
Las aventuras de Sherlock Holmes de Arthur Conan Doyle (segunda parte) 64y22
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Publicada por primera vez en 1892, "Las Aventuras de Sherlock Holmes" es una colección de relatos escrita por Sir Arthur Conan Doyle. Esta obra es uno de los hitos fundamentales de la literatura detectivesca y ha sido adaptada en numerosas ocasiones en diferentes medios, incluyendo películas, series de televisión, y obras teatrales. La colección está compuesta por doce historias cortas, todas narradas desde la perspectiva de John Watson, el fiel compañero y amigo de Sherlock Holmes. Cada relato presenta un caso diferente que el detective Holmes resuelve con su agudo ingenio, su capacidad deductiva y su habilidad para observar y deducir detalles aparentemente insignificantes. En esta segunda entrega presentamos las aventuras de la 7 a la 12 Entre las historias más conocidas de esta colección se encuentran: "Escándalo en Bohemia": Holmes se enfrenta a Irene Adler, una astuta mujer que posee información comprometedora sobre un miembro de la realeza europea. "La Liga de los Pelirrojos": Un hombre acude a Holmes después de recibir una oferta de trabajo muy bien remunerada, pero extraña. "El carbunclo azul": Una valiosa gema desaparece misteriosamente, y Holmes es contratado para recuperarla. "El dedo pulgar del ingeniero": Holmes investiga la desaparición de un ingeniero y su dedo pulgar.Cada historia presenta un enigma único y un desafío para Holmes, quien utiliza su perspicacia, lógica y habilidades de observación para resolverlos. Además de su habilidad deductiva, Holmes es un personaje complejo, con rasgos peculiares que han capturado la imaginación de los lectores a lo largo de los años. Su relación con Watson, su carácter excéntrico y su enfoque científico para resolver crímenes son elementos que han contribuido al duradero atractivo de estos relatos."Las Aventuras de Sherlock Holmes" marcó un punto de inflexión en la literatura de detectives y sentó las bases para muchas obras posteriores del género. La perspicacia de Holmes y la narración emocionante de Conan Doyle continúan fascinando a lectores de todas las edades hasta el día de hoy. v5n12
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Las aventuras de Sherlock Holmes, una serie de doce novelas independientes en torno al famoso detective de Arthur Conan Doyle.
Yo soy la voz que te cuenta.
Relato número siete.
El carbuncle azul.
Dos días después de la Navidad pasé a visitar a mi amigo Sherlock Holmes con la intención de transmitirle las felicitaciones propias de la época.
Lo encontré tumbado en el sofá con una bata morada, el colcador de las pipas a su derecha y un montón de periódicos arrugados que evidentemente acababa de estudiar al alcance de la mano.
Al lado del sofá había una silla de madera y de una esquina de su respaldo colgaba un sombrero de fiel trajado y mugriento, gastadísimo por el uso y roto por varias partes.
Una lupa y unas pinzas dejadas sobre el asiento indicaban que el sombrero había sido colgado allí con el fin de examinarlo.
—Veo que está usted ocupado —dije—.
Le interrumpo.
—¡Nada de eso! Me alegro de tener un amigo con el que poder comentar mis conclusiones.
Se trata de un caso absolutamente trivial —señaló con el pulgar el viejo sombrero—, pero algunos detalles relacionados con él no carecen por completo de interés e incluso resultan instructivos.
Me senté en su butaca y me calenté las manos en la chimenea, pues estaba cayendo una buena helada y los cristales estaban cubiertos de placas de hielo.
—Supongo —comenté— que a pesar de su aspecto inocente, ese objeto tendrá una historia terrible, o tal vez es la pista que le guiará a la solución de algún misterio y al castigo de algún delito.
—No, qué va, nada de crímenes —dijo Sherlock Holmes echándose a reír—, tan solo uno de esos incidentes caprichosos que suelen suceder cuando tenemos cuatro millones de seres humanos apretujados en unas pocas millas cuadradas.
Entre las acciones y reacciones de un enjambre humano tan numeroso, cualquier combinación de acontecimientos es posible, y pueden surgir muchos pequeños problemas que resultan extraños y sorprendentes sin tener nada de delictivo.
Ya hemos tenido experiencias de ese tipo —ya lo creo —comenté—, hasta el punto de que entre los seis últimos casos que he añadido a mis archivos, hay tres completamente libres de delito en el aspecto legal.
—Exacto —se refiere usted a mi intento de recuperar los papeles de Irene Adler, al curioso caso de la señorita Mary Sutherland y a la aventura del hombre del labio retorcido—, pues bien, no me cabe duda de que este asuntillo pertenece a la misma categoría inocente.
—¿Conoce usted a Peterson, el recadero? —Sí.
—¿Este trofeo le pertenece? —¿Su sombrero? —No, no, lo encontró.
El propietario es desconocido.
Le ruego que no lo mire como un sombrerucho desastrado, sino como un problema intelectual.
Veamos primero cómo llegó aquí.
Llegó la mañana del día de Navidad en compañía de un ganso cebado que, no me cabe duda, ahora mismo se está asando en la cocina de Peterson.
Los hechos son los siguientes.
A eso de las cuatro de la mañana del día de Navidad, Peterson, que, como usted sabe, es un tipo muy honrado, regresaba de alguna pequeña celebración y se dirigía a su casa bajando por Tottenham Court Road.
A la luz de las farolas vio a un hombre alto que caminaba delante de él, tambaleándose un poco, y con un ganso blanco al hombro.
Al llegar a la esquina de Gooch Street se produjo una trifulca entre este desconocido y un grupillo de maleantes.
Uno de estos le quitó el sombrero de un golpe.
El desconocido levantó su bastón para defenderse y, al enarbolarlo sobre su cabeza, rompió el escaparate de la tienda que tenía detrás.
Peterson había echado a correr para defender al desconocido contra sus agresores, pero el hombre, asustado por haber roto el escaparate y viendo una persona de uniforme que corría hacia él, dejó caer el ganso, puso pies en polvorosa y se desvaneció en el laberinto de callejuelas que hay detrás de Tottenham Court Road.
También lo que ocurrió en la tarde de la mañana del día de Navidad fue que, al llegar a la esquina de Gooch Street, Peterson, que, como usted sabe, es un tipo muy honrado, regresaba de alguna pequeña celebración y se dirigía a su casa bajando por Tottenham Court Road.
Al llegar a la esquina de Gooch Street se produjo un golpe.
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