Historia de un amor libre: la Gran Manzana y las ostras fritas | De cocina y otras maravillas 3g6s16

No hay manera de comprender al mundo sin detectarlo antes con el radar de los sentidos de cocina y otras maravillas una producción radiofónica sobre los textos de maría luisa vargas san josé historia de un amor libre la gran manzana y las ongs transferidas antes de que el crisol multicultural aportarán a pizza los dos los presentes los bellos el pastrami y el cis que ha sido hidalgo el amor gastronómico por excelencia para el nueva york profundo y genuino la humilde y servicial viscosa y esquiva nutritiva afrodisíaca y deliciosa ostra ostras fritas pastel de ostras otra sala holandesa os transportador ostras la puñeta ostras al horno en tostadas crudas con salsa de vino blanco el cóctel con tocino con leche en vinagre ostras hasta en la sopa y de todos los colores tema años y sabores entraron en los menos neoyorquinos desde el siglo dieciocho y diecinueve y siguen presentes en las cartas de los restaurantes y bares de ostras en la gran ciudad según se descubre en el proyecto de investigación que lleva a cabo la biblioteca pública de nueva york sobre los menos saborear en la gran manzana a lo largo de los últimos dos siglos y medio por sorprendente que pueda sonar las ostras hoy un lujo fueron una pieza esencial de la dieta neoyorquina podríamos decir que su primera comida rápida ya que por seis centavos uno podría incluir una docena de cuestiones bien gordos en plena calle por aire mil seiscientos nueve cuando jerry jackson navegaba por primera vez el río que algún día llevaría su nombre el pueblo de napa olé ni le nace una de las quinientos sesenta y cuatro naciones indígenas que habitaron las tierras del norte de américa mucho antes de que los holandeses llegarán en el siglo diecisiete a comprarles la isla por sesenta florines y fundara y no era ámsterdam ya llevaban años consumiendo alegremente gelatinosa marisco en aquel entonces no sólo eran abundantes sino mucho más grandes que los actuales llegaban a medir hasta treinta centímetros la historia de las ostras en nueva york es la historia de la ciudad en sí misma su abundancia su fortaleza su excitación su avaricia y su forma de pensar su ceguera y hasta su sociedad así la describe el escritor mark orleans que en su libro de inter donde relata cómo aunque se estima que en su apogeo la valla de nueva york tenía casi noventa mil hectáreas de arrecife de ostras albergando más o menos la mitad de las ostras de todo el mundo según algunos biólogos su elevado consumo y la polución destruyeron a que te ecosistema en los terrenos de los primeros genios asentamientos de la isla de manhattan en el extremo donde hoy se dirige el distrito financiero que marca el ritmo de los latidos económicos del mundo y también en la parte del sureste de la isla la hasta hace poco desafío antes zonas del y aún hoy en día se siguen encontrando a romper las calles para reparar o construir algún nuevo rascacielos antiquísimo montones de conchas de ostras apiladas en su día tanto el pavimento de la calle pero como los cimientos del tribunal dicho y otros muchos edificios de manhattan se compone esencialmente de colza se ostra