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Fundido a negro
Desapariciones misteriosas

Desapariciones misteriosas 4c5z41

10/3/2025 · 19:36
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Fundido a negro

Descripción de Desapariciones misteriosas 4z5f3m

Pontevedra sigue empapelada, 15 años después, con carteles de la búsqueda de Sonia Iglesias. Al igual que el ourensano Guillermo Collarte y la viguesa Ana María Fernandez, un día salieron de casa para no volver jamás. ¿Desaparecieron o los hicieron desaparecer? ¿Dónde están sus cuerpos? Las investigaciones apuntaron claros indicios de criminalidad. 4i5t6l

Lee el podcast de Desapariciones misteriosas

Este contenido se genera a partir de la locución del audio por lo que puede contener errores.

¿Dónde están Guillermo Collarte, Sonia Iglesias o Ana María Fernández? Sus desapariciones no son un caso al uso, ni mucho menos voluntarias.

Sus búsquedas destaparon claros indicios de criminalidad, pese a no haberse hallado sus cuerpos ni dejado rastro.

Lo que arrancó como tres investigaciones por desaparición se convirtió en tres causas judiciales por homicidio.

Porque aunque no haya cuerpo, las pesquisas no se detienen.

Porque son mucho más que rostros adornando carteles de búsqueda.

Porque un día, como cualquier otro, salieron de sus casas, pero ya nunca regresaron.

Su paradero seguirá siendo un misterio, salvo que alguien decida contar lo que sabe.

Las primeras horas tanto en un asesinato como en una desaparición son cruciales, pero la actuación policial en uno y otro caso son muy dispares.

Y es que al tratarse de personas adultas, calificar una desaparición como no voluntaria demora esta primera respuesta y muchas veces ralentiza la práctica de diligencias o que los jueces den su ok para, por ejemplo, obtener el registro de llamadas o grabaciones de cámaras de seguridad.

En el caso de Lorenzano Guillermo Collarte, no había dudas.

Este empresario de entonces 72 años tenía miedo.

No salía a la calle, cosa lógica ya que, un año atrás de su desaparición, había sido víctima de un secuestro exprés.

Dos encapuchados portugueses lo raptaron en Patos, una localidad del municipio pontevedrés de Nigrán.

Tras vendarle los ojos, lo metieron en un coche y le dieron diez días para pagar casi 150 millones de las antiguas pesetas bajo amenaza de muerte para él y su familia.

Los secuestradores sabían que Collarte iba a ingresar una importante cantidad de dinero de una transacción inmobiliaria.

La familia negoció su liberación y denunció el caso a la Guardia Civil, quien le puso durante un tiempo protección policial.

Por ello, cuando en octubre de 1999 se denunció su desaparición, siempre se investigó como un acto criminal.

Guillermo Collarte estaba delicado de salud, sufría diabetes y arrastraba secuelas de un derrame cerebral.

Pero la jubilación no era una opción para él.

Le apasionaba su trabajo.

Por ello, en la mañana del 5 de octubre de 1999, viajó desde Patos hasta Valença do Minho, en Portugal, para una reunión de negocios.

Lo acompañó su socio y amigo, ya que en principio solo serían unas horas.

Por la tarde, Collarte tenía que estar en Vigo para una cita en un despacho de abogados.

En Portugal lo esperaban, entre otros, un promotor pontevedrés y un exconcejal luso que istraba los negocios de Collarte en el país vecino.

Primero visitaron el edificio do mercado y luego, sobre las 12 de la mañana, Collarte acudió junto al exedil portugués a otro terreno, el antiguo Hotel Valenciano, que está próximo a la estación de Valença, donde el empresario obrensano iba a levantar otro inmueble.

Fue en ese momento cuando el concejal portugués se ausentó unos minutos, tuvo que, o dijo que tenía que acudir a su coche a buscar unos papeles.

Fue esta de las pocas veces que Collarte se quedaba solo desde su secuestro.

Y hablamos de tan solo seis minutos.

No fueron suficientes para que se le perdiera la pista para siempre.

Su mujer y sus hijos Berta, Luis y Guillermo, emprendieron entonces una lucha sin éxito ni pausa para tratar de esclarecer lo sucedido.

Desde el minuto uno y dados los antecedentes, se sospechó que Collarte había sido víctima de un secuestro.

Su familia estaba especialmente preocupada, también por sus problemas de salud, ya que necesitaba medicación.

Su vida corría peligro desde el minuto uno.

Tanto es así que la familia lanzó un mensaje de socorro desde el periódico Faro de Vigo, pidiendo su liberación e incluso una recompensa de 10 millones de pesetas, ofreciendo una recompensa de 10 millones de pesetas por cualquier dato fiable que pudieran aportarles.

Pero esta llamada nunca llegó.

Las investigaciones estaban comandadas por la Guardia Civil en España y la Policía Judiciaria en Portugal.

Y fue aquí, en Portugal, donde empezaron a verse las primeras pruebas.

Pero ya en 2008.

Un dispositivo dirigido por el juzgado de Valença buscó el cuerpo de Collarte en una finca próxima al solar, donde desapareció.

Bomberos equipados con un georadar buscaron durante días el cadáver del empresario.

Pero nada apareció.

Ya en 2009, un año después de los rastreos en el solar abandonado, la investigación daba por fin un paso de gigante.

La Fiscalía lusa acusaba a cuatro personas por su presa de implicación en el secuestro y desaparición del empresario Urbensano.

Entre ellos, los dos socios, el pontevedrés y el exconcejal portugués, que lo acompañaron a Valença aquel 5 de octubre de 1999.

El tercer implicado era otro socio gallego de Collarte, mientras que el cuarto era un atracador de bancos que habría actuado por encargo, a cambio de dinero.

Un sicario.

Este habría sido el ejecutor del rapto.

El juicio arrancó el 16 de noviembre de 2010, once años después de la desaparición, en un tribunal mixto de Valença-Domiño, formado por jueces y ciudadanos.

Los cuatro acusados se acogieron a su derecho a no declarar.

La Guardia Civil expuso en el juicio que ya se sospechaba de inicio de uno de los socios, e incluso que podía haber estado implicado en el primer rapto de Collarte.

También en la vista se aceptó como prueba la condena sobre el atracador de bancos, el supuesto ejecutor del rapto,

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