Sabiduría para todos los días, junio 5 4921o

Este jueves 5 de junio, en seminuría para todos los días, vamos a hablar acerca de ¿Tienes futuro? Nuestro texto bíblico es el capítulo 24 de Proverbios, en esta ocasión consideramos los versos 19 y verso 20. No te inquietes por causa de los que hacen el mal, no envidies a los perversos, pues la gente mala no tiene futuro, la luz de los perversos se apagará. Soy el pastor Rafael Puebla, me da mucho gusto compartir contigo la meditación basada en el libro de Proverbios.

Nuestro tiempo a solas con Dios inicia cada día con un tiempo de silencio y soledad. Seguimos con la lectura de la Biblia, la oración y la alabanza, y nos nutrimos todos los días de nuestra relación con el Señor. El domingo el Señor nos regala ese dulce, ese postre, que consiste en el compañerismo y la convivencia de nuestra familia espiritual, en nuestro caso aquí en Cancún, y si ustedes me ven en algún otro lugar, en la comunidad de fe en la que ustedes están siendo parte.

Es una gran bendición poder compartir también nuestra fe con otros, no estamos solos. Hoy vamos a hablar de una pregunta, pues puede parecer muy ambiciosa y muy general. La pregunta es sobre el futuro de la humanidad. Y aquí no se salva nadie porque todos somos parte de este gran globo terráqueo y lo que suceda en el futuro pues nos concierne a todos. No solamente preguntamos sobre el futuro y lo más interesante tal vez sea qué tipo de futuro vislumbramos.

Si tú eres asiduo a las informaciones que hay sobre ciencia y tecnología, a través de redes sociales o de noticieros, periódicos, publicaciones, también estarás enterado de los avances impresionantes que hay en muchos campos del conocimiento humano y especialmente de la aplicación de la inteligencia artificial en muchas áreas del conocimiento. Escuchaba yo justamente una entrevista a un muy famoso líder empresarial diciendo que no estás metido en la inteligencia artificial al 100% tu negocio seguramente no tendrá futuro.

Sin embargo, es también una pregunta tan grande en la que nos sentimos tan pequeñitos para poder hacer algo. Pero recuerdo la historia de un hombre, que es un poco una historia de carácter didáctico, que devolvía unas estrellas de mar que encontraba en la orilla del océano. Tomaba una, la hacía hacia atrás y la arrojaba. Y así, una tras otra, y alguien le preguntó si él pensaba que realmente valía la pena su esfuerzo para rescatar a las estrellas de mar. Eran tantas que el esfuerzo individual parecía totalmente insignificante. Y él simplemente respondió, para esta que tengo en mi mano, sí es importante.