
Descripción de 41 La llegada de la tempestad 67h25
Stephen King logra crear una atmósfera inquietante y claustrofóbica alrededor de este automóvil diabólico. Su forma de narrar es única, y la evolución de los personajes, especialmente la de Arnie, es fascinante. La novela nos sumerge en los tortuosos caminos de la adolescencia, donde las pasiones y las obsesiones pueden tener consecuencias mortales. Además, la relación entre Arnie y Christine es perturbadora y adictiva. ¿Quieres anunciarte en este podcast? Hazlo con advoices.com/podcast/ivoox/497413 5k1i1y
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La hora del espanto, un encuentro con la literatura del cielo de lo fantástico, novela, cuento, leyendas, relatos de los grandes genios de la literatura universal, quedas con tu anfitrión, Reinaldo Martínez. 41. LA LLEGADA DE LA TEMPESTAD.
La primera de las grandes tempestades invernales del Nordeste llegó a Libertyville en la víspera de Navidad avanzando impetuosa por el tercio superior de los Estados Unidos, en un recorrido tempestuoso, amplio y fácilmente predecible. El día comenzó bajo un sol brillante de cero grados, pero los pronósticos de la mañana ya estaban anunciando alegremente el mal tiempo, aconsejando a los que no habían terminado sus compras de última hora que las hicieran antes de media tarde. Para aquellos que habían proyectado viajes a las casas familiares para una Navidad a la antigua, siguió el consejo de que reconsiderasen sus planes si el viaje no podía hacerse dentro de las cuatro o seis horas siguientes.
Si no quieren pasar el día de Navidad en un área de aparcamiento de la Interestatal 76 en algún punto entre Bedford y Cloudlight, yo me marcharía inmediatamente o me quedaría en casa, dijo el tipo de la FM 104 a su público oyente, buena parte del cual estaba demasiado cargado para ni tan siquiera considerar la posibilidad de ir a parte alguna. Y después reanudó el programa de Navidad con la versión de Springsteen de Santa Claus is Coming to Town. Aproximadamente a las 11 de la mañana, cuando Dennis Gilder finalmente salió del Hospital de Libertyville, según las normas del hospital, no pudo utilizar sus muletas hasta que hubo salido del edificio, siendo empujado hasta ese momento en su silla de ruedas por Elaine. El cielo había comenzado a cubrirse y alrededor del sol se había formado un círculo espectral. Dennis cruzó cuidadosamente con sus muletas la zona de estacionamiento, planqueado por su padre y su madre, muy nerviosos, a pesar del hecho de que el lugar había sido escrupulosamente barrido de cualquier resto de nieve y hielo.
Dennis se detuvo junto al coche familiar, alzando ligeramente el rostro para recibir la fresca brisa. Hallarse fuera era como una resurrección. Sentía que hubiera podido seguir allí de pie durante muchas horas sin saciarse. Aproximadamente a la una de aquella tarde, la furgoneta de la familia Cunningham había llegado a las afueras de Ligonier, a 150 kilómetros al este de Libertyville. Por aquel entonces, el cielo estaba cargado, entoldado suavemente en un tono gris bizarra y la temperatura había descendido seis grados. Había sido idea de Arnie el que no cancelaran la Navidad tradicional de visitar a su tía Vicky y al tío Steve, la hermana de Regina y su marido. Las dos familias habían establecido un rito casual, libre, con los años, algunos de los cuales Vicky y Steve acudían a su casa y otros eran los Cunningham los que iban a casa de los Ligonier. El viaje de este año se había concertado a principios de diciembre.
Había sido cancelado después de ocurrir lo que Regina calificaba tozudamente de problema de Arnie, pero a inicios de la semana anterior, Arnie había comenzado a insistir incesantemente para que el viaje se llevase a cabo. Finalmente, después de una larga conversación con su hermana, el miércoles, Regina cedió al deseo de Arnie, principalmente porque Vicky parecía sosegada y comprensiva y principalmente sin nada de curiosidad sobre lo que había sucedido. Esto era importante para Regina, más importante de lo que ella hubiera sido capaz de decir. Le parecía que, en los ocho días desde que Arnie había sido arrestado en Nueva York, había tenido que enfrentarse con una interminable corriente de curiosidad rancia disfrazada de comprensión. Al hablar con Vicky por teléfono, al fin se había derrumbado y se echó a llorar. Era la primera y la única vez desde ese momento.
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