vueltas sobre sí mismos, procurando encontrar una sola luz en alguna casa para poder preguntar. - Parece una pesadilla José… ¿Es que no vamos a encontrar una sola vivienda habitada en toda la urbanización? - Joder…, Isa, no seas negativa… - Encima, el móvil sin cobertura… - Llama a emergencias. - Ya lo he intentado, tampoco puedo… Habían parado en aquellas pocas casas que tenían algún punto de luz, o parecían tenerla, como faroles en la entrada o algún punto en el interior, y en ninguna parecía haber nadie. Al menos nadie les había abierto. Qué extraño. (Ambos pensaban lo mismo, aunque no lo querían decir). Sobre las tres de la madrugada creyeron ver una luz luminosa en la lejanía e intentaron acercarse a ella girando, a la derecha primero, y a la izquierda después, según se aproximaban las rotondas y las plazas de la urbanización, pero no lo consiguieron, inexplicablemente. José Antonio estaba cada vez más nervioso por la situación tan sórdida que estaban viviendo, y aunque intentaba mostrarse tranquilo ante su esposa, cada vez lo conseguía de peor manera. Cuando la luz parecía estar más cerca, en la siguiente rotonda o giro, parecía alejarse. De pronto…, el coche se paró. El combustible se había agotado, habían sido más de siete horas conduciendo por la urbanización, cansados y exhaustos absolutamente, se rindieron a la evidencia de estar perdidos. - No te preocupes amor, cuando amanezca alguien nos encontrará, o con la luz del día podremos encontrar a alguien. - Durmamos algo. - Vale, mi amor. - Sí, mi vida. Se habían recostado en los asientos del coche inclinándolos, haciéndolos más confortables, y habían entrelazados sus manos. Semidormidos, al cabo de unas horas, una tremenda luz les sorprendió. Sobrecogidos, sorprendidos y esperanzados, ambos salieron del coche levantando sus manos y gritando... - Hola… - Aquí… - Ayúdennos… - Socorro… ... José Miguel, el compañero de María Isabel en el trabajo, varios meses después consiguió entrevistarse con Verónica, la terapeuta que había ayudado a José Antonio y a María Isabel. - Gracias por recibirme. - Me llamo José Miguel, era amigo y compañero de María Isabel. - Lo sé todo sobre usted, dijo Verónica. - ¿Se sabe algo de ellos? - No, la policía estuvo preguntándome durante semanas muchos datos, y a pesar del secreto profesional colaboré con ellos en todo lo que pude. - No se supo jamás qué había pasado con ellos, su pista se perdió en el viaje. Ni ellos..., ni el coche. Nada de nada. - ¿Y los teléfonos móviles? - Ninguna llamada…, desde que salieron de su casa de Madrid. - ¿En el hotel? - No tenían ninguna reserva, ni habían pagado ninguna cantidad a nadie, según los extractos de su cuenta bancaria. - Estoy desesperado, estaba enamorado de ella, perdidamente enamorado de ella. - Lo intuyo, José Miguel, pero ella amaba a su marido desde incluso antes de conocerlo…, y él, de ella, eran una pareja perfecta. Estaban predestinados a ser un todo. (Dijo Verónica). José Miguel salió del gabinete cabizbajo, con una cara de absoluta tristeza, como hacía mucho que no había visto a nadie, pensó Verónica. Aquella psicoterapeuta, vio en él un reflejo de muerte en vida, y un impulso incontrolado la obligó a intentar ayudarlo como fuese. - Por favor, José Miguel, llámeme cuantas veces necesite. Él no contestó. Un instante y breve pensamiento ilusionante pasó por la mente de Verónica. Fue a la ventana a verlo de nuevo. José Miguel, como un autómata se alejaba calle abajo. Quizás pueda volver a enamorarme alguna vez. Pensó fugazmente mientras veía alejarse a José Miguel. A Verónica, aquel hombre le había impactado especialmente. José Miguel había amado sin exigencias, había amado sin egoísmo, y quizás podría volver a amar cuando sus heridas cicatrizasen. Si, queridos lectores, ya lo intuyen o lo saben a ciencia cierta, muchos meses después, aquella pareja estaría unida, pues estaba predestinada al amor mutuo. 