Meditación mensual con Fernando Álvarez de Torrijos - 4 de abril 25 q623j

Conociendo nuestra propia naturaleza, conscientes de nuestra propia presencia, dónde están colocados los pies, dónde están colocadas las manos, permitiendo que el cuerpo físico esté suave, tranquilo, relajado.

Para esta exploración no necesitamos estar tensos.

Es cuando el pensamiento se enreda, que es cuando, consciente o inconscientemente, tensamos el cuerpo.

Pero en los procesos meditativos no hay necesidad de eso.

Estamos cultivando el estar en el momento presente para conocernos poco a poco a nosotros mismos, a nosotras mismas.

El yo, el sí mismo, es un proceso muy complejo que podemos descubrir sólo en la relación, cuando nos relacionamos, en nuestras actividades cotidianas, en la manera como hablamos, cómo juzgamos, cómo calculamos, cómo censuramos a otros y a nosotros mismos.

Todo esto, si observamos cuidadosamente, revela el estado condicionado de nuestro propio pensar.

Sólo mediante la percepción de instante en instante, momento a momento, de lo que es verdadero, sólo ahí existe el descubrimiento de lo intemporal, de lo eterno.

Hemos de acordarnos que somos una chispa de conciencia en un universo y esa conciencia lo abarca a todo, pero sin conocimiento propio no podemos dar con lo eterno.

Cuando no nos conocemos a nosotros mismos, lo eterno se vuelve una mera pasión.