Formas del poder. Félix Duque Pajuelo. 7 de octubre de 2024. Mediateca CBA 4d3045

Estás en la Mediateca del Círculo de Bellas Artes, 7 y 8 de octubre de 2024.

Simposio Internacional, formas del poder, espacios, nombres, crisis.

Conferencia, el espacio ya no es lo que era, por Félix Duque Pajuelo.

Porque fiesta aquí de su griterío, mientras bien lejos, abajo, en la Torquía, los pueblos se baten entre ellos.

Su copa apura uno estando a la ventana, mientras ve por el río deslizarse los barcos coloridos.

A su casa, contento se vuelve luego uno, bendiciendo la paz y estos tiempos propicios.

Seneca, un profesor amigo, no diré su nombre, de la Universidad de Haifa, me pasa un artículo contra la política de Ernest Ayahuasca y por qué no devuelven, que es el gran tema para Irlanda, porque no devuelven vivos a los secuestrados.

Y con eso se acabó el problema.

Y después, como decía bien Seneca, los reinos acosados se vuelven peligrosos, en cambio los reinos contentos se vuelven inútiles.

Entonces, yo le digo algo a mi colega, que es una vergüenza lo que está pasando.

Contestación del colega.

Lo siento, me equivoqué, y también el autor, no es Seneca quien dice eso, sino Edward Gibbons.

Por cierto, en su Decline and Fall of America, perdón, o Romas y Falles, casi lo mismo, a eso yo lo llamo obscenidad.

Y por lo tanto, empiezo así.

El problema es qué pasa con los intelectuales, si es que los hay.

Qué pasa con nosotros mismos, ¿no? Qué ha pasado aquí y qué nos está pasando, a dónde ha llevado esta cultura global, que hace ya mangas y capirotes de lo que antes era la cultura, el cultivo, lo oculto, el culto, todas esas relaciones místicas y míticas que hemos oído esta mañana en tantas conferencias y que parecen, como decíamos, espuma de los días, ¿verdad? Ese origen de lo oculto y de lo oculto todavía se deja entrever a través de muchas rejillas y compaginaciones de la tecnociencia y del show business.

Es el origen en cuyo seno se centra la violencia.

Ese es el punto fundamental.

Y que viene ligada esa violencia hacia afuera con el Estado contento, feliz, culto hacia adentro.

Mark Holheimer, en Chicago, 1933.

La fotografía, la telegrafía y la radio han encogido el mundo.

Las poblaciones de la ciudad son ahora testigos de la miseria de toda la tierra.

Uno pensaría que esto debería empujar a la gente a la abolición de esa miseria.

Y, sin embargo, simultáneamente lo cercano se ha tornado en ocasión de fuga.

Ahora el horror de la propia ciudad en que uno vive está sumido en el sufrimiento universal y la gente vuelca su atención en los problemas conyugales de las estrellas de cine.

Insisto, 1933, el año de la toma del poder por parte de Hitler.

Me pregunto, ¿acaso hemos cambiado de manera de ser y de ser civilizados casi cien años después de las palabras de Holheimer? ¿Acaso no estamos volviendo en versión tecnológicamente corregida y aumentada la misma miseria política global denunciada por Holheimer, paliada por la misma miseria ahora audiovisual del show business? ¿No es, por lo tanto, lógico que a muchos vuelvan mirada y anhelo a un espacio público ordenado y tranquilo por el que pasear, sobre todo de noche, con la tranquilidad de saber que un Estado benevolente y omnipresente está velando por todos nosotros como la lucecita del pardo hace 50 años, por ejemplo? Nostalgia esa parte, lo cierto es que más bien hemos pasado de considerar al espacio en sentido geográfico y político como una alineación más o menos duradera y estable de regiones, como si se tratara de un diorama poco menos que inamovible.

Hemos pasado, digo, de ese tiempo congelado en espacio, como un museo de cera, a verlo ahora más bien como el tingladillo de Maese-Pedro, la geopolítica con marionetas manejadas en la sombra, al fondo, por cierto, por sombras chinescas.

Y nosotros, los espectadores empujados a trompicones a tomar partido, nos preguntamos qué hacer.

Nada mejor que ver.