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George R R Martin
"El Dragón de Hielo" de George R R Martin

"El Dragón de Hielo" de George R R Martin 6ni1z

9/2/2025 · 01:00:00
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George R R Martin

Descripción de "El Dragón de Hielo" de George R R Martin 2b3z2m

Cuando llega el invierno, llega el dragón de hielo, nadie sabe si es el dragón quien trae el frío o el frío quien trae el dragón. En esta novela escrita en 1980 por el escritor George Raymond Richard Martin en 1980. Nos trae la historia de Adara, una niña que lleva el invierno en la sangre. en un mundo donde los dragones vuelan calcinan y destruyen, pero también congelan 4p5s4o

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Este contenido se genera a partir de la locución del audio por lo que puede contener errores.

El dragón de hielo, un relato de George R. R. Martin
A Adara le gustaba el invierno por encima de todas las cosas, pues cuando el mundo se
enfriaba llegaba el dragón de hielo.
No estaba segura de si era el frío el que llevaba al dragón de hielo o si era el dragón
de hielo el que llevaba al frío.
Era el tipo de pregunta que solía preocupar a su hermano Geoff que era dos años mayor
que ella y tenía una curiosidad insaciable.
Pero a Adara le daban igual esas cosas.
Mientras el frío, la nieve y el dragón de hielo llegaran según lo previsto, era feliz.
Siempre sabía cuando tenían que llegar gracias a su cumpleaños.
Adara era una niña del invierno.
Había nacido durante la peor helada que todos recuerdan.
Incluso Laura la vieja, que vivía en la granja de al lado y se acordaba de cosas que habían
pasado antes de que los demás nacieran, la gente todavía hablaba de aquella helada.
Adara les oía a menudo.
También hablaban de otras cosas.
Decían que había sido el frío de esa terrible helada lo que había matado a su madre.
Deslizándose a través de la gran lumbre que su padre había encendido durante su larga
noche de parto y colándose bajo las mantas que cubrían su lecho.
Y decían que el frío había entrado dentro de Adara cuando estaba en el vientre, que
cuando había venido al mundo tenía la piel azul claro llenada al tacto y que desde entonces
no había entrado en calor.
El invierno la había tocado, le había dejado su marca y la había hecho suya.
Era cierto que Adara siempre estaba sola.
Era una niña muy seria a la que rara vez le apetecía jugar con los demás.
Era preciosa, decía la gente, pero su belleza era extraña y distante, con su piel pálida,
su cabello rubio y sus grandes ojos azules.
Sonreía, pero no muy a menudo.
Y la había visto llorar.
Cuando tenía cinco años, había pisado el clavo de un tablón escondido bajo un montón
de nieve que la había atravesado el pie, pero ni siquiera entonces había llorado o
gritado.
Había sacado el pie y había vuelto andando a casa, dejando un reguero de sangre en la
nieve, y al llegar simplemente había dicho.
—Padre, me he hecho daño.
Los berrinches y los arrebatos de los niños normales no eran para ella.
Hasta su familia sabía que Adara era diferente.
Su padre era un hombre grande y rudo como un oso que apenas necesitaba a la gente, pero
siempre se dibujaba un sonrisa en su rostro cuando Jeff lo acribillaba a preguntas.
Y siempre tenía brazos y risas para Teri, la hermana mayor de Adara, que era rubia y
pecosa y coqueteaba descaradamente con todos los chicos de la zona.
De vez en cuando también abrazaba a Adara, pero solo durante los largos inviernos.
Sin embargo, en esas ocasiones no sonreía, se limitaba a rotearla con los brazos y apretaba
su cuerpecito contra él con todas sus fuerzas.
Abrazaba desde lo más profundo de su pecho y derramaba grandes lágrimas por sus mejillas
coloradas.
Nunca le abrazaba durante el verano.
Durante el verano estaba demasiado ocupado.
Todo el mundo estaba ocupado durante el verano, menos Adara.
Jeff trabajaba con su padre en el campo y le hacía continuas preguntas sobre esto y
aquello, aprendiendo todo lo que un granjero debía saber.
Cuando no estaba trabajando, corría con sus amigos al río y buscaba aventuras.
Teri llevaba la casa y cocinaba, y a veces trabajaba en la taberna que había junto al
cruce de caminos durante la estación de mayor actividad.
La hija del tabernero era amiga suya y su hijo pequeño era algo más que un amigo para ella,
y siempre volvía riéndose como una tonta.

Comentarios de "El Dragón de Hielo" de George R R Martin 5m35h

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