Relatos de Sestriere | Fans ACDP | A la Cola del Pelotón 6v6uy

La primera vez que se subió al Sestrior fue un desastre. La segunda vez también fue horrible.

Pero entonces, ¿por qué se sigue subiendo? Espera un segundo, ¿qué es el Sestrior y por qué es una de las subidas más icónicas del ciclismo mundial? ¿Conoces su historia? Yo soy Gabriele Giannuzzi y este es un programa de a la cola del pelotón destinado a los fans, dedicado hacia aquellas personas que apoyan este proyecto y gracias a las cuales podemos seguir creciendo año tras año.

Vamos, empezamos.

La primera vez que se subió al Sestrior fue un desastre, decíamos. Beppe Conti, decado del periodismo ciclista italiano, repasa esos días en su libro, Cento Storie del Giro, un libro que narra el Giro de Italia desde el 1909 hacia el 2019, sólo porque fue editado en aquella época. Seguramente el bueno de Beppe tiene historias hasta la fecha y las ha escrito.

También escribió el libro Ciclismo a Sestrior, Le Grand Disfide, que llega hasta los días de hoy.

Pero volvemos hacia aquella historia. Es agradable volver a proponer las crónicas de aquellos días, la primera escalada a Sestrior del Giro de Italia contada en las columnas de La Stampa, el periódico de Turín. Entramos en el pintoresco valle del Chisone, triunfante de verde, fresca y feliz agua del arroyo que marca con espuma blanca el fondo rocoso. Petit Breton se coloca a la cabeza del grupo y con su marcha oscilante pero poderosa y eficaz comienza la larga subida.

En Perosa la carretera ya agotadora por la empinada se vuelve horrible de barro y calzadas, obligando incluso a algunos a bajar de las máquinas. Así llamaban las bicis en aquella época, como ahora llamamos los coches. Interesante. Incluso la segunda vez que subieron hasta Sestrior no fue muy bien. La etapa de ese Giro de 1914 fue la primera, de Milán a Cuneo.

El col de Sestrior debía abordarse desde la ladera de Susa. Ya estaba Girardengo en el grupo, había una gran atención para el posible réplica de Petit Breton, quien, sin embargo, justo hacia Susa, en un día hecho dramático por la lluvia, el viento, el frío, confesó al cronista de la estampa siempre que quería irse a casa. La historia de ese día es impresionante. Así escribía el cronista aquel día.

A medida que subes se enfría más. Estos hombres que en Susa habían llevado los sueteres que se han empapado de agua ahora llegan a una altura en la que la temperatura les pone la ropa, la ropa gelada, y ya no hablan, no nos responden, tienen el ojo fijo y continúan automáticamente hasta el aguentamiento, hasta la explosión máxima. Cada uno de ellos es víctima de cansancios probados que nos dan pena.

Por fin estamos en la cima. Un largo aplauso les saluda. Ángelo Gremo, que llega a los pies a las 12 y 57, se sube al sillín para el descenso. Ángelo Gremo, de Turín, fue un gran protagonista de ese día. Primero en Sestri y ya no fue retomado. Llegó a Cuneo con casi un cuarto de hora de ventaja sobre los primeros perseguidores. Un triunfo. Ángelo Gremo no fue tan afortunado en su vida.

Morirá joven, ciego. Tuvo una vida bastante triste la verdad. Pero qué era esa Italia en 1914. Bueno, la Italia del 1914 era una bestia extraña. Un país recién nacido que casi se estaba rompiendo entre los que querían y los que no querían ir a la guerra. Por cierto, Italia entrará en la Primera Guerra Mundial en el 1915. El Sestrier era una zona fronteriza por la que ya de por sí es una zona aún más extraña. Ni siquiera era un ayuntamiento, un municipio. Entonces, ya te lo dice un poco todo. Era sólo un col, un pueblo.