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La vida elísea | Capítulo 23: La comunión de los santos [Volvemos con las aventuras de los niños]

La vida elísea | Capítulo 23: La comunión de los santos [Volvemos con las aventuras de los niños] 3n4v35

5/3/2025 · 01:25:33
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Hago la lectura del capítulo 23 del segundo libro de la trilogía recibida por Robert James Lees (1849-1931). Luego en el comentario repasamos algunas cosas del texto. Esta obra fue dada por Aphraar, que es el espíritu, el desencarnado que, a través de Robert James Lees, nos contó la historia de su vida tras la "muerte". Este capítulo vuelve a contarnos algunas aventuras muy ilustrativas de la interacción entre los niños recién llegados al mundo espiritual, etc. El libro está escrito hace unos 120 años, y es la historia de la vida de Fred en el mundo espiritual. Página correspondiente, con el texto, etc.: https://www.unplandivino.net/ve-23/ ___ La página que recopilará todos los enlaces (audios, etc.), donde introduzco esto es: https://www.unplandivino.net/transicion/ 1r2yj

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Buenas. Bienvenidos a este audio de unplandivino.net. Vamos con el capítulo 23 de la vida elísea. Se titula La comunión de los santos, que es una especie de broma, por así decir, porque eso suena como muy formal, pero vemos que esta comunión entre las personas un poco más, digamos, avanzadas y nosotros, pues es lo que está reflejando el libro en muchos capítulos. El trabajo, el trato entre espíritus y nosotros, espíritus más avanzados como los protagonistas. Y ahora, bueno, los niños vuelven a la carga, por así decir. De esto trata el capítulo. Por fin hemos terminado lo de Ramya y Ramya dice Afrar Ramya había terminado su trabajo y se había marchado, pero ¿cómo voy a hablar del efecto que había producido su visita? Comprendo muy bien, lector mío, que consideres el resultado muy insatisfactorio.

A lo largo de toda su argumentación, tal como yo la he trazado, has detectado puntos débiles, conclusiones falsas e inferencias injustificables. Le permití asumir tranquilamente posiciones que tú habrías rebatido con firmeza y, en consecuencia, si hubieras estado en mi lugar, toda la argumentación de Ramya habría tomado otro cariz. Es decir, suponiendo que se trate de un hecho real y no de la creación de una mente que inventa un programa hipotético sobre el que construir otro credo. Fijaros, voy a parar un momento, luego lo comentamos un poco más, como siempre al final. Ahora está hablando como si nosotros fuéramos dogmáticos cristianos o tuviéramos algo de dogmatismo, del cristianismo clásico.

Nosotros, por así decirlo, o sea, dogmáticos. Porque lo que ha rebatido Ramya son cosas que nosotros, en realidad, ya teníamos enfiladas bien. Lo único que hay cosas, que por eso hemos comentado tan largamente después de los últimos audios, como estamos, digamos, entre comillas, al menos en el conocimiento un poco más avanzado en algunas cosillas, ya que han pasado nuevas cosas desde hace 120 años, pues eso. Bueno, luego si acaso seguimos. Sigue. Si hubieras estado en mi lugar, ahí radicaría toda la diferencia. Supongamos por un momento que hubiera sido así. ¿Qué habría ocurrido? Puedo decírtelo tal vez mejor de lo que te imaginas. Todos tus prejuicios actuales se habrían desvanecido.

Mil experiencias que ahora se encuentran entre las dos posiciones que tú y yo ocupamos habrían roto tu superficial conocimiento de las cosas de Dios y te habrían preparado para recibir la verdad en surcos de profundo deseo expectante. La atmósfera espiritual en la que residirías sería tan clara y tus poderes de discernimiento se verían tan acelerados que reconocerías y aclamarías cada verdad en su enfoque y perderías el poder de repreguntar o tratar de evadirla en favor de una opinión acariciada pero errónea. El poder de repreguntar, de volver a preguntar. Perderías eso. Sigue. Tú, como yo mismo, habrías unido tus manos a las de Tomás y cuando se hubieran visto las evidencias no habrías esperado a tocarlas o manipularlas sino que habrías caído a los pies del totalmente certero Salvador y habrías exclamado Señor mío y Dios mío.

Eso es lo que habría sucedido de haber estado en mi lugar. Ramya había dicho que no pretendía hacer más que esbozar el contorno de la calzada del Cristo y no era necesario que él intentara más. Su simple indicación de la dirección hizo que todo el recorrido brillara con el resplandor de la divinidad. Redujo a la calma un caos previo y ante mi asombrada vista se presentó el camino por el que los rescatados del Señor podrían regresar con cantos y alegría eterna a la patria y legítima herencia de la divinidad.

En su misión de esclarecimiento Ramya había roto los enredos cruzados de la teología, se había abierto camino a través de las contradicciones de la dogmática, había considerado sin importancia las definiciones de padres y concilios, había ignorado los confusos campos de batalla de los escolásticos, no había encontrado ocasión para discutir teorías sobre el Edén, el primer estado del hombre, la caída, el pecado original y temas afines. Y si es que sabía que Israel era un pueblo peculiar, más querido por el corazón de Dios que cualquier otra nación, no lo mencionó, ni llamó a ninguno con el nombre de pagano, ni señaló dónde estaba.

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