Reflexiones en torno al Triduo Pascual - 3ª Parte 1u3h3k

Buenas tardes. No sé si ustedes esperaban que nos dedicáramos hoy a hablar de la Resurrección.

Yo estuve pensándolo y al final renuncié a ello. Renuncié a ello porque hablar de la Resurrección todavía a esta hora quizás es como adelantar acontecimientos, quemar etapas. Y más bien me parecía que podíamos aprovechar lo que es el Sábado Santo, este día que es un día como vacío, un día de silencio, un día de soledad.

Y entonces mi propuesta sería que nos situáramos en ese contexto, que intentemos ponernos en el lugar de los que habían seguido a Jesús, los discípulos, su madre, las otras mujeres que estaban al pie de la cruz. ¿Cómo pasaría aquel día de Sábado? Compartir con ellos la experiencia de... Aquello había sido un sueño y ahora había llegado la hora de despertarse y caer en la cuenta que efectivamente había sido un sueño, que el final era fracaso.

Podemos imaginar que en este contexto, aquella gente cercana a Jesús, pues se preguntaría ¿por qué llegaron las cosas a donde llegaron? Pero esta fue también la pregunta de las primeras comunidades cristianas, incluso cuando ya creían que Cristo había resucitado. Ya lo indicábamos ayer al hablar de los evangelios, cómo el origen, si nos remontamos al origen de los evangelios, cómo se llegaron a construir los relatos evangélicos antes de que se escribieran, pues la primera motivación fue preguntarse ¿por qué? ¿Por qué Jesús llegó a la muerte? Un poco para poder justificar también el porqué de la resurrección, que era lo que ellos comunicaban como mensaje.

Pero una segunda pregunta fue no solamente buscar las razones de todo lo que había ocurrido en la pasión, sino remontarse a la vida de Jesús. Sabéis que los evangelios se fueron construyendo de atrás para adelante. Primero la pasión, después la vida pública y lo último fueron los evangelios de la infancia. Bueno, pues meternos nosotros en esta dinámica también.

Pero para reconstruir este pasado yo creo que es importante también advertir otra diferencia entre los tiempos de Jesús, los primeros tiempos cristianos y nosotros. Fijaos, nosotros confesamos que Jesucristo es Dios y Hombre. Esto es uno de los puntos centrales de la fe cristiana. Esto se tardó cuatro siglos en llegar a formularlo.

Fue en el concilio de Calcedonia, después de muchas discusiones, muchas energías, llegó un momento en que se llegó a decir Jesucristo es Dios y Hombre. Pero no es fácil armonizar esa doble dimensión. ¿Y dónde pongo yo la diferencia? Fijaos, para nosotros, quizás por nuestro proceso personal, por nuestra formación, parece como que lo primero es afirmar que Jesucristo es Dios y luego cuesta trabajo incorporarle lo de Hombre. Entonces nos parece lógico desde una primera aproximación los milagros de Jesús, que Jesús adelantara su futuro. Nos cuesta más trabajo encajar aquello de que Jesús sufría. Nos cuesta trabajo también cuando Jesús muestra incertidumbre, que no sabe.

Pero el proceso de los que convivieron con Jesús fue el contrario.