"La Leyenda de Sleepy Hollow" (II) de Washington Irving 3f5z25

Historias en serio la leyenda de sleepy hollow de washington irving segunda parte entre los alumnos de música que se reunían una tarde por semana para ser instruidos en los salmos se contaba katrina van tassel la única hija de un potentado terrateniente holandés era una jovencita de aspecto radiante y dieciocho flamantes años regordeta como una perdiz madura melosa y de sonrojados carrillos como los melocotones de su padre su fama la precedía no solo por su belleza sino por lo mucho que se esperaba de ella era muy dada por lo demás al coqueteo un hecho perceptible incluso en su vestimenta pues gustaba de combinar moda antigua y moderna una mezcla con la que conseguía resaltar sus encantos lucía ornatos de oro puro atraídos por su tatarabuela desde sardá así como un seductor pestillo de antaño y enaguas provocativamente cortas con el propósito de exhibir los pies y tobillos más hermosos de toda la comarca ikabot crane tenía debilidad por el sexo contrario con el que se mostraba blando y candoroso por tanto a nadie debe sorprender que tan apetecible bocado pronto despertase su interés y con más razón una vez que pudo visitar a la muchacha en la mansión de sus padres el viejo baltus van tassel era el perfecto retrato del granjero boyante satisfecho consigo mismo y tolerante en cuestiones de amor rara vez la verdad sea dicha miraba o pensaba en lo que fuera que se encontrase más allá de los límites de su propiedad sin necesidad de rebasar los hallaba comodidad dicha y correcto acondicionamiento estaba el hombre contento con su hacienda mas no orgulloso y presumía de su cuantioso patrimonio antes que de su estilo de vida su fortaleza estaba situada a orillas del hudson en uno de esos verdes recovecos de tierra fértil y abrigada en que a los granjeros holandeses tanto les gusta sentarse un gran olmo desplegaba su ramaje sobre la vivienda a cuyos pies brotaba un manantial con el agua más dulce y pura que partía de un pequeño pozo formado por un tonel para de ahí entre resplandecientes reflejos correr pastos abajo hasta desembocar en un arroyo próximo que borbotea va rodeado de alisos y sauces enanos cerca de la granja había un enorme granero que podría haber servido de iglesia parecía que por cada una de sus ventanas y grietas estaban a punto de derramarse los tesoros del interior entre sus paredes el mayal resonaba con estruendo de la mañana a la noche golondrinas y vencejos sobrevolaban los socarrones entre gorgojos y una hilera de palomas con la mirada al cielo algunas de ellas como atentas al pronóstico del tiempo o bien con la cabeza bajo el ala o enterrada en el pecho o agua echándose o arrullando o cortejando a una pareja disfrutaban del sol acomodadas en el tejado lustrosos cerdos de mal gobierno gruñían en el reposo y la abundancia de sus pocilgas desde donde salía a cada poco un tropel de husmeado eres lechones ansiosos por olisquear el aire un majestuoso escuadrón de gansos blancos se recreaba en las aguas de un estanque próximo en compañía de una flota de patos regimientos de pavos devoraban el terreno de la finca mientras las gallinetas trasteaba cual esposas malhumoradas entre molestos gritos de descontento frente a la puerta del granero se contoneaba un espléndido gallo marido ejemplar guerrero y distinguido caballero batía las alas mientras cacareada el orgullo y la alegría de su corazón a veces se escarbaba con las patas para luego generosamente convocar a su siempre hambrienta parentela de esposas y prole para que se hacen con el rico bocado descubierto la boca del pedagogo se elevaba de solo pensar en la suntuosa promesa de una lujosa ya con la que pasar el invierno en su devoradora fantasía al lechón que entonces correteaba se lo imaginaba asado con el estómago relleno de budín y una manzana en la boca a las palomas de las figuraba juntas de acostadas en un lecho de pastel arropadas por una buena capa de hojaldre