
Descripción de La promesa 604 #audesc 11b1v
Cuarta temporada de la espectacular serie de RTVE 1d5f4r
Este contenido se genera a partir de la locución del audio por lo que puede contener errores.
Radio Televisión Española presenta No, no, no es menester. Puedes darle el masaje mientras nosotras charlamos.
¿Qué lleva? Varias esencias que van muy bien para la circulación y los dolores.
Siento alivio en cuanto lo noto en la piel.
Me daré yo una friega con él.
¿Y sea grave o leve porque te iban a amonistar? Me abarrunto que será por haber celebrado la ceremonia de Catalina y Adriano.
Quieren que todo se oficie en lugares consagrados.
Y no en un salón.
Por muy ostentoso que sea.
Habría que ir pensando en el bautizo de tus criaturas, Catalina.
Sí, yo también lo creo.
Así tendremos algo que celebrar después de tantas desgracias.
Y ya que está aquí el Duque, podríamos aprovechar su presencia.
¿Quién mejor que un grande de España para padrinar a los niños? Seguro que el Duque aceptará.
¿Verdad? Adriano se molestaba.
Ya lo veo. Todo sea por los Luján.
Es que tú eres una Luján y tus hijos también lo son.
Y van a ser los más beneficiados con todo esto.
Aún así, no voy a suceder.
Catalina, por favor.
Lo pensaremos, señor Marqués.
Lo tienes embelezado.
¿Tú crees? Sí, sí. Míralo.
Lo tienes embobado.
Yo creo que ni siquiera mirase a su madre.
Este niño siente algo especial por ti.
Es que no comprendo por qué ha rechazado la oferta de tu madre.
No tengo hambre, don Manuel. Se podría haber ido usted.
No tiene por qué quedarse aquí conmigo.
Toño no es cuestión de apetito.
Y lo sabes.
Lo que más me duele es lo seco que está haciendo.
Yo estoy seguro de que Toño entrará en razón. Ya lo verá.
Toño llegaba al comedor y Simona lo miraba perpleja.
Buenas.
Este paseo me ha recordado lo que hubo entre nosotros.
Por un momento, he sentido que no pasaba el tiempo y que éramos los jóvenes de entonces.
Yo también lo he sentido, Rómulo.
Él le sonreía.
En otro momento, Teresa cogía un cepillo.
Señora, es este el cepillo que buscaba.
No puede ser.
Sí, ya sabía ya.
No me mires como si estuviera loca.
No quiero que me mires así.
Baja eso, Eugenia.
¡No lo hagas! Eugenia, por favor.
Con mis clavecitos ojos, Lorenzo.
Y Eugenia lo amenazaba con un punzón.
Ahora en la cocina, una moza echa sal a un guiso.
Teresa pasa de largo con el gesto descompuesto y sigue adelante atravesando el ofice y el comedor.
Se acerca al despacho del mayordomo donde Rómulo está con Petra.
¿López las va a preparar con una salsa de uvas? Espero que sea pacífico en las exigencias culinarias de don Lisandro.
Rómulo ve a Teresa y Petra se gira.
Teresa, ¿qué sucede? ¿Vienes de mudada? Revuelta es lo que estoy.
Pues cuéntanos qué te pasa.
La doncella entra manteniendo el gesto temeroso.
¿De dónde viene así, señora Villamil? De la habitación del capitán de la mata.
Discúlpenme, por favor.
No se preocupe, tómese su tiempo.
¿Es algo grave? ¿Quieres que mandemos a alguien a la habitación de don Lorenzo? No, no será necesario.
Solo ha sido un susto, gracias a Dios.
Pero he creído que tenían que saberlo.
Y eso es lo que queremos.
Que nos cuentes.
¿Es algo relativo a doña Eugenia? Acudía a la llamada de la campanita, pero por el pasillo ya se escuchaban sus voces.
¿Y qué le ha sucedido? Pues que al parecer no encontraba el cepillo con el que se estaba peinando.
¿Solo al parecer? Sí, porque resulta que estaba guardado en uno de sus arcones.
No sé si ella lo puso allí o qué, pero en cualquier caso eso es lo de menos.
Pues explícate.
La señora estaba descompuesta.
Completamente fuera de sus casillas y no paraba de repetir que no estaba loca.
Estaba sola.
Teresa niega tensa.
El capitán estaba con ella.
¿Y él no lograba acalmarla? No, más bien todo lo contrario.
La sacaba de quicio todavía más.
De hecho...
¿De hecho qué, señor Villaver? En un momento dado...
...le amenazó.
Cogió un abre cartas y le amenazó.
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