Preparación a Pentecostés II. Don José Víctor Orón, 2 de junio de 2025 z5o3t

Leímos tres lecturas y de las tres lecturas hice algún comentario con la esperanza de que os pudiera ayudar a poder profundizar en la celebración porque son las lecturas de la vigilia y nos faltan otras tres. Entonces nos faltan otras tres lecturas que son las que vamos a hacer ahora. Vamos a seguir la misma secuencia de leer primero la lectura y luego intentar decir algo que pueda ayudaros. Entonces vamos con lo que es la cuarta lectura del profeta Joel.

Esto dice el Señor, derramaré mi espíritu sobre toda carne. Vuestros hijos e hijas profetizarán.

Vuestros ancianos tendrán sueños y vuestros jóvenes verán visiones. Incluso sobre vuestros siervos y siervas derramaré mi espíritu en aquellos días. Pondré señales en el cielo y en la tierra, sangre, fuego y columnas de humo. El sol se convertirá en piedras, la luna en sangre ante el día del Señor que llega, grande y terrible. Y todo el que invoque en nombre del Señor se salvará. Habrá sobrevivientes en el monte Sion, como lo dijo el Señor, y también en Jerusalén entre el resto que el Señor convocará. Es palabra de Dios.

Bien, pues en esta lectura lo primero que se ve es que, desde luego el anuncio es como muy ambicioso, como muy ambicioso, porque llega a decir que todos profetizarán, todos.

Claro, ¿por qué puede llegar a decir esto? Porque está seguro de lo que va a ocurrir.

Porque lo que quiere el Señor es que la misma vida de Dios corra por las venas de todos.

Si el mismo espíritu es el que nos habita a todos, entonces es cuando aparece la comunión.

Este todos profetizarán es un anuncio de que la comunión va a ser real. Y no una comunión con algunos, que eso alguno podría llegar a esperarlo, porque dice, a ver si consigo un grupito de personas con las que vivir la comunión. Sino que aquí el anuncio es mucho más ambicioso, es una comunión total, porque todos profetizarán. Eso quiere decir que a nosotros nos ayude mucho, porque siempre que vea yo a alguien, incluso a alguien con quien no consigo aclararme, la clave siempre es la misma. Si pudiéramos abrirnos al amor de Dios, la comunión con el hermano sería real.