37-El Conde De Montecristo-La condesa de Morcerf 2t492y

Cuando alberto se halló a solas con montecristo le dijo permítanme comenzar mi oficio de cesaron por la exhibición de medio departamento de soltero habituado a los palacios de italia tendrá usted que calcular cuántos pies cuadrados puede vivir un joven de parís que no pasa por estar mal alojado a medida que pasemos de una habitación a otra abriremos las ventanas para que usted respire montecristo conocía ya el comedor y el salón del piso bajo alberto le condujo desde luego a su estudio que era ya lo hemos dicho su pieza predilecta montecristo era un digno apreciados de todas las cosas que alberto había ido amontonando allí arcones antiguos porcelana del japon telas de oriente armas de todos los países del mundo todo le era familiar a la primera ojeada conocía la época del país y el origen rousseff creyó ser el explicador y por el contrario resultó que hizo bajo la dirección del conde un curso completo de arqueología bajaron al primer piso y alberto le llevó al salón lleno de obras de pintores modernos había paisajes de dupree combates ahora a caballo de la croa acuarelas de boulanger óleos de días dibujos de de amp pasteles de giroud y de müller croquis del viaje de oriente de auschwitz en fin todo en cuanto el arte moderno puede dar en cambio y compensacion del arte de los siglos precedentes alberto esperaba esta vez al menos mostrar algo nuevo al extraño viajero pero con gran asombro suyo montecristo sin tener necesidad de buscar las firmas aplicaba en el acto el nombre de su autor a cada obra de manera que era fácil de ver que no solamente esos nombres le eran conocidos sino que el talento propio de cada pintor había sido apreciado y estudiado por él del salón y pasaron a la alcoba era la veis un modelo de elegancia y de estilo severo un solo retrato firmado por leopoldo robert destacaba sus atrayentes tonalidades en su marco de oro mate un solo retrato firmado por leopoldo robert destacaba sus atrayentes tonalidades el retrato atrajo desde luego las miradas del conde de montecristo era el de una mujer de veinticinco veintiséis años de mirada de fuego velaba bajo largas y sedosas pestañas llevaba el traje pintoresco de las pescadoras catalanas con el corpiño rojo y negro las agujas de oro en los cabellos miraba al mar ni su elegante silueta se recortaba sobre el doble azul de las olas y del cielo había poca luz en la alcoba sin lo cual hubiera notado alberto la palidez lívida que se extendió por las mejillas del conde y el estremecimiento nervioso que agitó sus hombros y su pecho hubo un instante de silencio durante el cual montecristo permaneció con los ojos obstinadamente fijos en el retrato tiene usted aquí una hermosa querida vizconde y el traje que que este baile bailes sin duda le sienta de maravilla conde una equivocación que no le perdonarías si al lado de este retrato hubiese visto otro no conoce usted a mi madre eso es retratado en este cuadro bienvenidos a lecturas de yamil cuéllar continuó leyendo la gran novela de alejandro dumas el conde de montecristo capítulo treinta y siete página trescientos uno