Cuando se le pregunta si es una especie en extinción, Jaime Olmedo responde con humor: “Espero que no, pero no somos muchos”, ite. Rector desde hace seis meses de la Universidad Camilo José Cela, académico, poeta y firme defensor del pensamiento humanístico, Olmedo ha venido La charleta a trazar una firme defensa del papel de las humanidades en un tiempo dominado por la tecnología. Las humanidades frente al deslumbramiento tecnológico “¿Malos tiempos para las humanidades?”, le plantea José María de Moya, director de Magisterio. “Lo escucho con frecuencia, pero soy de los que cree que gozan de una mala salud de hierro”, responde el rector. A lo largo de toda la conversación, Olmedo insiste en que las humanidades, pese a los desafíos, resisten gracias a su papel esencial como contrapeso ético en tiempos de cambio acelerado. “Incluso en los momentos quizás de mayor amenaza, aparece la potencia que puedan tener las humanidades como elemento de contrapeso”. La dificultad para fomentar la lectura en las nuevas generaciones es otra de sus preocupaciones. “El único verbo que no ite el imperativo es el verbo leer”, afirma, y advierte de que el entorno actual, sobreexpuesto a las pantallas, hace que “abrir un espacio para las humanidades, la lectura, la reflexión” sea hoy “más difícil que nunca”. Sin embargo, mantiene una convicción optimista: “Este es un deslumbramiento tecnológico, pero como todo deslumbramiento es cegador en un primer instante, pero también es transitorio”. Inteligencia artificial: ciencia exacta frente a creatividad Precisamente sobre el impacto de la inteligencia artificial, Olmedo plantea una reflexión de fondo que considera aún poco explorada. En su opinión, el problema no radica en la herramienta en sí, sino en su aplicación indiscriminada a ámbitos donde no corresponde. “Hasta ahora hemos asistido a mecanizaciones de procesos que eran cálculos exactos de resultados únicos”, señala, y eso, en su opinión, era perfectamente razonable en su aplicación (el ejemplo sencillo son las calculadoras) al ámbito de las ciencias. Pero al trasladar esa lógica al campo de las ciencias sociales y las humanidades, el riesgo es alto: “La redacción que vamos a hacer tú, yo o cualquier otra persona no tiene por qué ser la misma”, explica. Por ello, alerta de que la inteligencia artificial generativa podría comprometer procesos intelectuales esenciales: “La generación de un texto implicaba funciones de la inventio, la dispositio y la locutio” y todas ellas quedan comprometidas si se delega esa tarea en una máquina. A su juicio, la IA puede servir como punto de partida, no como resultado definitivo: propone utilizarla como base de análisis, para que el alumno active su juicio crítico, evalúe errores, reformule o proponga alternativas. Pero insiste en que nunca podrá igualarse a la creación humana: “iramos siempre el resultado de un texto generado por un ser humano y nos asombramos del texto generado por una máquina. Y digo irar y asombrarse porque son dos verbos distintos”. Real Decreto de universidades y efectos desiguales Otro de los grandes temas de la conversación fue el Real Decreto que establecerá nuevos requisitos para ser universidad. Olmedo reconoce que el Ministerio ha introducido modificaciones tras el proceso de alegaciones: “Se han tenido en cuenta más alegaciones de las que inicialmente podría esperarse”, y reconoce que “se han suavizado algunos aspectos de ese borrador”. Aunque no oculta la preocupación general del sector por la posible pérdida de autonomía porque “el deseo es tener la mayor autonomía posible para llevar a cabo tu labor”. En cuanto al cumplimiento de los requisitos más exigentes, como el número mínimo de grados, másteres y doctorados en ramas diferentes del conocimiento, Olmedo se muestra tranquilo porque “nosotros cumplimos en número de alumnos, cumplimos en proporción de grados, posgrados, doctorados”. Sobre el origen del debate por las declaraciones del presidente del Gobierno que calificó a algunas universidades privadas como “chiringuitos”, Olmedo responde con media sonrisa: “Me parece una palabra excesiva ya que esos chiringuitos deberían haber pasado filtros istrativos”. Añade que “el debate no es entre universidades públicas y privadas, sino entre universidades buenas o malas”. Competencia universitaria y modelo madrileño Respecto al peculiar ecosistema universitario en la Comunidad de Madrid que cuenta con 13 universidades privadas frente a 6 públicas, Olmedo rechaza la idea de limitar el número de universidades privadas en la región: “Mientras haya demanda, no sé cuál es el límite”, al contrario subraya su atractivo y su pujanza: “Madrid es ahora mismo un polo de atracción de formación superior en español” y aplaude el esfuerzo institucional por favorecer tanto a universidades públicas como privadas. Finalmente, Y, sin embargo, alerta de otro desequilibrio: “Se puede producir cierta asimetría si somos un polo de atracción de alumnos de otras comunidades y no tenemos la misma facilidad para sacar nuestra oferta universitaria fuera de Madrid”. Sobre la futura incorporación del Instituto de Empresa como universidad oficial madrileña, Olmedo resta dramatismo: “Se convierte de iure algo que ya era de facto”.