El culto Genestealer - Relato completo deWarhammer 40000 4x3u72

Saludos cultistas, el día de hoy vamos con un relato muy especial de Warhammer 40.000, esta vez escrito por David Palazón Hidalgo, es un escritor emergente que nos ha ado por el email haciéndonos llegar no solamente sus escritos sino también incluso unos guiones técnicos de un nivel excepcional, con lo cual en este humilde canal intentaremos hacer lo posible por honrar tan buen relato.

Este en concreto trata sobre cultos genestiler, los genestiler son una raza de una especie llamado tiranidos, los cuales se infiltran en los mundos y crean cultos subversivos dentro de la sociedad humana para poder tomar el control poco a poco y cuando llegue el momento y se acerque la flota enjambre a alimentarse de este mundo que no puede hacer de manera más fácil. Bien, con este contexto vamos a empezar con el relato, espero que te guste.

Versus Prime, último ciclo antes del silencio, la fe ya no es fuego, ahora es ceniza y lo que canta en la ceniza no es humano, yo soy el último, o eso creo, en realidad eso ya no importa, no sé cómo ha ocurrido, no sé quién es quién, desde esta cúpula en ruinas, en los niveles superiores, desde este altar muerto, lanzo mis palabras al vacío, con la esperanza, quizás la condena, de que alguien las escuche, que alguien sepa que no todos caímos en la canción, en las promesas y que aún quedaba uno, uno que rezó cuando todos los templos callaron, uno que esperó cuando el planeta se rendió una voz sin rostro. ¿Dónde empieza la conversión? ¿En la mirada de la eclesiarca que ya no nombra al emperador? ¿En la sonrisa extrañamente cálida? ¿De aquel oficial que antes citaba el dogma imperial y ahora habla de sueños compartidos? ¿De un futuro junto, sin mencionar a nuestro emperador? ¿O empiezan los sueños? En los míos, donde el trono dorado se agrieta y de las grietas brotan raíces vivas, palpitantes, unas fauces enormes abrazan mi ser, no reales, sino una sombra oscura, pero palpitante e inmensa, tan oscura como el vacío estelar.

Soñé que rezaba y que mis palabras eran devoradas por un eco que las devolvía deformadas, como si otro estuviera escuchando a través del emperador, como si mi plegaria fuera redirigida a una garganta distinta, una que responde con promesas envueltas en susurros humos, cuya respuesta es aquello que ansiamos, libertad. Y ahora, ya no sé si sueño cuando duermo, o cuando estoy despierto.

El emperador nos guió durante milenios, nos dio propósito, orden, esperanza. Entonces, ¿por qué ahora calla? ¿Por qué nos ha dejado solos ante esto? ¿Por qué me deja solo ante esto? El trono, que una vez nos sostuvo, parece más distante que nunca. Mis oraciones se hunden en el vacío, como piedras en un océano sin fondo. Y aún así, rezo, cada día, cada noche, incluso cuando mi voz se convierte en un gemido.