Ep8. Cuando la pobrecita era ella (y nadie me preguntó a mí) 3b102l

Bienvenida a Chispita Offline.

Aquí no encontrarás marketing para introvertidas.

Para eso, ya tienes mi canal de YouTube, Chispita Online.

En este espacio quiero darle voz a algo que me ha acompañado toda la vida, hasta que pude soltarlo.

Te hablo desde mi historia como hija de una madre con trastorno esquizoafectivo, manipuladora y mentirosa.

Quédate conmigo si te apetece escuchar experiencias reales, aprendizajes incómodos y mucha resiliencia.

Porque algunas heridas no se ven, pero se sienten cada día.

Tenía muchísimas ganas de tocar este tema porque yo creo que, mira, lo que me pudo hacer mi madre, todo lo que he pasado, es una cosa.

Pero luego, lo que te dice la gente en la calle o en cualquier sitio, yo creo que es peor, ¿sabes? La revictimización es una palabra que es un poquito complicada, que espero no repetirla mucho, pero quiero hablar de este tema, porque es para alucinar.

Bueno, resulta que desde que se fue ella a la residencia, he seguido viendo cómo me revictimizan.

¿Vale? Así que imagínate.

Yo creo que esto, las hijas de madres abusivas, yo creo que es que no nos podemos deshacer de esto.

Porque toda la vida.

O sea, si no es por una cosa, es por otra.

Por ejemplo, ahora que fue hace poco el Día de la Madre, te están diciendo, a ver, que eso yo no lo culpo, que obviamente tienen que vender los negocios, ¿vale? Yo a eso no me voy a meter.

Pero te están metiendo.

Si vas por la calle, ya lo ves, Día de la Madre.

Si te metes en internet, Día de la Madre.

No sé qué Día de la Madre, ¿vale? ¿Cómo celebras un Día de la Madre si tu madre no ha sido nunca madre? O sea, ha sido madre, pero te ha tratado como una mierda.

O sea, yo me pregunto eso.

Me lo pregunto.

Eso ya es una cosa que tampoco es mucho.

Pero lo que es mucho es que te diga cualquier vecina, porque aquí, por lo menos aquí donde vivo yo, las vecinas son unas cotillas, ¿vale? Son unas cotillas que yo en mi vida vi.

Porque yo cuando vivía en Andalucía, no había tantas...

Yo por lo menos en la zona en la que estaba yo, también es verdad que en la zona en la que vivía yo con mi pareja, había más extranjeros que gente andaluza.

Así que imagínate, pero bueno, que no eran tan cotillas.

Pero aquí me viene una, mira.

Para empezar, me preguntan por ella sin preguntarme cómo estoy yo, ¿vale? Primera red flag.

O sea, a ver, yo lo comprendo, ¿vale? Que la conocían más a ella que a mí.

Pero a mí no me preguntan ni cómo estoy yo.

Preguntan dónde está.

O sea, mira, el día que fui...

Bueno, te voy contando, ¿vale? El día que fui a la...

Porque te puedo contar cosas que me han pasado después de que ella está en la residencia.

Y toda mi vida, pensando la gente que conocía a mi madre, qué pobrecita ella.

Bueno.

¡Ay, madre mía! Es que este tema me enerva.

Me enerva de una manera que no te puedes imaginar.

Me enerva porque, claro, esa gente no ve lo que hay realmente en una casa.

Te pregunta por lo que ve de ella y siempre va a ser lo maravillosa que era mi madre.

Así que imagínate.

Bueno.

El día que fui a la peluquería, que, por cierto, tengo el pelo ahora corto, comodísimo, estoy comodísima.

Fui a la peluquería y al salir iba a pagar, ¿vale? Iba a pagar.

Y no me viene una...

Parecía que estaba esperando por mí.

Hay una señora aquí que es súper cotilla.

Es súper cotilla.

Y creo que estaba esperando por mí, ¿sabes? Y me empieza a decir, delante de toda la gente, delante de toda la gente que hay allí en la peluquería, me empieza a decir, ¡ay, una pregunta! Así.

¡Una pregunta! Y yo sabía lo que me iba a decir.

¿Dónde está mi madre? Porque me lleva preguntando eso semanas.

O sea, bueno, cuando bajo a la calle y la veo.

Lo que pasa es que hay muchas veces que me cambio de acera, ¿sabes? Para no encontrármela, porque es súper cotilla.

Bueno, le respondí.

Yo le dije, mira, no me preguntes más.

Le dije así, no me preguntes más.

Está en una residencia.

Déjame en paz.

Le dije así, ¿vale? Porque yo ya estoy harta.

Y yo a la próxima vez le diré que déjeme en paz, señora, ¿sabes? Porque es que es pesada, de verdad.

Y ella me dice, ¡ay, vale, lo siento! ¿Lo siento de qué? Si me está preguntando siempre eso.

Y lo peor es que a mí no me pregunta, ¿sabes? Que yo lo comprendo, que a lo mejor la conocía más a ella porque ella hablaba más.

Yo estaba más callada.

Yo no...

Lo que es contar mi vida, no suelo contar mi vida a cotillas.

Mi madre sí, mi madre no era cotilla.