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Descripción de En la Cripta, de H.P. Lovecfrat. 47f6l
En la cripta (título original en inglés: In the Vault) es una historia corta de 1925 del escritor estadounidense de terror H. P. Lovecraft. Escrita el 18 de septiembre de 1925, fue publicada por primera vez en la edición de noviembre de 1925 de la revista pulp Tryout y luego reeditada por Arkham House en la antología de 1939 The Outsider and Others. En la cripta fue rechazada inicialmente por Weird Tales debido a que según su editor, Farnsworth Wright, no pasaría los filtros de censura de algunos estados norteamericanos. Un año después de aparecer en Tryout Lovecraft envió el relato a la revista pulp Ghost Stories, pero también fue rechazado. Por sugerencia de August Derleth, H.P. Lovecraft reescribió los pasajes más escabrosos del manuscrito y el cuento finalmente fue aceptado por Weird Tales en 1931. Argumento: En la cripta relata la historia de un sepulturero llamado George Birch, un hombre insensible que no dudaba en fabricar ataúdes de mala calidad y en maltratar a los muertos. Sin embargo, tras un lamentable accidente que dañó sus tobillos cambió de profesión. Debido a su irresponsabilidad quedó atrapado en una cripta, de la cual intentó salir por una claraboya. Para acceder a ella formó una escalera con diversos ataúdes, accidentándose al pisar el que perteneció a Asaph Sawyer, hombre cruel y rencoroso de quien Birch se vengó alojando su cadáver en un ataúd pequeño y de mala calidad. Dicho ataúd en un principio estaba destinado a su amigo Matthew Fenner pero, al fallecer Sawyer, Birch se lo adjudicó a él. Dadas las proporciones de este último, decidió serrar sus tobillos con el fin de que cupiese. Coincidentemente, sería precisamente este ataúd el que pisaría al ascender por las improvisadas escaleras, quebrándose la tapa, hundiéndose los pies y sintiendo cómo algo le desgarraba, logrando huir de aquella cripta. Su médico, el Dr. Davis, decidió dirigirse al lugar del accidente, descubriendo un cadáver con la cabeza partida y horriblemente desfigurado, pero reconociendo a Asaph Sawyer por su dentadura. Dedujo que lo acontecido en los tobillos de Birch no era más que una venganza de Sawyer que incluso después de muerto seguía siendo el cruel hombre que fue en vida. Mi novela: El crimen de Médanos de Solymar está disponible en toda américa y España en https://www.autoreseditores.com/libro/15119/diego-g-carballal/el-crimen-de-medanos-de-solymar.html Házte : Disfruta de todos los contenidos con el plan Anual. https://www.ivoox.vip/?-code=07fa47f0cf7383886730d66d45816d99 MENSUAL: https://www.ivoox.vip/?-code=8d13bea02365aa54eabc0297559db27c PLUS: https://www.ivoox.vip/plus?-code=b2d1341dc906bc87ec522d90379869d3: Házte meceneas pulsando el botón azul de APOYAR. Sonorum Literaria también está disponible en Spotify, Amazon, Apple Podcast y más. 2rgw
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Dublín trece en la cripta dejamos y yo nada más absurdo a mi juicio que esa tópica asociación entre lo arañó y saludable impregnar la psicología de la mente mencionó usted un bucólico para ella un grueso y chapucero enterrador del pueblo y hunde cuidado contratiempo con una tumba en ningún lector espera era otra cosa que un relato cómico divertido adelante diosa de empero la prosa y la historia que la muerte me permite contar tiene en sí misma ciertos elementos que hacen que la masa oscura de la comedia luminosa birch quedó impedido y cambio de negocio en mil ochocientos ochenta y uno aunque nunca comentaba el asunto si podía evitarlo tampoco lo hacía su viejo médico el doctor de que murió hace años se acepta generalmente que su dolencia y daños fueron resultados de un desafortunado resbalón vivir encerrado durante nueve horas en el mortuorio cementerio de vale logrando salir solo mediante o si destructivos métodos pero mientras que esto es una verdad en la que nadie duda a día otros y magne sobre lo que el hombre solía murmurar en sus rancho cerca de su fin se confió a mí porque soy médico y probablemente sentía la necesidad de dar con ella muerte del doctor era soltero y carecía completamente de esta área ver antes de mil ochocientos ochenta y uno era el enterrador municipal de titular siendo un rústico y primitivo incluso para poder ser ese tipo de gente lo que he oído eso eso me resulte creíble al menos para una ciudad incluso para efectuar estremecido conocido la dudosa ética es usar mortuorias en materia tan escabrosa como el apropiarse de los porros siempre bajo la tapa del ataúd o el grado de dignidad quedaba dispone a adaptar los visibles de sus inquilinos sin vida a unos recipientes no siempre el cuidado cuando se precisa más concretamente leche era dejado insensible y profesionalmente indeseable aunque no creo que fuera mala persona era sencillamente tosco de temperamento ofensiva producto descuidado y borracho y así lo probaba su fácil existen accidentes así como su de eso mínimo de imaginación que mantiene ciudadano dentro de ciertos límites fijados por el gusto no sabría decir cuando comienza la historia ya que no soy un redactor en esa supongo que pueden pensar en el frío diciembre de mil ochocientos ochenta cuando el terreno se lo los sepultureros descubrieron que no podían tumbarse tumbas hasta la primavera afortunadamente el pueblo de la penitencia y la muerte es bastante por lo que fue imposible dará toda la carga sin equipo para esa temporada arturo el enterrador se volvió the perezoso con el tiempo y pareció
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