Cap. 268 (El señor de las tinieblas) 2g76j

GIGANTES PODCAST. BALONCESTO HABLADO.

7 veces en el primer equipo defensivo de la temporada. 4 galardones por el mejor jugador defensivo del año. 3 veces seleccionado para el All-Star. 1 para el segundo equipo del año. 3 para el tercero. 1 año máximo taponador. 1 año máximo reboteador. 2 platazos olímpicas. Otras 4 medallas entre mundiales europeos. Una parte del palmarés para un PIC 27. Sin embargo, la consideración pública del propietario de este palmarés, un tal Rudi Goebert, sigue cogida con pinzas. O como me ponías en el guión, con un asterisco gigante como él. Sí, ahora reina un tanto el silencio con Goebert. Momento ideal para hacerle nosotros este programa que teníamos en agenda desde hace tiempo. Pero no pasará mucho tiempo antes de que pueda volver a caerle el peso del ruido. Esto sucede con tres tipos de jugadores. Uno es ese estrellón que finalmente se estrella, que hay una convicción, incluso un deseo general de que lo haga.

Luego están los jugadores malditos que llevan esa cruz, un Patrick Beverley, un Ronald Test, que son jugadores que abren su propia categoría en ese sentido. Y luego una tercera categoría que son esos nombres que está Andrés siempre bajo sospecha. Es más, que tienen que estarlo como una especie de imposición y a veces para defender precisamente eso se retuercen muchísimos argumentos. El caso es que con Rudi Goebert Gonzalo, a medida que iba adquiriendo prestigio durante su carrera, el juicio se iba volviendo mucho mayor. Y esto es habitual. Lo que no es tan habitual es que ese juicio siempre cobrase una dirección y un tono muy concretos. La dirección negativa, el tono el más duro posible. Goebert ha cometido errores, por supuesto que los ha cometido unos cuantos además, pero sus consecuencias se han proyectado sin límites.

Y seguramente valga aquí un solo ejemplo para explicar esto. Lo que sucede con aquella famosa rueda de prensa que Rudi Goebert cierra bromeando sobre las consecuencias de un fenómeno cuyo alcance aún no sabíamos y que terminó en pandemia. Bueno, aquella rueda de prensa en la que toca micro grabadoras, toca todo lo posible por hacer la broma. Fue un error. Pero después, también es cierto que su compañero autónoma Mitchell le acusa públicamente de contagiarle a él y posteriormente hubo un movimiento en redes sociales acusándole, Gonzalo, que no es poco de ser el punto de enlace del virus a Estados Unidos. Culpa pudo tener por sus actos previos, pero que todo se pervirtiese de ese modo después, Gonzalo, eso ya no era cosa suya, sino narrativa alimentada por ese juicio cruel que siempre ha habido y me da la sensación que siempre habrá en torno a su figura, la de Rudi Goebert, por un motivo u otro.

A menudo da lo mismo. Goebert iba a decir tiempo después, con más perspectiva, que aquello le hizo entender cómo había gente que no iba a dudar en echarle a los leones a la primera oportunidad. Eso contrastaba mucho con lo que él pensaba de lo que sucedía a su alrededor, Gonzalo, sobre todo porque cuando Goebert aterriza en Estados Unidos, hablamos de 2013, lo hace básicamente como un anónimo del que nadie parecía hablar. Él coge, de hecho, el dorsal 27 en alusión a su puesto en el draft, recordando de dónde venía y cuánto vacío se le había hecho entonces. Pero a medida que su nivel se iba acercando a la élite, ese vacío acaba transformándose no en un reconocimiento unánime, sino más bien al contrario. Diferentes grupos de influencia dudando de él o incluso ridiculizando. Esto lo hemos visto. Gonzalo, Goebert ha pasado a ser desde entonces, y en muchos casos, una auténtica diana pública.

Bueno, él le ha dado vueltas a todo esto durante años, hasta el punto de haber tomado medidas para entender por qué y sobre todo para encontrar una solución a todo ese daño, a un dolor personal que le ha venido sufriendo. Digamos que su entorno es muy reducido, entonces hay un momento en que somete a consulta, para ver cuáles podían ser las consecuencias.