
Descripción de Capítulo 49 54tl
Nuevo capítulo de la radionovela 'El cielo que nunca vi', una producción de radio centro 56x6m
Este contenido se genera a partir de la locución del audio por lo que puede contener errores.
Diva Estudios presenta una producción de Radio Centro, El Cielo que Nunca Vi, una idea original de José Maya, con la actuación estelar de Lupita Lara y Néstor de Barbosa.
Sin dejar de lamentarse a gritos, Tati había logrado abrir la puerta desmayándose en el instante en que Javier llegaba hasta ella. Sufría graves quemaduras en la cara y en las manos, y el dolor había provocado su inconsciencia. Javier llamó una ambulancia, mientras él le practicó las primeras curaciones con los medios de que disponía. Ella fue recuperándose y pudo explicar lo sucedido, lo cual Javier ya sospechaba.
Todo ocurrió cuando me aplicaba la crema de noche. Sí, siempre la uso. La extiendo por la cara con las dos manos. A los pocos segundos creí volverme loca de dolor. Me abrazaba la piel. No sé ni cómo pude llegar hasta la puerta. Y ahora, ahora debo de estar hecho un monstruo. Cálmate, cálmate. No pienses en eso. Tuvo que ser él. Cambió el contenido del pomo, estoy segura. No se me ocurrió que haría algo por el estilo. Estuvo aquí. Él lo hizo.
Al amenazarme, sólo temí que fuera a volver. Quedaré desfigurada. Era lo que se proponía. Estoy destrozada, Javier. Estoy destrozada. Ni siquiera sé cómo puedo hablar, pero necesito explicártelo. Ya lo has hecho, Tati. Me figuré algo parecido. Por favor, no sigas hablando. Pronto llegará la ambulancia para llevarte a una clínica. Allí se ocuparán de ti. Nos llevaremos el pomo de crema para que lo analicen y detendrán a ese hombre.
Tienes que decirme cómo se llama. Rafael. ¿Y su apellido? No quiero que lo busquen.
Lo harán. Tienes que facilitar todos los datos, Tati. Si no, a mí o a la policía.
Ya nada tiene solución. ¿Crees que quedaré desfigurada? Sólo de momento. La cirugía plástica se ocupará de dejarte lo mejor posible. No te inquietes por eso. Supo encontrar la manera de causarme el mayor daño. Serán quemaduras cuyas cicatrices no pueden borrarse, estoy segura. Lo habré estudiado todo. Tendré una cara horrible, pero antes de soportar esto, me mataré. Vamos, vamos, no digas contrarias. Te juro que me mataré. Odio, odio la fealdad.
Yo necesito ser hermosa para vivir. Procura tranquilizarte, Tati. Ahora el dolor no puede ser tan intenso. El calmante que te di tiene que haber hecho su efecto. Quiero verme, quiero verme.
No te muevas, no intentes levantarte. No podrás sostenerte en pie. Quiero verme mi cara. No, Tati. Tráeme un espejo, Javier, por favor. Deja eso para después y no trates de quitarte las gafas que te he puesto en las manos. Quieta, vas a obligarme a sujetarte. Tengo derecho a verme. No, no voy a consentirlo. Tengo derecho a verme. Y no te conviene excitarte más de lo que estás.
Por favor, intenta calmarte. Anda, descansa. Es en beneficio tuyo. Deberías estar inmóvil para no empeorar las cosas. Mira, si quieres conservar tu belleza, tienes que obedecerme. Y lo único que te importa es eso, Tati, tu belleza. ¿Quieres tú colaborar en su destrucción? No debe preocuparte como estés ahora. Eso no significa nada. Pero si agravas las lesiones, será más difícil tu curación.
¿No lo comprendes? Tati, creo que ya vienen en tu busca. Te llevaremos a la clínica inmediatamente.
Era la mañana del día siguiente cuando Javier pasó a ver a Tati. Tenía el rostro y las manos vendadas. Sus ojos le miraron con desesperación cuando se acercaba preguntándole con gran esfuerzo.
Javier, ¿qué te han dicho los especialistas? Todo ha ido muy bien, Tati. Claro, tardarás en recuperarte, pero sólo es cuestión de paciencia y de algunos momentos dolorosos. Se ha ocupado de ti el mejor especialista en cirugía plástica. Creo que no quedarás defraudada cuando puedas verte. No. No, no, no hables. No debes hablar. Mira, voy a sentarme a tu lado. Bueno, ¿querrás saber algo de tu marido? Telefoné al hotel de Madrid.
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