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Episodio número 2, bebé verdugo. Ya regresamos. Tenemos, obvio, obvio, obvio microbio, tenemos más datos sobre una personalidad bebé verdugo. Un bebé verdugo original, original, jamás será alguien exigente, jamás, en absoluto, para nada, jamás serán exigentes. Ella, él, el bebé verdugo adulto, son muy, muy, muy, pero muy demandantes, demandantes. Suenan así, mío, mío, quiero, quiero, necesito, necesito, requiero, requiero, de los de para George. Ella o él son los consentidos, consentidas de las de pro tope gama.

Bastante difíciles a nivel épico de mantenerlas en complacencia, de mantenerlos en complacencia. Otro rasgo, rasgo demasiado intenso es, te desmitifico con un bebé, un bebé avienta a roja la mamila, rompe un vaso, tira un jarrón. Voltea rápidamente con una miradita de, ¿qué pasó? Yo no fui. Transportemos ahora esto, esta línea de idea, a un bebé verdugo adulto, la clásica, clásica, clásica frase de un bebé verdugo adulto.

Oye, ¿por qué no me avisaste que tenía que pagar la tarjeta? Oye, pero es que es tu tarjeta. Sí, pero debiste haberme recordado que tengo que ir a pagar mi tarjeta. Esta es una frase que delata a un bebé verdugo adulto. Tú me dijiste, tú debiste, completa la frase, tú me dijiste, tú debiste, tú me tenías que decir. Transportémonos ahora de nueva cuenta a ese bebé, al bebé verdugo adulto.

Ay cachetón, ay cachetón. Como jamás me trajiste mi leche, ¿cómo deseas que pare de llorar si tengo hambre? Tú me debiste traer y además dar la leche. Yo jamás debía haberte la pedido, tú debiste haber traído la leche y dármela de beber. Ya como un bebé verdugo adulto es demandante, es súper, ultra, mega, hiperdemandante. En cuestiones y actividades que ella, que él, pueden hacer.

Pregunto obligada, pregunto obligada, a este minuto del podcast, en el episodio número 2 del bebé verdugo, ¿qué caracteriza, qué piensas que caracteriza, que aflora, que flota, que salta, que emana en un bebé verdugo adulto? De nuevo, ¿qué caracteriza, que aflora, que flota, que se quema, que salta en un bebé verdugo adulto? Así es, son indecisos, son indecisas. Te desmitifico con una del día a día.

Oye amor, ¿qué camisa me pongo, la café o la amarilla? Cualquiera se te ve bien cariño. No, no, no, ándale, ándale, dime, dime. La café. Oye, ¿la amarilla no te gusta más? Caracoles. Continúa analizando con nosotros. Un bebé jamás diría lo siguiente, jamás. Mi mami viene cansada de la calle y yo tengo hambre, pero ok, me aguanto hasta mañana. O verás, o verás, o verás. Yo tengo hambre, en este momento siento que me da inanición.

Ya sabes, la inanición, queridas y estimados suscriptores de este canal, la inanición es la debilidad extrema por falta de alimento o de ingesta de los nutrientes esenciales. Aunque siento que le da la inanición a esta señora, aunque le estoy dando hemiplegia, la hemiplegia es una sensación de parálisis del cuerpo. Traducción, se te momifica la mitad del cuerpo cuando tienes tanto, tanto, tanto el conocido por ustedes y por ustedes.

Muchachos, muchachos, ¿cómo? Estrés. Estrés. Acompáñame ahora de otro lado de la banqueta. Vamos con esta sintonía al bebé verdugo, pero ahora bebé verdugo adulto en sintonía de lo siguiente.

Oye, cariño, ya vámonos. Se hizo tarde. Ay, espérate, gordo, espérate. Está bien padre la plática. Sí que sí, está muy padre la plática, pero amor, me debo de madrugar a las 4.45 de la mañana. O sea, al ratito. Vámonos, por favor.

Y entonces, entonces, chan, chan, chan, chan, emana en escena la clásica frase de un bebé verdugo adulto. La clásica, clásica escena de la personalidad de un bebé verdugo adulto. Ay, gordito, ¿ya ves? ¿Ya ves? Yo nunca pude estar con mis amigos. Nunca me puedo divertir. Tú estás con tus amigotas, con tus amigotes, platique, platique, jajajajajaj. De temas que a mí ni encuenta. Y jamás te expresó nada. ¿Me escuchaste? Nada, nada, nada.