La solterona (1939) BETTE DAVIS / GEORGE BRENT / EDMUND GOULDING / Drama / Cine Clásico 375g1i

La solterona.

El día 1 de julio próximo tendrá lugar un importante acontecimiento social.

La boda de James Ralston con la encantadora señorita Delia Lowell, nieta mayor de Henrietta Lowell.

La ceremonia se celebrará en la residencia de los Ralston.

Aquí estoy, señorita.

Oh, vaya, cuánto lo siento, señorita.

No tiene importancia, no te preocupes.

¿No está usted nerviosa, señorita Delia? ¿Nerviosa? No, ¿por qué iba a estar nerviosa? Ojalá yo no lo estuviera, no sería tan torpe y lenta.

Dios mío, cualquiera diría que soy yo la que se casa, me tiemblan las manos.

Cálmate, Dora, cálmate.

Eso es, ya está, ya está.

Bueno, usted siempre se lo ha tomado todo con mucha calma.

Si fuera yo...

Tampoco es usted supersticiosa, ¿verdad, señorita? ¿Supersticiosa? No demasiado, ¿por qué? Oh, porque el día de la boda se debe llevar algo prestado y algo azul.

Es verdad, algo usado y algo nuevo.

Mi vestido es heredado y todo lo demás es nuevo.

Pero no tengo nada prestado ni nada azul.

Dora, ¿qué podemos hacer? Pues yo me sentiría más tranquila, señorita, sincero.

Tendrás que prestarme algo.

Oh, pero ¿qué tengo yo que pueda usted llevar, señorita? Tendrá que ser algo que no se vea.

Una liga, préstame una liga.

¿Una liga? Sí.

Muy bien, señorita, pero desee la vuelta, por favor.

Si no te veo, Dora.

Delia, qué día tan espléndido para una boda.

Mira, algo prestado.

Permítame, señorita.

Estoy tan emocionada que quisiera llorar y reír a la vez.

Yo llevo así toda la mañana, señorita Carlota.

Ojalá fuera yo la novia.

Algún día lo serás.

Yo no deseo ni reír ni llorar, solo me siento maravillosamente feliz.

¡Lota! Es precioso, ¿verdad? Sí, abuela.

Ya voy.

Carlota.

Ya voy.

Charles, ¿qué es? ¿Un telegrama? Para la señorita Delia.

Sí.

¡Carlota! Sí, abuela.

Anda derecha como una señorita.

Sí, señora.

Buenos días, doctor.

Buenos días, Carlota.

¡Abuela! Dice que no tengo fuerzas.

Ya lo veréis.

Eres muy traviesa, abuela.

¿Verdad que lo es, doctor? No estoy de acuerdo.

Si quiere asistir a la boda, que asista.

¿Que quiero asistir? ¿Qué asistiré? Me hice cargo de las finanzas de esta casa para que estas jóvenes vistieran bien.

Míralas.

Y ahora, en una espléndida mañana de junio, se casa mi pequeña Delia.

Y este médico antipático me prohíbe.

¿No podrá ir, doctor Lanske? Podrá, si...

¿Si qué? Si quieres arriesgar tu vida únicamente así.

¡Arriesgaré la tuya! Vamos, abuela.

Nada de rabietas.

Claro, se le acelera el pulso.

Así que figúrate si llega a asistir a la boda.

¡Tonterías! Abuela, yo te lo contaré con todo lujo de detalles.

Te cantaré la marcha nupcial.

No soy una niña.

Y te diré en qué tono dijo la novia.

Sí quiero.

Y además te contaré...

Basta, basta.

Ponte de pie.

Arriba.

Déjame que te vea.

Muy bonita.

Pero que muy, muy bonita.

Gracias, doctor.

Cuando una señorita va a una boda, debe ir muy guapa.

¿No te parece? Ya lo creo que sí.

Y ahora...

Y ahora...