Tres padres 5z611k

En las lecturas de hoy hemos oído hablar de tres padres distintos. No voy a preguntaros cuáles son, por si acaso no aprobamos el examen, pero la primera lectura nos hablaba del rey David, el rey David que fue padre de de Salomón y de otros tantos, del rey Salomón, y que le dijo yo pondré a un descendiente en tu trono después de ti, pero le hace una promesa de un descendiente todavía más grande que vendría siglos después, que es Cristo de la casa de David. En la segunda lectura se nos hablaba de otro padre que era Abraham, muy bien Federico, Abraham que no podía tener hijos, era anciano y se le prometió que sería padre de muchas naciones, y luego en el evangelio hemos oído hablar de otro padre que es...

Pues no, porque José no era padre de Jesús, toma ya, en todo caso será Dios padre, pero hemos oído hablar de San José que era padre adoptivo, de Jesús era el esposo de María, fijaos que empezaba el evangelio, Jacob engendró a José el esposo de María de la que nació Cristo, dejando bien claro que Jesús no es hijo de José. Estos tres padres podemos analizarlos porque es interesante, Abraham era incapaz, David era un pecador y San José era un dudoso.

Primero Abraham, incapaz, incapaz físicamente de tener hijos, anciano, su mujer era estéril, pero Dios le hace una promesa que le sobreabunda, tendrás hijos como las estrellas del cielo, y San José qué hace, cree en Dios, cree que Dios le va a capacitar para algo que por su naturaleza es imposible, pero confía en Dios y efectivamente aquí estamos nosotros numerosos como las estrellas del cielo, todos los cristianos hijos de Abraham, todos los creyentes del mundo. También nosotros y particularmente a veces los hombres, los padres, nos podemos sentir un poco incapaces, un hombre es muy difícil que reconozca que es incapaz de algo, sabéis que si un hombre se pierde conduciendo es capaz de llegar a Roma antes que pararse a preguntar, los hombres nos cuesta reconocernos incapaces, pero lo cierto es que lo somos, somos pobres, somos pequeños, somos pecadores y es algo que tenemos que itir ante nosotros mismos y decir pues yo sin Dios no puedo, sin Dios no puedo, que es el orgullo que podemos tener, querer hacerlo todo por nuestras fuerzas, Abraham sin embargo que es padre, Abraham significa padre de multitudes, él reconoce su incapacidad y entonces que hacia acude a Dios, señor lo que yo no puedo hazlo tú, lo que yo no puedo hazlo tú, entonces esa incapacidad queda sanada por la gracia de Dios.

También hoy nosotros en este mundo que está intentando mancillar la figura del hombre y excluir la figura del padre tenemos que reconocer que Dios a los hombres nos capacita, nos capacita para ser esposos, para ser padres y para ser hombres, para ser masculinos, ser masculino no es nada malo, hoy en día se nos quiere vender que ser hombre es malo porque el hombre es potencialmente una mala persona, potencialmente alguien que daña, se nos quiere hacer vender que el hecho de que el hombre sea más agresivo es malo, cuando la agresividad bien canalizada está fenomenal, cuando la canalizo hacia el fútbol, hacia el tenis o hacia defender a mi mujer y a mis hijos cosa que no viene nada malo.

El señor nos capacita para una masculinidad sana, buena, bendita, bendecida, creada por él, el señor nos capacita para aquello para lo que aparentemente somos incapaces, por ello también es tan hermoso entender la figura del hombre en esa complementariedad con la mujer porque las mujeres nos complementáis a los seres humanos, a los hombres, a los varones, nos complementáis. ¿Qué significa eso? Significa que nosotros somos de una manera, vosotras de otra y entonces al encajarnos somos como un puzle que nosotros os aportamos a vosotras y vosotras a nosotros, no somos iguales somos iguales en dignidad y en derechos pero no somos iguales, de hecho somos muy diferentes y eso es una bendición y es una maravilla.

Hoy en día se quieren anular las diferencias, cosa que es antinatural y no se puede hacer y que además hace que perdamos riqueza porque pues qué hermoso es el complementarme con alguien, complementarme con alguien que es diferente a mí y ahí Dios al hombre nos capacita a través de la mujer y a la mujer la capacita a través del hombre porque Dios ha querido que sea así a través de un sacramento precioso que es el matrimonio y en el caso de los sacerdotes a través del orden sacerdotal en el que nos casamos con la iglesia, que es un desposorio distinto pero real también, espiritual místico pero real y en ese sentido