Trending Misterio
iVoox
Descargar app Subir
iVoox Podcast & radio
Descargar app gratis
EL CIELO QUE NUNCA VI
Capítulo 48

Capítulo 48 612y1y

25/5/2025 · 30:29
0
6
EL CIELO QUE NUNCA VI

Descripción de Capítulo 48 6g5s23

Capítulo de la serie radiofónica 'El cielo que nunca vi', producida por Radio Centro 1o1m49

Lee el podcast de Capítulo 48

Este contenido se genera a partir de la locución del audio por lo que puede contener errores.

Diva Estudios presenta una producción de Radio Centro.

El cielo que nunca vi.

Una idea original de José Maya.

Con la actuación estelar de Lupita Lara y Néstor de Barbosa.

Aquel doctor, hijo de Doña Mercedes, examinó minuciosamente a Lucía.

Ahora, mientras Doña Mercedes se despedía de él, Lucía se encaminó despacio hacia la salida del consultorio.

Al llegar a la escalera, se detuvo aguardando.

El corazón le latía fuertemente.

Estaba asustada, confusa.

Hasta que pareció volverla a la realidad la voz de Doña Mercedes.

Lucía, ya podemos irnos.

Su hijo cree que sí, que es casi seguro.

Bueno, los análisis lo dirán con mayor certeza.

Puede tratarse de otra cosa.

Eso también lo ha dicho.

Dios mío, ¿qué voy a hacer? Espera, no salgamos a la calle todavía.

Tranquilízate un poco, por favor.

Sí, sí quiero estar tranquila, pero no puedo.

Tengo miedo, Doña Mercedes.

¿Qué dirá mi padre cuando, cuando le explique las cosas? No, no vas a explicarle nada todavía.

Tienes que esperar la confirmación de ello.

Y si quieres, en caso de que sea cierto todo, seré yo quien hable con tu padre.

¿De verdad? ¿Lo haría usted? Sí, hija. Todos tenemos que ayudarte.

Tu padre el primero.

Tu padre el primero.

No debes estar tan asustada, y menos aún por los demás.

Date cuenta de que no eres más que una pobre víctima, que no tienes culpa alguna de lo que te sucede.

Es a ti a quien hay que consolar y facilitárselo todo.

Mi padre, mi hermano, el doctor Javier.

Quisiera, quisiera no tener a nadie, no conocer a nadie.

Solo a usted, Doña Mercedes.

De esa forma, sufriría menos.

Tendría más conformidad.

Ellos se harán cargo de las circunstancias.

Te ayudarán.

Puedes estar segura.

Pero, cuando lo sepan, solo Dios sabe la reacción que tendrán.

Tú no estarás presente en ese momento.

Aunque no lo esté, puedo imaginármelo.

No, no tienes que imaginarte nada, Lucía.

Yo me encargaré de todo, y resolveré tus problemas.

Pero, además, no es seguro.

Todavía queda alguna esperanza.

Sí, claro.

Una pequeña esperanza.

Bueno, vamos a bajar las escaleras, y no hablemos más de eso hasta que lleguemos a casa.

¿O prefieres que te acompañe a la tuya? Pues sí, no quisiera encontrarme con el negro.

Dijo usted que se quedó esperándonos.

Preferiría irme a la casa si a usted no le molesta acompañarme.

No, hija, no, no me molesta en lo absoluto.

Haremos lo que tú quieras.

Vamos.

Después ya le diré al negro lo que se me ocurra, para que no piense que lo rehúyes.

Sí, sí, por favor.

¿Si te parece, tomamos un taxi? Es lo mejor.

Veremos si pasa alguno por aquí.

Lucía, el negro está ahí enfrente, y viene hacia nosotras.

No, Dios mío, no.

Camínate un poco, y no hables más de lo indispensable.

Déjamelo a mí.

Doña Mercedes.

Hola, negro, ¿qué haces por aquí? Creí que pensabas terminar la pintura de la cocina.

¿Qué le pasa, Lucía? ¿Por qué tuvo que venir a que la viera su hijo? ¿A quién mi hijo tenía que ver? Era a mí, y ella vino a acompañarme.

Estoy algo enferma, y ya ves lo que es este hijo mío.

Si quiero que me reconozca, tengo que venir a su consultorio como una enferma cualquiera de las más necesitadas.

¿Es eso cierto, Lucía? Así es, negro.

Pues tú no puedes tener peor cara que la que tienes.

Le duele mucho la cabeza.

Mi hijo le ha dado un calmante.

Ahora iba a llevarla a su casa.

¿Por qué no nos buscas un taxi, negro? Ya que hemos tenido la suerte de encontrarte tan a tiempo.

¿Tan mal estás, Lucía? Le duele mucho la cabeza, negro, y no tengo deseos de hablar.

Perdóname.

¿La que peor está soy yo? Puede que tengan que operarme y ni siquiera me has preguntado.

Lo siento, doña Mercedes.

No sé por qué se me ocurrió pensar que era Lucía la que venía a ver al médico.

Entonces, váyase a su casa que yo llevaré a Lucía.

Enseguida llamo a un taxi.

Espérenme aquí.

¿Qué hacemos, Lucía?

Comentarios de Capítulo 48 6r5854

Este programa no acepta comentarios anónimos. ¡Regístrate para comentar!