Predicación Agustín Carrillo Iglesia Cristo Viene Algeciras 9 marzo 2025 6w6b4

Aunque ya nos hemos saludado antes, pues os doy los buenos días y es un privilegio el poder estar aquí para compartir la Palabra del Señor.

Y a veces cuesta un poco más que otras.

A veces se pone más fácil. Esta va a ser un poquito más complicada la cosa.

También, como hablaba ayer con nuestra hermana, ayer estaba allí el tiempo en Chiclana, donde yo vivo, bastante mal.

Esta mañana estaba un poquito mejor y cuando hablamos decidimos que está la cosa mejor.

¡Vamos para allá! ¡Venga, vamos para allá! Pero bueno, el Señor, la verdad es que en la carretera no estaba mal.

Algo de lluvia, pero bueno, cosas normales.

Y el Señor ha permitido que esté aquí en esta mañana y le doy gracias por poder compartir la Palabra con todos vosotros.

Y voy a poner primero una oración. Voy a poner este tiempo las manos del Señor para que su Santo Espíritu...

Perdón, le voy a dar una botellita. No le hemos dicho que se ponga cuando usted quiera.

Ah, vale. Gracias.

¿Tiene otra botellita? Yo me traje una, pero no te preocupes, tengo una aquí.

Vamos a tener una oración.

Señor y Padre Santo, te damos gracias, Señor, porque nuestra confianza está en Ti.

Porque sabemos, Señor, que nada escapa de Ti, Padre.

Y, Señor, te damos gracias por cada una de nuestras vidas, Señor, que han sido rescatadas, Señor, de la antigua vida, Señor.

Y ahora somos hijos tuyos, Señor, por la fe en Cristo Jesús.

Y te estamos muy agradecidos, Padre.

Señor, te pedimos que Tú bendigas la exposición de Tu Palabra.

Que Tu Santo Espíritu, Señor, me ayude a compartirla con sencillez de corazón.

Y también, Señor, que sea de aliento para cada uno de mis hermanos que están aquí en este momento.

Y yo te pido que Tú lo bendigas de una forma especial.

En el nombre de Cristo Jesús. Amén.

Es una de las alabanzas que hemos cantado.

Uno de estos coritos dice la letra, haz mi corazón puro y santo.

Y a veces cantamos, yo siempre lo digo también en mi congregación, tenemos que tener cuidado con las cosas que cantamos.

Muchas veces nos dejamos llevar por la musiquita de la canción, estamos diciendo a Dios cosas que son importantes y que debemos cumplir.

Haz mi corazón puro y santo.

Y hago referencia a esto porque, en cierto modo, lo que quiero compartir con vosotros en el título de la predicación es vivir con esperanza y vivir con santidad.

El creyente tiene el privilegio de vivir con esperanza, pero también tiene la necesidad de vivir en santidad.

Antes de que vayamos a la lectura, en la que vamos a estar meditando un ratito, quiero compartir a modo de introducción un poquito sobre la santidad de Dios.

Y la santidad de Dios es el atributo más relevante que encontramos en las Escrituras.

Dios ha resaltado su santidad desde el principio hasta el fin.

Tú abres la Biblia y en el primer lugar que te encuentras, en la palabra de Dios, en el Génesis, es un lugar santo, el Edén.

Donde, como dice el Señor, todo era bueno en gran manera.

Y tú avanzas por las páginas de la Biblia y cuando llegas al final, cuando llegas al final de la palabra de Dios, al final de todo su peregrinar, tú vas a ver que lo último que te encuentras es la ciudad santa que viene bajando del cielo.

Por lo tanto, si te has fijado, la palabra de Dios, la revelación de Dios, comienza en un lugar santo y termina en un lugar santo.

Dios ha subrayado su santidad de principio hasta el fin.