02/21. NOS VAMOS DE BODA ESTE FIN DE SEMANA... En este día tan triste para mí, recuerdo todo lo acontecido en el último mes, de manera permanente y frustrante. - Rocío… ¿Quieres ir a Sevilla el mes que viene? Rememoró con gran ilusión, cuando Ricardo me dijo que tenía que ir a una boda por compromiso a Sevilla, era de una sobrina segunda por parte de su padre, mi entonces futuro suegro, Ricardo sénior. A todas las mujeres nos gusta ir de boda, prepararnos ese vestido especial, ver a la novia tan guapa y disfrutar de amigos y de familiares. Y especialmente, al final de la noche, por empatía con los novios, tener una noche loca de sexo y pasión. Era un plan ideal. Claro está que le dije que sí. Ricardo lo tenía todo organizado, aprovechando la boda pasaríamos unos días de mini vacaciones, pasaríamos por Jaén el viernes a cenar y pasaríamos la velada con unos amigos, el sábado de boda, el domingo de paseo en el parque de María Luisa, y un poco de turismo, y el lunes de vuelta, pasar por Córdoba a saludar a otra pareja de amigos, que nos enseñarían su caravana nueva para nuestras próximas vacaciones en común. No habíamos salido mucho desde que nos habíamos prometido. Había insistido mucho, pero al final le había dicho que sí. Realmente quería casarme con él, estaba loca por él. Ricardo estaba completamente feliz desde aquel instante, y no dejaba de decirme lo que me quería en cualquier momento del día o de la noche, me ponía notas por toda la casa, incluso me mandaba mensajes al correo electrónico de vez en cuando, y eso que utilizábamos el mismo portátil en casa. ¿Se imaginan? Una adoración de hombre, como iba a decirle que no, a un ser tan especial y único. Los dos habíamos tenido varias relaciones sentimentales antes de conocernos, pero creo que ambos sabíamos que esta vez era la definitiva. Era una intuición muy fuerte y nunca me había fallado. Era perfecto para mí. Mi familia estaba encantada con él. Lo sabíamos todo el uno del otro. La sinceridad y la comunicación eran nuestro fuerte. Como amante era perfecto. Jamás tuve a un hombre así, tierno, romántico y a la vez, sensual, divertido y con ese punto de hombre Martini que me ponía tanto. Habíamos hablado mucho de nuestra sexualidad durante estos tres años y cuatro meses de relación. Éramos muy activos. Puedo decir, sin miedo a equivocarme, que hasta el día de la boda de Sevilla, no habíamos dejado de hacer ni un solo día el amor, incluyendo esos días. Me hace mucho bien en esos días. A él le encantaba satisfacerme. A veces solo una vez, a veces dos, en ocasiones tres y excepcionalmente, en días morbosos y locos cuatro, o cinco. Incluso dos días lo habíamos hecho hasta en seis ocasiones. Le encantaba amarme en cualquier sitio y lugar. Me sonrojo de pensar que nuestros familiares supiesen donde hemos hecho a veces el amor, tan cerca de ellos, aprovechando cualquier rincón o momento de excitación. Habíamos hablado sobre la bisexualidad, el intercambio de parejas e incluso sobre algunas prácticas sexuales más atrevidas con toques de sadomasoquismo light divertido, en fin, de todo lo relativo al sexo. Creo que nuestra sexualidad estaba a salvo de cualquier prueba de fuego. Me era absolutamente fiel y yo a él, incluso con el pensamiento. Estoy totalmente segura, incluso ahora que ya no está conmigo. Respecto a mí y él lo sabía, se lo había contado todo, solo en una ocasión, en una fiesta loca, una compañera de piso en la universidad, se atrevió a besarme en la boca, intuitivamente le respondí, y durante unos minutos nos besamos apasionadamente los pechos la una a la otra, terminando en una masturbación recíproca. Ricardo, por su parte, solo me había contado que de adolescente, se había masturbado recíprocamente con un amigo, pero viendo revistas porno, y en una única ocasión. Me lo creo absolutamente. Ricardo jamás había mostrado ni tan siquiera una leve inclinación hacia un hombre, incluso ni fantaseando mientras hacíamos el amor. Él siempre pensaba en mujeres, le gustaban los desnudos femeninos, y creo que lo que ahora mismo está ocurriendo en ese hotel no es sexo, sino una conversación de amigos, y la aclaración de un malentendido. Recuerdo insistentemente en mi cerebro sus palabras: - Rocío…, esta noche no iré a casa. - Estoy en el hotel de la colina con Manuel. - Pero…, Ricardo… ¿qué pasa?