La Base Comanche 2x28 | La clase trabajadora se levanta por la paz 654o3

Fischer, Louis Ling, Michael Schwab y Samuel Fielden, sus nombres quedarán grabados para siempre. Las muertes de los mártires de Chicago no fueron en vano. Los capitalistas pudieron silenciar sus voces, pero como predijo Spies, la suya y la del resto de sus compañeros se volvieron poderosas. Ellos forman parte de nuestra historia, una historia plagada de tragedias pero también de heroísmo.

Primero de mayo, fecha de lucha, de reivindicación, de memoria y de victoria. Una jornada en la que en distintos países del mundo, en una gran parte del planeta, hay movilizaciones en defensa de los derechos laborales alcanzados, pero sobre todo se exigen condiciones laborales dignas y más derecho, pues con la clase trabajadora se sigue teniendo una alta deuda pendiente.

Pero este primero de mayo no fue cualquiera. Como saben, si algo logra el capitalismo con especial acierto es descafeinar las reivindicaciones para atribuirse medallas o darnos una palmadita condescendiente en la espalda. Denunciamos las feministas, por ejemplo, los intentos de pinkwashing habituales en el capitalismo, donde nos venden que la gran victoria del feminismo es que haya mujeres en consejos de istración de grandes transnacionales, cuando lo que el feminismo interseccional y popular denuncia porque está cansado de que se hable solo de romper los techos de cristal, al que el capitalismo nos condena a millones de mujeres, siempre las mismas, a seguir barriendo.

Denuncian también los ecologistas, los intentos de greenwashing de las grandes multinacionales que te dicen que el responsable de la crisis climática eres tú por no reciclar, y no las grandes empresas contaminantes que para colmo cuentan con poderosos lobbies que les permiten evadir los obstáculos para seguir haciéndose cada vez más ricos a costa de la sostenibilidad del planeta. Somos conscientes de que el capitalismo se renueva con muchísima velocidad para ir acorde con los tiempos, y vacía las luchas políticas para volverlas un lazo decorativo.

Y algo así puede pasar también, lamentablemente, con el primero de mayo.

Lo vemos por ejemplo cuando en algunos medios de comunicación, siempre dependientes de la financiación del capital, olvidan que el primero de mayo es el día del trabajador y la trabajadora, es decir, de la clase obrera que genera la riqueza y no del trabajo, como algunos titulares señalan. El trabajo, como esa abstracción sin personas dentro.

Como si el trabajo no fuera realizado por sujetos políticos que reivindican no el hecho de tener trabajo, sino las luchas que nos antecedieron para tener derechos, jornadas laborales dignas, salarios decentes y un largo etcétera que llegó, por cierto, tras ejecuciones como la de los mártires de Chicago. No, no celebramos ni reivindicamos el trabajo, sino a quienes trabajan muchas veces enfrentándose a los abusos del sistema capitalista que necesita de la clase obrera para generar riqueza.

Pero hay otras formas de despolitizar las luchas. Esto ocurre cuando se separan las luchas de los contextos políticos específicos. No somos sujetos abstraídos de la realidad, ni nuestras luchas son como burbujas que nunca se tocan. La lucha contra el genocidio contra el pueblo palestino está directamente vinculada con la lucha antiracista por derechos en las fronteras europeas, que está vinculada con la lucha de las trabajadoras domésticas por derechos, que está vinculada con la lucha de los maestros por la defensa de la educación pública, que está vinculada con la lucha contra la necropolítica del capitalismo bestializado. Las luchas con sus demandas específicas apuntan a adversarios comunes.

Y por eso este primero de mayo era tan importante, y sigue siéndolo, porque no es posible una lucha de la clase trabajadora sin hablar de las grandes amenazas de estos tiempos, es decir, del régimen de guerra y la militarización que en clave reaccionaria está entrando de lleno en los discursos y las políticas de los gobiernos europeos y estadounidense. Nunca una guerra protegerá a la clase obrera, porque seremos los y las trabajadoras las que pagaremos sus guerras como siempre hemos pagado sus crisis. Recordemos 2008.

Y por eso este primero de mayo viene teñido de algo distinto. La clase trabajadora europea se moviliza por la paz, contra el genocidio, contra el pueblo palestino o contra el racismo institucional contra las personas migrantes que son clase obrera. Estamos denunciando a ese capitalismo bestializado que sabe que si unimos estas banderas tendrá enfrente a un poderoso frente de resistencia, como en las épocas en que el movimiento obrero cambió el rostro del mundo. En tiempos de guerra que nos imponen, es más urgente que nunca una articulación obrera que defienda la paz y los derechos.

Que no se contente con mantener lo que ya tenemos, sino que apueste por ensanchar derechos denunciando las opresiones del gran capital que en su versión bestializada nos condena a guerras a las que enviarán a los nuestros y a los hijos de los nuestros. Porque mientras ellos aumentan el gasto militar y la gran industria armamentística se forra, quienes tendrán que ajustarse el cinturón para pagar sus guerras o enviar a sus hijos al frente seremos siempre los mismos. ¿Es posible un movimiento obrero que a 2025 no sea también un frente por la paz y contra el rearme? Hoy en La Base Comanche hablamos de la lucha de los trabajadores y las trabajadoras.