¡María confiaba! Homilia sábado 31/5/2025, P. Santiago Martín FM 3d5u70

Jesús, contigo resucitaremos.

El Señor esté con vosotros.

Lectura del Santo Evangelio según San Lucas.

Gloria a ti, Señor.

En aquellos días, María se levantó y se puso en camino, de prisa hacia la montaña, a una ciudad de Judá.

Entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel.

Aconteció que, en cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre.

Se llenó Isabel del Espíritu Santo y, levantando la voz, exclamó, Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre.

¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? Pues en cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre.

Bienaventurada la que ha creído, porque lo que le ha dicho el Señor se cumplirá.

María dijo, Proclama mi alma la grandeza del Señor.

Se alegra mi espíritu en Dios mi Salvador, porque ha mirado la humildad de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí.

Su nombre es Santo, y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación.

Él hace proezas con su brazo, dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes.

A los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel su siervo acordándose de la misericordia, como lo había prometido a nuestros padres, en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

María se quedó con Isabel unos tres meses y después volvió a su casa.

Palabra del Señor.

Gloria a ti, Señor Jesús.

Hoy es un día maravilloso, maravilloso para todos los católicos, maravilloso para los que amamos a la Virgen, deberían de ser todos los católicos, también para los que trabajamos en esta televisión, Magnificat Televisión, porque es el día en el cual recordamos la proclamación del himno del Magnificat por la boca de la siempre Virgen, la Inmaculada, la Santísima Virgen María.

Pero antes de proclamar María el Magnificat, ocurrió otra cosa.

Ha llegado a Incaren, un pueblecito en las afueras de Jerusalén, hoy es un barrio de Jerusalén, ha llegado a Incaren y su prima, movida por el Espíritu Santo, la saluda de esta maravillosa manera.

¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? ¿Quién soy yo? ¿Quién soy yo para que el Señor se haya fijado en mí? ¿Para que el Señor haya dado la vida por mí? ¿Quién soy yo para merecer la comunión? ¿Quién soy yo para haber sido llamado al sacerdocio, a la vida religiosa? ¿Quién soy yo? Todo es gracia, todo es don.

Los méritos son de Él, no son míos.

La Virgen contestará diciendo ya en el Magnificat, ha mirado la humildad de su esclava.

Pero antes su prima, Santa Isabel, le ha dicho también esto.

Bienaventurada la que ha creído, porque lo que le ha dicho el Señor se cumplirá.

María es la que ha creído, la que se ha fiado.

Esta es su aportación, todo lo ha hecho Dios, pero el Señor no quiso hacer nada, sin permiso, sin colaboración del ser humano, en este caso de una mujer, la Santísima Virgen.

La Santísima Virgen lo que hizo fue ponerse al servicio de Dios.

Hágase mí según tu palabra.