
Descripción de Paco Yunke de César Vallejo 65312
"Paco Yunque" es uno de los cuentos más conocidos e importantes del escritor peruano César Vallejo (1892-1938) que se centra en la vida de un niño llamado Paco Yunque, quien enfrenta diversas dificultades en su escuela. El relato aborda temas como la injusticia, el abuso, la discriminación social y el acoso escolar o bullying escolar. La historia ha sido reconocida por abordar temas sociales y educativos importantes y por su estilo claro y accesible. A menudo, se utiliza en la educación para generar reflexiones sobre la equidad, la solidaridad y la empatía. Según he leído, no hay peruano que no conozca o no haya leído este cuento, espero que mis amigos de este maravilloso país puedan corroborarlo. Sobre el autor: César Vallejo (1892–1938) es uno de los poetas más intensos, complejos y conmovedores de la literatura en lengua española. Nacido en Santiago de Chuco, en el norte del Perú, su obra traspasó fronteras, estilos y épocas, dejando una huella profunda tanto en la poesía latinoamericana como en la universal. Su vida, marcada por la pobreza, el exilio, la injusticia y la enfermedad, fue inseparable de su escritura, que siempre se mantuvo cercana al dolor humano, la compasión y la lucha por un mundo más justo. Vallejo es un poeta difícil de encasillar. Su primer libro, Los heraldos negros (1919), ya anunciaba una voz distinta, desgarrada y hondamente humana. En esos poemas aparece el sufrimiento como experiencia existencial, no solo individual, sino colectiva. Su famoso verso “Hay golpes en la vida, tan fuertes… ¡Yo no sé!” sigue siendo uno de los más recordados por la forma en que expresa el desconcierto y el dolor sin recurrir al sentimentalismo. Con Trilce (1922), Vallejo rompió con las formas tradicionales. Se atrevió a jugar con el lenguaje, a descomponerlo, a reinventarlo. Fue una obra adelantada a su tiempo, desconcertante para muchos, pero profundamente original. En ella ya no hay un solo yo lírico, sino una voz en constante transformación, que se atreve a decir lo que parece imposible de decir. Es un libro lleno de quiebres, de búsquedas, de preguntas sin respuesta, y aun así profundamente humano. En su etapa final, ya exiliado en Europa, escribió Poemas humanos y otros textos donde la angustia existencial se une a un compromiso político cada vez más claro. Vallejo nunca militó en un partido de manera ortodoxa, pero fue profundamente sensible a la injusticia social, al sufrimiento de los pobres, de los marginados, de los condenados. Su poesía, en estos años, se vuelve aún más intensa, directa y solidaria, pero sin perder profundidad ni complejidad. Vallejo también escribió narrativa, teatro, ensayos y crónicas, y en todo lo que hizo mantuvo una honestidad radical, una fidelidad absoluta a su visión del mundo, por dura que fuera. Murió en París, como él mismo predijo en uno de sus poemas, el 15 de abril de 1938, en plena Guerra Civil Española, con el corazón puesto en las causas que consideraba justas. Leer a César Vallejo no es fácil, pero es una experiencia transformadora. Su obra no consuela, pero acompaña. No simplifica, pero ilumina. Es un testimonio de la dignidad del ser humano frente al sufrimiento, y una de las cumbres más altas de la poesía escrita en español. 353vx
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Paco Yunque, un cuento de César Vallejo. Yo soy la voz que te cuenta.
Cuando Paco Yunque y su madre llegaron a la puerta del colegio, los niños estaban jugando en el patio. La madre le dejó y se fue.
Paco, paso a paso, fue adentrándose al centro del patio, con su libro de primero, su cuaderno y su lápiz. Paco estaba con miedo, porque era la primera vez que veía a un colegio. Nunca había visto a tantos niños juntos.
Varios alumnos, pequeños como él, se le acercaron y Paco, cada vez más tímido, se pegó a la pared y se puso colorado. ¡Qué listos eran todos esos chicos! ¡Qué desenvueltos! ¡Como si estuviesen en su casa! Gritaban, corrían, reían hasta reventar, saltaban, se daban de puñetazos. ¡Eso era un enredo! Paco estaba también atolondrado, porque en el campo no oyo nunca sonar tantas voces de personas a la vez. En el campo hablaba primero uno, después otro, después otro y después otro.
A veces oyó hablar hasta cuatro o cinco personas juntas. Era su padre, su madre, don José, el cojo Anselmo y la Tomasa. Eso no era ya voz de personas, sino otro ruido, muy diferente. Y ahora sí que esto del colegio era una bulla fuerte, de muchos.
Paco estaba asordado. Un niño rubio y gordo, vestido de blanco, le estaba hablando.
Otro niño, más chico, medio ronco y con blusa azul, también le hablaba.
De diversos grupos se separaban los alumnos y venían a ver a Paco, haciéndole muchas preguntas.
Pero Paco no podía oír nada, por la gritería de los demás.
Un niño trigueño, cara redonda y con una chaqueta verde muy ceñida en la cintura, agarró a Paco por un brazo y quiso arrastrarlo.
Pero Paco no se dejó. El trigueño volvió a agarrarlo con más fuerza y lo jaló.
Paco se pegó más a la pared y se puso más colorado.
En ese momento sonó la campana y todos entraron a los salones de clase.
Dos niños, los hermanos Zumiga, tomaron de una y otra mano a Paco y le condujeron a la sala de primer año. Paco no quiso seguirlos al principio, pero luego obedeció, porque vio que todos hacían lo mismo. Al entrar al salón se puso pálido. Todo quedó repentinamente en silencio, y este silencio le dio miedo a Paco. Los Zumiga le estaban jalando el uno para un lado y el otro para el otro lado, cuando de pronto le soltaron y lo dejaron solo.
El profesor entró. Todos los niños estaban de pie, con la mano derecha levantada a la altura de la sien, saludando en silencio y muy erguidos. Paco, sin soltar su libro, su cuaderno y su lápiz, se había quedado parado en medio del salón, entre las primeras carpetas de los alumnos y el pupitre del profesor. Un remolino se le hacía en la cabeza. Niños y paredes amarillas, grupos de niños, vocerío, silencio, una tracalada de sillas, el profesor.
Ahí solo, parado en el colegio. Quería llorar. El profesor le tomó de la mano y lo llevó a instalar en una de las carpetas delanteras, junto a un niño de su mismo tamaño. El profesor le preguntó, ¿cómo se llama usted? Con voz temblorosa, Paco muy bajito, Paco, y su apellido, diga usted todo su nombre, Paco Yunque, muy bien. El profesor volvió a su pupitre y después de echar una mirada muy seria sobre todos los alumnos, dijo con voz militar, siéntense.
Un traqueteo de carpetas y todos los alumnos ya estaban sentados. El profesor también se sentó y durante unos momentos escribió en unos libros. Paco Yunque tenía aún en la mano su libro, su cuaderno y su lápiz. Su compañero de carpeta le dijo, pon tus cosas como yo, en la carpeta. Paco Yunque seguía muy aturdido y no le hizo caso. Su compañero le quitó entonces sus libros y los puso en la carpeta.
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