
07 La armonía: acordes, tonalidades y disonancia 112u5k
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Sesión del curso de apreciación musical de la escuela viva de periodismo u2i3s
Este contenido se genera a partir de la locución del audio por lo que puede contener errores.
Curso de apreciación musical. La armonía. Acordes, tonalidades y disonancia.
Bienvenidos a esta exploración sonora. Hoy vamos a meternos con la arquitectura invisible de la música. La armonía. Eso que le da como cuerpo, ¿no? Profundidad, color, dirección emocional a lo que oímos. Y muchas veces funciona casi sin que nos demos cuenta, ¿verdad? Exacto. No es sólo la melodía a la que cantamos, sino pues todo ese fondo que la arropa. Precisamente. Y el objetivo yo creo que es, bueno, empezar a sentirla de forma más consciente. Entender cómo esos acordes que acompañan pueden cambiar una melodía por completo. Su mensaje. Claro.
Llevarnos de, no sé, de la calma a la tensión. O crear ambientes súper distintos con las mismas notas, ¿eh? Empecemos por lo básico, si te parece. ¿Qué es exactamente la armonía? A ver, si la melodía va en horizontal. Sí, ¿en el tiempo? La armonía es vertical. Sonidos que suenan a la vez se basa en acordes, ¿no? Como ladrillos de sonido. Eso es. Y el más básico, la triada. Fundamental, tercera y quinta. Vale. Y justo ahí ya tenemos una clave emocional enorme. La diferencia entre un acorde mayor y uno menor, que está en la tercera.
Culturalmente, al menos en Occidente, lo mayor nos suena como abierto, alegre, ¿no? Y lo menor, pues más introspectivo, quizá melancólico. Es casi un lenguaje que reconocemos todos, aunque no sepamos música. Sí, sí. Totalmente intuitivo. Pero la cosa se puede poner más interesante, ¿verdad? Mucho más.
Pienso en acordes más complejos, con séptimas, novenas. El jazz, por ejemplo, que coge una canción normalita y la transforma. Exacto. La rearmoniza y parece otra cosa. Es como cambiarle la luz a una habitación. Una herramienta muy potente. Fundamental. Y para entender cómo se mueven esos acordes es clave el concepto de tonalidad.
La idea de que todo gira en torno a un centro. La tónica. Como un sol en un sistema planetario. Algo así. Y eso crea una jerarquía, unas funciones. La tónica, que es el reposo, el hogar. La dominante, que es la tensión máxima, que pide volver a casa. Volver a la tónica. Y la subdominante, que es una tensión más suave, como de preparación. Claro. Y de ahí sale la famosa progresión I-IV-V-I.
Tónica, subdominante, dominante, tónica. Esa misma. Que nos suena tan, tan lógica, tan familiar. Por esa sensación de viaje y regreso. Exacto. Y explica también las cadencias, esos finales de frase musical. La cadencia perfecta, VI, es el punto final, claro. Cierre total. La plagal, I-IV-I, el amén de iglesia, suena más, solemne, menos tajante. Y luego está la rota, V6, por ejemplo, que nos deja como en vilo, nos sorprende. Te deja esperando algo más. Jugar con eso es parte del arte.
Totalmente. Y en ese juego de tensión y reposo entra la disonancia. Claro. Ese choque o roce entre notas. La inestabilidad frente a la consonancia, que es más redonda, estable. Efectivamente. Y lo curioso es cómo ha cambiado lo que consideramos disonante. ¿Ah, sí? Claro. El tritono, por ejemplo, tres tonos seguidos.
En la Edad Media lo llamaban diábolus y música. Imagínate. Y hoy es súper común. Aporta un color, una tensión muy interesante. La historia de la armonía es en gran medida ir aceptando e integrando disonancias. Entiendo. O sea, desde el Renacimiento hasta, bueno, las rupturas del siglo XX, que ya es otra historia.
Claro, esa música exige una escucha diferente, más abierta. Pero en el pop, el rock, el jazz, la música de cine, la armonía tonal, con sus tensiones y resoluciones, sigue siendo clave. A veces muy sofisticada, como en el jazz, y otras con fórmulas más sencillas, pero súper efectivas en el pop. Al final, lo importante para disfrutarla más no es saber teoría. No, claro. Es más bien desarrollar el oído, la sensibilidad, escuchar cómo se mueven los acordes, cómo crean tensión y cómo resuelven. O cómo no resuelven y te dejan ahí pensando. La armonía como narradora de emociones, por debajo de la melodía.
Exacto. Incluso tiene esa dimensión casi simbólica, ¿no? Lo mayor triunfal, lo menor melancólico. El cine lo usa constantemente. Sí, es verdad. Pero ojo, que no por ser compleja es mejor. A veces un solo acorde distinto, en el momento justo, cambia todo. Lo cambia todo. Calidad sobre cantidad. En resumen, diría que la armonía es un arte de equilibrios, orden y libertad, consonancia y disonancia. Es pintar paisajes emocionales con acordes. Y entender un poquito cómo funciona, aunque sea intuitivamente, pues enriquece muchísimo la experiencia musical.
Entonces, la invitación, ¿cuál sería? Quizás, ¿no?
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