06PDB- Escuchar: espacio de conexión contigo y lo que te rodea j284e

En esta vida tan ajetreada y ruidosa, donde las voces se entrelazan, escuchar y ser escuchado son dos de los actos esenciales de la humanidad.

Ir hacia el corazón del otro permite que las palabras y los silencios encuentren un sentido, ya que detrás de cada voz hay un alma que necesita ser comprendido.

Escuchar es mucho más que oír unas simples palabras, es un acto de presencia y una demostración de interés hacia la otra persona.

Para escuchar se necesita más del corazón que de los oídos.

Es abrir una puerta a tu mundo interior, permitiendo que sus pensamientos, emociones y deseos se mezclen con los nuestros.

Escuchar es parar el ruido y el tiempo para poder prestar atención a la otra persona.

Desde que este mundo se basa en una pequeña pantalla, el tiempo se nos pasa más rápido, no notamos todo lo que sucede a nuestro alrededor y no le damos importancia a los pequeños detalles de la vida.

No puede ser escuchar el barullo de una plaza llena de niños gritando de felicidad mientras juegan al fútbol o cualquier otra cosa de nuestro día a día.

En un mundo tan acelerado y ruidoso, escuchar es una habilidad que hemos comenzado a olvidar.

La sociedad de hoy en día lo único que nos enseña es a hablar, a opinar de los demás, pero nunca nos enseña a detenernos, a guardar silencio y a prestar atención a lo que sucede a nuestro alrededor.

Escuchar es leer entre líneas, captar las emociones e intentar entender a la otra persona aunque no sepa cómo expresarse.

Por otro lado, ser escuchado es una de las mejores sensaciones que nos puede dar esta vida ya que nos hace ver que no estamos solos.

Cuando alguien realmente nos escucha y no solo nos oye, nos damos cuenta de que lo que somos y sentimos realmente importa.

Por un momento, el peso de nuestras preocupaciones se reparte y la persona que nos escucha nos ayudará a cargar con lo que nos duele.

Muchas veces pensamos que para no molestar lo mejor es no hablar, guardarse esos sentimientos malos dentro de nuestro cuerpo, pero al final nos acaban perjudicando poco a poco porque a su vez nuestra mente nos juega malas pasadas.

Cuando tú te expresas con alguien, te liberas de todo el peso que sientes, estás muchísimo mejor contigo mismo.

Cuando alguien nos escucha de verdad, sin interrupciones, sin prisa y nos da la oportunidad de mostrar cómo somos, nos liberamos de nuestros miedos e inseguridades y sentimos como esas personas nos da espacio para que nuestras emociones encuentren salida y podamos transformarnos.

Escuchar nos enseña a ser pacientes, a ser empáticos, a valorar las cosas que los demás tienen para contar.

Por otro lado, cuando somos nosotros quienes somos escuchados, nos sentimos comprendidos y aceptados.

Nos recuerda que nuestras palabras tienen un lugar en el mundo y no caen en el vacío.

Sentirse escuchado no es solo un acto de comunicación, es un acto de amor y respeto.

Escuchar y ser escuchado son actos de reciprocidad y son dos lados de una misma moneda.

Escuchar nos hace ponernos en el lugar del otro y comprender su realidad.

Ser escuchados nos permite sentirnos amados.

Ambos lados unen a las personas.

En la escuela, en la familia, en las amistades y en la vida misma, la capacidad de escuchar y de ser escuchado define la calidad de nuestras relaciones.

Un maestro que escucha a sus estudiantes no solo enseña, sino que inspira.

Un amigo que escucha no solo acompaña, sino que sana.

Y una familia que escucha no solo convive, sino que crea un refugio.

Un novio acompañante de vida no solo da amor, sino que da paz.

En conclusión, el arte de escuchar y ser escuchado es mucho más que una interacción, es parte de nosotros mismos.

Un puente que nos conecta con los demás y con nosotros mismos. Aunque nuestras voces puedan parecer pequeñas, siempre habrá alguien dispuesto a escuchar.