"Punto Limpio", un relato de Miguel Garrido de Vega 5f4k2d

Tengo un puñado de tierra en las manos, y he venido de lejos para traéroslo, dioses de mis ancestros.

Voy a arrojarlo al cementerio de las cruces, de donde nunca debí robároslo.

Voy a arrojarlo con rabia a la tumba de mis antepasados.

Voy a devolverlo a esta tierra húmeda y perversa, de la que sólo me quedan viejos recuerdos.

Aunque sé que nunca renegaré del todo.

Guardaré vuestros ídolos grises, recordaré vuestros ojos tristes.

Reclamaré los versos blancos y el río verde, y los nidos llenos de golondrinas negras.

Las fiestas de sangre y lodo, las carreras en el bosque, detrás de los lobos.

¿Dónde están ahora vuestras canciones de cuna, cuando tanta falta nos hacen? Sin vosotros, sólo nos queda el miedo.

Ese miedo lleno de ruido en este mundo de cristales rotos y humo, que no se parecen nada a lo que soñabais para nosotros, a lo que soñabais para el futuro.

El viejo mundo, un poema de Alberto Martínez.

Hoy les hemos preparado un relato muy especial, extraído de la antología publicada por Eolas Ediciones.

Agrohorror, cuentos de lo insólito rural.

Y es que, como dijo el gran Max Estrella, los héroes clásicos reflejados en los espejos cóncavos dan el esperpento.

Si ponemos ese mismo espejo ante el mundo rural, lo que en él veremos es el agrohorror.

Una distorsión de esa realidad, tal y como vaya inclan, esperpentiza el mundo urbano madrileño, tirando de exageración y caricatura, enfrentando lo terrible al humor, a lo decadente, a lo suez.

En ocasiones, según la mirada particular de cada autor, se enfrenta a lo terrible a lo poético o a lo surreal.

La atmósfera del agrohorror no muestra un ruralismo visto desde las alturas del urbanita para retratar con mofa al pueblerino.

Tampoco implica una idealización del campo.

Aquí no hay nostalgia alguna del pueblo, de la vida natural y auténtica, ni una defensa de la España vaciada.

Los pueblos del agrohorror son cotidianamente reales y se alejan de los espacios paganos y míticos del folkhorror.

El segundo espejo distorsionante en el que se mira lo rural es el de lo fantástico, que logra una subversión de la realidad con la inclusión del elemento perturbador imposible, combinado muchas veces con lo insólito, lo extraño, lo abyecto, lo absurdo, lo grotesco y lo onírico.

El resultado es un mundo rural español reflejado en dos espejos cóncavos que logran añadir monstruo al monstruo y que nos devuelven un reflejo que no puede más que hacernos antiguar o sonreír.

Acomódense pues, amigos, en su cubil favorito.

Apaguen las luces, enciendan una vela y prepárense para disfrutar de una historia de terror rural.