… ¿quieres que vaya? - Por favor, no vengas, estoy resolviendo algo muy importante. - Por favor, te lo ruego, mañana hablamos. Su voz grave resuena en mi mente: “Estoy resolviendo algo muy importante”. Le conocía a la perfección y si había dicho que no fuese, no debería de ir. Estuve mil veces tentada de ir a ese hotel, sabía cuál era, aquella larguísima noche del 20 de julio que pasé en vela, aquella tristísima noche del 20 al 21 de julio. Jamás Ricardo había dejado de estar ni una sola noche conmigo desde que vivíamos juntos. Esa sería la primera y la única. - Pero..., ¿por qué? - ¿Qué ha pasado? - ¿Qué he hecho mal? - ¿Qué hicimos mal aquella noche? - Seguro que algo hice mal, tuve que estar más alerta. Rocío, se preguntaba en voz alta decenas de preguntas, y se hacía otros tantos reproches. Rocío volvió a recordar todo lo vivido aquel fin de semana largo de viernes a lunes, sobre todo, la noche del sábado al domingo en aquella maldita boda. - Maldita boda. (Dijo en voz alta). Todo iba según lo previsto, estábamos contentos, muy contentos, riendo, bromeando sobre la “noche de bodas” que nosotros íbamos a pasar en nuestra habitación del hotel. Estábamos ilusionados y felices de estar allí. No dejábamos de besarnos y acariciarnos, incluso en algún momento nos tocábamos furtivamente, de esa manera tan erótica y sensual en alguna zona erógena. Estábamos tan excitados que parecíamos adolescentes por los rincones. A veces, al tocarle furtivamente el paquete lo notaba caliente, como..., una ardiente brasa de un fuego. Él era mi brasa, yo era su fuego. Saludábamos a amigos y familiares. Nos habían comentado que los novios habían seleccionado las posiciones de los comensales una a una, queriendo que todo el mundo confraternizase con otras personas por su forma de ser, posición, lejanía, trabajo, edad o alguna otra razón, de tal modo que, cada invitado por parte de la novia, pudiera estar a gusto con otro invitado por parte del novio. - Maldita manera de hacer las cosas… (Volvió a decir en voz alta). Cuando vimos a la pareja que compartiría nuestra mesa, realmente nos alegramos, eran de nuestra edad, parecían muy simpáticos y realmente nos cayeron bien desde el primer segundo. Se llamaban Manuel y Esmeralda. Él era jefe del departamento comercial de una gran empresa y ella profesora de inglés. Vivíamos en la misma ciudad y no nos habíamos visto nunca, ni tan siquiera los conocíamos de vista. Aunque nuestra ciudad es bastante grande, la quinta del país, podíamos habernos conocido por casualidad… - Maldita coincidencia…, vivir en la misma ciudad. (Dijo nuevamente en voz alta). La velada transcurrió de verdad, maravillosamente, la comida era excelente, la bebida exquisita, y la conversación amena y cordial. En los postres éramos como amigos de toda la vida. Quizás por la bebida, quizás por el calor de la noche, quizás por la sensualidad que siempre inspira Sevilla en una noche de Julio, no sé por qué razón empezamos a hablar de sexo, de fantasías, de morbo, de una noche loca de sexo compartido… - Maldito sexo compartido… (Gritó agriamente). Fue Esmeralda la culpable. Sí, fue ella quien dio el pie a lo que empezó a fraguarse después de los postres, mientras nos miraba a ambos a los ojos, con una mirada tan sensual y lujuriosa, que por un momento creí que nos intentaba desnudar a ambos, cuando comentó: - Qué os parecería hacer el amor esta noche, juntos en la misma habitación los cuatro, cada uno con su pareja…. ¿Sería excitante…, no? Creo que los tres nos quedamos sorprendidos al principio, pero que a ninguno de los tres nos sorprendió realmente, en el fondo los cuatro queríamos haber hecho realidad esa fantasía alguna vez.