Vampiro la Mascarada - El Grimorio de Fronsac 33 - Líneas de sangre Gangrel 5ta2j

Saludos desde la Frecuencia, Pocas Freaky, Rolero y mucho más.

Esa región donde el frío te congela hasta el alma y la noche es un chiste de mal gusto durante la mitad del año.

Sin el anterior programa emitido o con señal pirata hablamos del clan de los Gangrel.

Hoy hablaremos de esos bastardos.

Porque sí, si bien es uno de los que más directos resultan y son menos retorcidos que la media de colmilludos, también tienen sus defectos.

Y uno de ellos es lo que nos trae aquí, mientras sorbo este whisky irlandés en medio de esta isla donde no hay quien entienda a nadie a hablar en condiciones.

Pues eso, lo que he dicho, sus bastardos, que los hay y no son pocos.

Esos bastardos son pequeñas líneas de sangre que en algún momento ya mencioné, pero hoy voy a adentrarme un poco más en el cajón de los calcetines olvidados, que es prácticamente como los Gangrel consideran a sus descendientes.

Como os decía, vámonos al norte, aunque yo ya estoy de regreso después de congelarme las pelotas, pero algunas investigaciones te llevan a sitios extraños.

Y con justa razón, porque arrastrarse hasta los confines del mundo donde la comida escasea y las posibilidades de encontrar una buena presa son menores que la dignidad de un osferato en una fiesta de ventrus o toreador.

Sin embargo, hay una línea de sangre que lo hizo, y no solo lo hizo, sino que además convirtió en una misión sagrada el preservarlo.

Hablo de los Noyad, también llamados vagabundos.

Eran vampiros que creían que su deber era contemplar las auroras boreales y leer en ellas la voluntad de los dioses.

No me meto con los kinks de nadie, sí, como si fueran el maldito boletín meteorológico espiritual del universo vampírico.

Estos Gangrel en origen de los hielos se aferraron a una única tribu de mortales como rebaño, los Sami, y los protegieron con ferocidad de todo lo que merodeaba en los páramos congelados ya fueran osos, lobos, vampiros forasteros o dios no es libre, la sombra con ínfulas de conversión cristiana.

A cambio los Sami les ofrecían su sangre, su lealtad y lo más importante, un refugio seguro durante los interminables.