
Descripción de Fragmentos - Epicteto 5g571a
Obra: Fragmentos. Autor: Epicteto. Traductor: Paloma Ortiz García. Narración: Carlos Brito. Obra completa digital https://drive.google.com/file/d/19Zg_sG3URJ3bXMdRGIGIO1wXuuuJHD_7/view?usp=sharing 4w6q3m
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1. ¿Qué me importa, dice Epícteto, si los seres se componen de átomos o de elementos sin partes o de fuego y tierra? ¿Verdad que basta con conocer la esencia del bien y del mal, y las medidas de los deseos y los rechazos, y además, las de los impulsos y las repulsiones, y istrar las cosas de la vida sirviéndonos de aquellas medidas como cánones, y mandar a paseo lo que está por encima de nosotros, que quizá es inasible para el entendimiento humano? 2.
Y si alguien supusiera que esas cosas son perfectamente comprensibles, entonces, ¿qué provecho habría en comprenderlas? ¿O habrá que decir que tienen ocupaciones sin sentido quienes las asignan al discurso del filósofo como necesarias? 3. ¿Será improcedente también el mandato délfico, él conócete a ti mismo? Desde luego que no, responde.
4. ¿Y qué alcance tiene? Si alguien hubiera ordenado a un cureta que se conociera a sí mismo, ¿no se habría aplicado al mandato ocupándose de sus compañeros de coro y de la armonía con ellas? Dijo que sí. 5. ¿Y si hubiera sido un marinero y un soldado, te parece que el propio ser humano es un ser vivo que ha sido hecho para sí mismo o para la comunidad? Para la comunidad. ¿Por quién? Por la naturaleza.
6. ¿Qué es y cómo lo gobierna todo y si existe o no son cuestiones por las que no es necesario que nos metamos en camisa de once varas? 2. ¿El que se enfada por lo presente y lo que le ha sido dado por el azar es en la vida un profano? Mientras que el que sobrelleva noble y razonablemente lo que de esas cosas se deriva es digno de ser considerado un hombre bueno.
3. ¿Todo obedece y sirve al mundo, tanto la tierra como el mar como el sol y los restantes astros y las plantas y animales de la tierra? ¿También le obedece nuestro cuerpo tanto al enfermar y al mantenerse sano cuando quiere aquel como al hacerse joven y viejo y al atravesar los restantes cambios? Por tanto es razonable que lo que depende de nosotros, es decir, la capacidad de juicio, no sea la única que se le oponga, pues es fuerte y superior y decide para nosotros lo mejor, al gobernarnos a nosotros junto con el todo.
Además de esto, el oponerse a él, aliándonos con lo irracional, no produce ninguna otra cosa sino atraer la vacuidad y hacernos caer en dolores y penalidades. 4. ¿De los seres, unos los hizo la divinidad dependientes de nosotros, otros no dependientes de nosotros? Hizo dependiente de nosotros lo más hermoso y lo que más afán merece, con lo que la propia divinidad es feliz, el uso de las representaciones.
Cuando ese uso es correcto, es la libertad, la serenidad, el buen ánimo, el equilibrio, es también la justicia y la ley, el buen sentido y toda la virtud. Pero todo lo demás no lo hizo dependiente de nosotros. Por tanto, hemos de estar de acuerdo con la divinidad y discerniendo por ese medio los asuntos, atender a nuestra vez por todos los medios lo que depende de nosotros y dejar en manos del mundo lo que no depende de nosotros, y tanto si nos pide los hijos como si la patria o el cuerpo o cualquier otra cosa, cederse lo gustosos. 5. ¿Quién de nosotros no ira lo que se cuenta del lacedemonio licurgo? Uno de los ciudadanos le dejó tuerto de un ojo y el pueblo le entregó al joven para que lo castigara como quisiera, mas él se abstuvo de ello, por el contrario.
Después de educarlo y de hacer de él un hombre bueno, lo presentó en el teatro y como los lacedemonios se quedaron.
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