Padre John Montoya - Reflexión del Evangelio de Madrugada del 4 de Junio del 2025. 2e2u27

El Señor te bendiga. Buen día. Un abrazo, bendición para ti. Te envío un fuerte abrazo.

Que el Señor te acompañe, te proteja y te cuide siempre. Es un hermoso amanecer. No te olvides orar. No te olvides hablar con Él. Aquí está una imagen grande del Señor en la cruz y el Santísimo. Permíteme, vamos a encender la velita, que se ha apagado.

Está por ti, también por ti, por tus necesidades. Aquí está. Y a la Virgen también, va.

Alabá, Señor, gracias por este día, gracias por lo que nos permites, gracias por tu presencia y gracias por esta familia espiritual. A ver, vamos a buscar la palabra, vamos a buscarla.

En aquel tiempo Jesús levantando los ojos al cielo oro diciendo, Padre Santo, guárdalos en tu nombre a los que me has dado para que sean uno como nosotros. Cuando estaba con ellos yo guardaba en tu nombre a los que me diste y los custodiaba y ninguno se perdió sino el hijo de la perdición para que se cumpliera la Escritura. Ahora voy a ti.

Digo esto en el mundo para que ellos mismos tengan mi alegría cumplida. Yo les he dado tu palabra y el mundo los ha odiado porque no son del mundo como tampoco yo soy del mundo. No ruego que los retires del mundo sino que los guardes del mal. No son del mundo como tampoco yo soy del mundo. Conságralos en la verdad. Tu palabra es la verdad como tú me enviaste al mundo.

Así los envío yo también al mundo y por ellos me consagro yo para que también se consagren ellos en la verdad. Palabra del Señor. Te pido que me hagas memoria de tres ideas fundamentales.

No son del mundo. El amor y la unidad. Esas son fundamentales. Primero el Señor repite Eso es hermoso porque es en el contexto de la última cena en un rato de o, de relación directa de Jesús con el Padre. Es precioso. Y entonces en vez de ocuparse de él, del dolor que le va a tocar en la cruz y demás, de Judas que lo vende y después de la negación de Pedro, en vez de ocuparse de sus dolores se ocupa de nosotros y habla con el Padre de nosotros.

Guárdalos. Es que no son del mundo. Eso es lo primero. No somos del mundo. ¿Será que vamos a seguir buscando las felicidades, los gozos, las libertades en el mundo? Pero dice el Señor que no somos del mundo. Completamente diferente. Si ponemos nuestros anhelos, nuestras esperanzas en las criaturas, lo obvio es que nos vamos a equivocar.

Es lo obvio. Y que no va a haber felicidad y no va a haber la libertad que nosotros anhelamos.

Vivimos en el mundo, sin ser del mundo. Dice la palabra. No eres del mundo. ¿Lo entiendes? Hay gente que pelea. Es que yo soy de este país, de este otro. Yo creo que sí hay que dar gracias al Señor por las raíces donde nos ha sostenido la tierra. Gloria al Señor.

Pero somos del cielo. Somos del cielo. Tenemos ancla en el cielo. Y así allá vamos. He repetido mucho lo de Teresa de Ávila. Esta vida es una mala noche en una mala posada. Hay cosas hermosas, pero en definitiva vamos de paseo. Vamos de viaje. Vamos como peregrinos y a veces como indigentes por este mundo hacia la eternidad. Es la primera idea. No busquemos la felicidad completa aquí porque no se va a encontrar. Abrámonos a aquella felicidad y plenitud que es el Señor y que nos lleva hasta la eternidad.

Luego, me parece tan bonito esto que he encontrado con mucha claridad en el Papa León es el amor y la unidad. Lo pone como unas expresiones programáticas. Porque lo propio del diablo es separar, es desunir, es romper. Eso es lo propio del diablo, es separar. Y hay tanta vergüenza a nivel de la fe cristiana, todas las divisiones que hay. Y como si fuese poco, es triste ver toda la división que hay en la iglesia. La iglesia alemana por un lado, los otros por otro lado, la iglesia amazónica. Hay una cantidad de divisiones y se nos quiere ver como si fuésemos partidos políticos.