
Descripción de Puto, sumiso y cornudo. CN1 201w35
Puto, sumiso y cornudo. CN1 parte 1. Sin saber cómo, el joven que me ha desvirgado, gana la simpatía de mi esposa y de mi hija. si quieres y gustas aportar al canal puedes arnos por o el pay pal [email protected] paypal.me/relatossex fuente / autor https://www.todorelatos.com/relato/83833/ 4l3r4c
Este contenido se genera a partir de la locución del audio por lo que puede contener errores.
Gracias por estar en sintonía. Si aún no estás suscrito, te invito a hacerlo y no te pierdas ninguno de nuestros episodios.
Ahora sí, comencemos.
Puto, sumiso y cornudo.
Sin saber cómo, el joven que me ha desvirgado gana la simpatía de mi esposa y de mi hija.
Es sábado.
Este es el primer fin de semana que vivo con Ayrton, un hombre que me domina.
Aún me duele el culo por haber sido desvirgado ayer.
El día inicia yendo a correr al parque.
Mi cuerpo está dolorido por la falta de costumbre al ejercicio.
El claro va adelante y detrás, Jaime y yo.
Jaime es también sumiso de Ayrton.
A pesar de que nos está prohibido hablar, la empatía nos permite comunicarnos a través de miradas y sonrisas furtivas.
En realidad hay poco que decir, ambos tenemos claro que la felicidad es servir y obedecer a nuestro dueño.
Luego de correr, hacemos media hora en el gym casero.
Resulta curiosa la diferencia entre los tres.
Él, de 19 años, es alto, al menos 185, delgado a depesar entre 75 a 77, fibrado, es blanco con tendencia a enrojecer cuando hace ejercicio o se enoja, con cabellera negra, rizada y barba que se rasura cada semana, su pecho y brazos son ampiños.
Pero del ombligo hacia abajo su vello es abundante, la forma de su cara y sus ojeras le dan un dejo árabe, con una voz muy grave, es parco, somamente inteligente, con carácter irónico e inquisitivo, tal vez frío y hasta un poco cruel, pero de cuando en cuando llega a ser tierno.
Jaime es menor de edad, mide 160 y pesa 52 kilos, es de piel blanco lechosa, muy pálido, lampiño total, con una melena lacia y rubia.
Tiene ojos verdes, de grandes pestañas bajo unas tupidas cejas, sus labios son de un rojo subido.
Tiene la mirada tierna, la voz suave, se mueve con cautela, si no fuera por su mandíbula angular, fácilmente podría parecer una chica.
Este carácter contemplativo no muestra mucha tendencia a la interacción, pero es adaptable.
Cuando hace algo se concentra en ello y se olvida del mundo.
Sólo él es importante en su vida y cuando se trata de obedecerlo deja el alma en ello.
Yo, de 39, mido 177, peso 78 kilos, soy moreno claro, velludo, 100% varonil, con pelo castaño y canas incipientes.
Los lentes me dan una apariencia de oficinista clásico.
Soy impulsivo, caliente y fácilmente impresionable.
Recién he descubierto mi lado sumiso y aunque no me considero pasivo, he sido penetrado por él en una ocasión.
Los tres parecemos de planetas diferentes.
Luego del ejercicio, él nos manda a duchar.
Resulta sorprendente que hoy Jaime se muestre tan distinto que ayer.
Lo conté en el otro sumiso, se desnuda como si yo no existiera.
Nada en él revela el morbo y la pasión con que anoche se desenvolvió.
En ningún momento voltea a verme y, aunque en más de una ocasión nuestros cuerpos se han tocado, dado que la habitación de la azotea mide sólo 2x4, para él no soy más que un mueble.
Reflexiono y pienso que, en el camino de la sumisión, él me lleva mucha ventaja.
Concluyo que anoche hizo lo que hizo porque tenía permiso de nuestro dueño.
Caigo en que en realidad no represento nada más que una circunstancia alrededor de su dueño.
Empiezo a irar su entrega.
Es un mocoso pero tengo mucho que aprender de él.
Terminamos de cambiarnos y bajamos al departamento.
Él aún está en la ducha.
Jaime prepara el desayuno y yo hago la limpieza.
Cuando él sale del baño, me apresto a secar su cuerpo y a vestirlo.
No puedo explicar la sensación que experimento mientras hago esto.
No es sólo el cuerpo de un macho vital e impetuoso, el de voz imperativa y ronca, la mirada taladrante y las manos de pinza, que ya de por sí debería ser suficiente.
Es además que en una misma persona se conjuntan el padre respetado, el amigo cómplice, el maestro sabio, el verdugo cruel.
Mientras desayuna, ambos permanecemos de pie hasta que él termina.
Después, desayunamos nosotros, mientras atiende algunos asuntos en su ordenador.
Es notable que siendo tan curioso y boyeurista no me interese ver, ni de chiste, lo que él consulta en su PC.
Descubrir esto me indica el gran apego y respeto que en pocos días he llegado a sentir por él.
Cuando Jaime y yo hemos terminado de desayunar y dejar limpia la cocineta, él sale al supermercado para surtir la despensa y yo, con cierto temor, pregunto él si me permite hacerle una petición.
«Adelante perro», me contesta sin mirarme.
Me pongo en cuatro patas y sin mirarlo a los ojos digo «Señor, este humilde perro le pide la gracia de poder visitar a mi hija, a la que sólo puedo ver una vez cada dos semanas, pero si usted no lo autoriza, le agradezco que me haya permitido hacer esta petición».
Suspende su actividad y luego despide.
Comentarios de Puto, sumiso y cornudo. CN1 2ogq