#9. La Vaquilla de Berlanga y la Tauromaquia durante la Guerra Civil: La realidad del toreo en tiempos de conflicto 4l2i1y

Hoy nos trasladamos al frente de Aragón. Estamos en 1938, en plena guerra civil.

Los soldados de ambos bandos, aburridos y cansados, intercambian tabaco y papel de fumar mientras idean formas de desmoralizar al enemigo. Pero en esta aparente calma se ve interrumpida cuando un altavoz de la zona nacional anuncia que, con motivo de las fiestas patronales, se celebrará una noviada en el pueblo, seguida de un banquete y de un baile.

En el bando republicano el desánimo se extiende rápidamente y es entonces cuando al Brigada Castro se le ocurre una brillante idea para fastidiar a los nacionales y, de paso, elevar la moral de su tropa. Soy Marco Sanchidreán y esto es Todos a los Toros. Bienvenidos.

Hay un periodo en la historia taurina que se ha pasado casi de puntillas por parte de taurinos e historiadores como es este de la guerra civil, así que hoy como hilo conductor vamos a tener a la película La vaquilla de Luis García Berlanga que, pese a no ser un título de esos que todos los aficionados dicen de carrerilla cuando hablan de cine taurino, pero creo que es un film fundamental para entender este periodo de nuestra historia.

La vaquilla no es solo una comedia sino una mirada irónica a los absurdos de la guerra y de la vida misma. A través de esta película descubrimos cómo la tauromaquia se vio marcada por los horrores del conflicto y también confirmamos cómo el pueblo se abrazó al toreo como vía de escape de los horrores de la guerra.

Y después de ver la película me surge la pregunta ¿cómo fue el toreo durante la guerra civil? Bueno, desde luego este podcast no pretende ser un sesudo análisis del conflicto sino que, a través de momentos, de anécdotas, de nombres o de detalles, vamos a comprender mejor lo que la guerra supuso el toreo pero también lo que aportó el toreo a las personas que sufrieron la guerra.

Y bueno, para hacer una primera foto precisa tenemos que ir a los orígenes del conflicto.

¿Cómo llegó el toreo a la temporada de 1936? Recordamos, estamos en la edad de plata del toreo que abarca desde la muerte de Joselito en el año 20 hasta el comienzo de la guerra, año 36.

Estamos en un proceso de transformación del toreo, en ese camino hacia la modernidad que impuso Joselito, pero hay un problema que el toro que comienza a definir Joselito aún no está vigente, por lo que las consecuencias de aplicar un toreo sin el toro adecuado, sin ese toro refinado, la verdad que son trágicas. Ahí está la prematura muerte de Manolo Granero, que a todas luces era el sucesor de Gallito, pero es que el número de fallecidos en el ruedo es absolutamente aterrador en esos años. El maestro Pepe Alameda lo cuantifica en su libro Crónicas de Sangre.

Mire, en el 30 mueren siete novilleros, en el 31 fallece el matador Curropulla, cuatro novilleros, cuatro banderilleros y un picador, en el año 32 un novillero, en el 33 dos banderilleros y un picador, en el 34 muere Sánchez Mejías, tres novilleros y dos banderilleros. Ojo, todos estos muertos por la asasta de los toros. Seguimos, en el 35 dos novilleros y tres banderilleros, en el 36 un banderillero, en el 38 otro novillero y un banderillero y en el 39 un novillero. En total, 36 toreros en apenas nueve años. Es una cifra absolutamente brutal y pocas veces igualada en la historia del toreo.

Por contraposición, el público es muy triunfalista. En esta recién estrenada Plaza de las Ventas se conceden 11 rabos desde que Juan Belmonte cortase el primero en la inauguración de la plaza. Después le siguieron la semana siguiente Marcel Alanda, en el año 35 Manolo Bienvenida, en septiembre lo cortan Juan Belmonte otra vez y Alfredo Corochano. Ese mismo año lo hacen Curro Caro y Lorenzo Garza también, en el 36 Manolo Bienvenida y en la corrida de la victoria en el año 39 se cortan tres rabos por Domingo Ortega, Vicente Barrera y Pepe Pérez.