¿Por qué te atrae más una pareja parecida a ti? 3b5w5f

Hola, bienvenido a un nuevo capítulo de cómo resolver tus problemas de pareja.

Si quieres comenzar una relación, mejorar las cosas con tu pareja actual o si lo que quieres es pasar página, aquí vas a encontrar los mejores consejos.

Estás escuchando en Emocioteca.com a Mercedes Cobo.

Hoy te voy a hablar de algo que hemos hecho todos en algún momento, aunque no siempre seamos conscientes, y es buscar una pareja a nuestra imagen y semejanza.

Puede sonar curioso, incluso contradictorio, porque siempre decimos que los opuestos se atraen.

Pero la realidad psicológica es mucho más compleja.

Imagínate que estás con alguien que reacciona, piensa y siente como tú.

¿De qué tanto de esto le podemos llamar amor? ¿Y cuánto es una forma en realidad de buscarte a ti mismo en el otro? Vamos a indagar sobre estas cositas, por qué lo hacemos, qué buscamos en el otro cuando en el fondo estamos buscándonos a nosotros mismos y qué efectos tiene esto en nuestras relaciones.

¿Por qué lo hacemos? Pues buscamos lo familiar.

Desde que somos niños construimos un mapa interno de cómo funciona el amor.

Tenemos una idea de cómo se expresa, cómo se recibe, qué se espera de una relación.

Y este mapa viene de nuestras experiencias, especialmente con nuestras figuras de apego madre, padre, cuidadores...

Cuando crecemos, inconscientemente, buscamos en nuestras parejas algo que nos resulte familiar, no necesariamente bueno, sino familiar, conocido.

Y esto puede ser algo cálido o conflictivo.

Puede parecerse a las maneras en las que nos hablaban, nos cuidaban o incluso nos hacían sentir invisibles.

Entonces buscamos a alguien que refleje eso, que nos devuelva una versión conocida de nosotros mismos, porque lo familiar nos da mucha más seguridad, incluso si no es bueno.

Otra cuestión que nos lleva a buscar a una pareja nuestra imagen y semejanza es el deseo de ser comprendidos sin tener que explicarnos.

Bueno, además de buscar lo familiar, también deseamos con los cinco sentidos que nos comprendan profundamente.

Creemos que si la otra persona se parece a nosotros más en la forma de pensar, de sentir, de vivir, entonces nos va a entender sin necesidad de traducciones.

Y aquí hay una raíz simbólica bastante profunda.

Ya sabes que en la Biblia se dice que Dios creó al ser humano a su imagen y semejanza.

Entonces tal vez nosotros, desde nuestro lado más humano, repliquemos este impulso y busquemos en el otro algo que se nos parezca, con la esperanza de que eso nos acerque.

Y también, seguramente a un nivel más inconsciente, hay un instinto controlador en todo esto, porque alguien que se nos parece difícilmente nos va a incomodar o nos va a desafiar o nos va a llevar la contraria.

No va a cuestionarnos, eso es lo que pensamos.

Y esto calma mucho nuestros miedos, pero también puede ser una forma de evitar cualquier cambio.

En el fondo, en el fondo, fíjate, buscamos tener control, controlar la relación, controlar cómo sea ese vínculo y hasta cómo se siente el otro.

Madre mía, si pudiésemos, ¿verdad? Porque lo diferente nos reta, pero lo semejante nos obedece, y esto nos encanta.

Y todo esto que te estoy diciendo puede sonar muy ideal, pero también puede llevarnos a una trampa.

Esperar que el otro sepa, abro comillas, lo que necesito sin que yo se lo diga, solo porque se parece a mí.

Y esto, al final, trae muchísima frustración.

Y otro motivo, el tercero, súper importante, es la necesidad de validación de nuestra forma de ser.

Buscar a alguien como yo también puede ser una manera de validarme.

Si el otro actúa igual, piensa igual y siente igual, entonces eso confirma que mi forma de estar en este mundo, pues está súper bien, nos da seguridad.

Es como...