
Padre John Montoya - Reflexión del Evangelio de Madrugada del 19 de Mayo del 2025. 1y3v6j
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Padre John Montoya - Reflexión del Evangelio de Madrugada del 19 de Mayo del 2025. Te invitamos a visitar nuestra página web, para que conozcas más sobre la espiritualidad, misión y visión de Familia Hosanna, La Sonrisa de Jesús. http://www.familiahosanna.org 3f6o1x
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Dios te bendiga, hola. Un buen día.
La virgen te acompaña, que el Espíritu Santo venga también, y fluya sobre nosotros.
Aquí está el Santísimo y ante Él tu vida, la mía, todo nuestro ser, sea para el Señor toda la gloria.
Yo te envío un fuerte, pero fuerte abrazo, abrazo de oso, abrazo rompecostillas y siempre unidos en oración con la familia Osana, orando los unos por los otros, abriendo el corazón para el Espíritu Santo, preparándonos para un nuevo pentecostés en nuestro corazón, para que el Señor obra maravillas en nosotros por medio nuestro en la iglesia. Gracias, Señor, por este día, gracias por esta familia espiritual, gracias por lo que estás haciendo, gracias por el compromiso de cada uno, que cada vez haya más gente que esté dispuesta a dar la vida, a darte la vida porque te pertenece. Si te parece, vamos con la palabra.
Hechos 14, 5 y 18. En aquellos días se produjeron en Iconio conatos de parte de los gentiles y de los judíos, a sabiendas de las autoridades para maltratar y apedrear a Pablo y a Bernabé.
Ellos se dieron cuenta de la situación y se escaparon a Licaonia, a las ciudades de Listra y Berbe, y alrededor es donde predicaron el Evangelio. Había en Listra un hombre lisiado y cojo de nacimiento que nunca había podido andar. Escuchaba las palabras de Pablo y Pablo, viendo que tenía una fe capaz de curarlo, le gritó mirándolo, levántate, ponte derecho. El hombre dio un salto y echó a andar.
Al ver lo que Pablo había hecho, el gentío exclamó en la lengua de Licaonia, «Dioses en figura de hombres han dejado de visitarnos, han bajado a visitarnos».
A Bernabé lo llamaban Zeus y a Pablo Hermes, porque se encargaba de hablar.
El sacerdote del templo de Zeus, que estaba a la entrada de la ciudad, trajo a las puertas toros y jornaldas y con un agente quería ofrecerle un sacrificio. Al darse cuenta, los apóstoles Bernabé y Pablo se rasgaron el manto y rompieron por medio del gentío, gritando, «¡Hombres, ¿qué hacen? Nosotros somos mortales, igual que ustedes. Les predicamos el Evangelio para que dejen los dioses falsos y se conviertan al Dios vivo que hizo el cielo, la tierra, el mar y todo lo que contienen».
El pasado dejó que cada pueblo siguiera su camino, aunque siempre se dio a conocer por sus beneficios, mandándoles desde el cielo la lluvia y las cosechas a sus tiempos, dándoles comida y alegría en abundancia.
Con estas palabras disuadieron al gentío, aunque a duras penas, de que les ofrecieran sacrificio.
Palabra de Dios.
El Evangelio, el Evangelio, nos lleva a tanta contrariedad. No sé si a ti te ha pasado.
Pasa a veces con, iba a decir, con los abuelitos, pero no siempre, también algunos jóvenes, que el médico les hace unas recomendaciones, les envía unos medicamentos y, «no, no los quiero tomar, no los quiero tomar, no los quiero tomar». ¿Te ha pasado? Pasan también personas que uno ve cuál es el camino que les puede liberar de tantos esclavitudes, de vicios o de adicciones a personas y, «no, pues es que así estoy bien».
Como es que dicen, «prefiero un malo conocido que bueno por conocer». Más o menos así.
Entonces, es tremendo porque el mundo necesita de Cristo, busca la libertad. ¿Sí o no? ¿Acaso no es ese el discurso? Es que buscamos la libertad, es que queremos la libertad, es que quiero ser libre, es que quiero ser feliz, es que quiero la plenitud.
Y viene Cristo y dice, «yo soy el camino, la verdad y la vida». Y entonces, ¿le pasa qué? Y llega Cristo con la esperanza, mejor dicho, a dar respuesta a la esperanza.
¿Y qué pasa? Ya sabes lo que pasa. Y vienen los discípulos, los apóstoles, a seguir el Evangelio, a seguir evangelizando y ya sabes lo que pasa. Y es lo que pasa ahora.
Es que el Señor dijo, «no he venido a traer paz, sino división, guerra». ¿Y eso por qué? Porque si vivimos en medio de la oscuridad, pues el Evangelio trae una luz que es muy fuerte y no estamos preparados para ella. No aceptamos ese diablo también que va trabajando los corazones.
Y es lo que está pasando hoy en esta lectura que he proclamado. Una cosa tremenda porque, primero los apedrean y los sacan y los botan, pero,
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