Recordando a Ingrid Bergman (1996) INGRID BERGMAN / Biografía, Documental / Cine Clásico 5y28w

Ingrid Bergman tenía frescura y vulnerabilidad y pudo proyectar esas cualidades toda su vida.

Millones de fanáticos del cine supieron reconocerlas desde el principio y Hollywood la adoró por esa misma razón.

Pero Ingrid la mujer era más compleja.

En la pantalla mi madre a veces se comparaba a sí misma con un tren que avanzaba por la vía.

Nada ni nadie la podía detener a la vez que se proponía algo, ya fuera cambiar su aspecto físico, un papel en el cine, un matrimonio, su destierro de su padre adoptiva o la separación de sus hijos.

Su determinación era de acero.

La podías llamar la terca Ingrid o podías decir que más que nada ella confiaba en su propia voz interior.

No escuchaba ningún consejo.

Los que vivimos con ella sabíamos esto y cuando al final de su vida padeció de una grave enfermedad Ingrid Bergman estaba decidida a vivir y a morir a su manera.

Recordando a Ingrid Bergman.

Me alegraba tanto haber salido de la realidad para entrar en el mundo de la imaginación en el que había vivido desde niña, que me sentía como en mi casa.

La cámara nunca me asustó.

Nunca he sentido miedo.

Lo he pensado y creo que mi madre estaba destinada a ser actriz de cierta forma porque la forma en que vio a su familia siempre fue a través de un lente o en fotografías.

Su padre, que se llamaba Justus Bergman, fue pintor y uno de los primeros fotógrafos y tenía un estudio fotográfico en Estocolmo y cuando mi madre era joven la usó a menudo como modelo.

La hacía posar leyendo un diario, poniéndose unos lentes o un sombrero gracioso y le tomó películas cuando ella tenía uno o dos años.

Mi madre tenía una película de mi abuela y ese era el único recuerdo que tenía de su madre.

Frito, la madre de mi madre, murió cuando Ingrid tenía tres años.

Ella tiene una película que la muestran de niña yendo a visitar la tumba de su madre.

Sé que mi madre miró esa película una y otra vez.

Su padre murió cuando ella tenía 13 años.

Lo único que le quedó de su padre fueron sus fotografías y las películas.

Siempre tenía una foto de ellos junto a su cama y luego cuando mi madre murió y recogimos sus cosas vimos que la foto tenía huellas de sus labios.

Es probable que la estuvo besando.

Debe haber sido lo más cerca que había estado de tener una vida familiar y siempre era visto a través de un lente.

Siempre por medio de fotografías.

Cuando miraba a su padre era a través del lente de su cámara.

Sí, fui una chica solitaria y triste y creo que pude salvarme inventando personajes con los que hablaba porque yo era muy tímida.

A veces no te afecta cuando eres otra persona y puedes ponerte la ropa de ese personaje y hablar sus palabras.

A veces era un mendigo y a veces era una madre solitaria.

Cuando fui creciendo empecé a leer cosas y a aprenderme poemas de memoria.

Siempre eran poemas muy dramáticos y leía monólogos.

Mi padre me llevaba a la ópera.

Quería que yo fuera cantante de ópera y tomé clases de canto.

Al principio creyó que iba a ser cantante porque nunca había visto actores.

Creció en una época en la que no había televisión y muy pocas películas así que la llevaban a la ópera.

Cuando vio a los cantantes en escena quería cantar en el escenario.

Un día la llevaron al teatro y vio que la gente hablaba en vez de cantar y dijo, Dios, no tengo que cantar, puedo cantar.