iVoox Podcast & radio
Descargar app gratis

Podcast
No eran molinos. Clásicos de la literatura español 1u2m32
Por RTVE
119
799
'No eran molinos. Clásicos de la Literatura Española' es un podcast dirigido y guionizado por Joaquín Pérez Azaústre en el que nos adentramos en las grandes obras de nuestra literatura, con un tono cómplice y cercano, mientras se leen fragmentos para encontrar sus claves. 4l6h4k
'No eran molinos. Clásicos de la Literatura Española' es un podcast dirigido y guionizado por Joaquín Pérez Azaústre en el que nos adentramos en las grandes obras de nuestra literatura, con un tono cómplice y cercano, mientras se leen fragmentos para encontrar sus claves.
No eran molinos - Campos de Castilla, de Antonio Machado
En 1912, Antonio Machado publica la primera edición de Campos de Castilla. El mundo parisino y simbolista que ha venido rondando la juventud del poeta en libros anteriores ya se ha quedado atrás: otros son los impulsos y las motivaciones de su nueva escritura, que ahora busca entender una esencialidad del pensamiento en el escenario y su paisaje. Estamos en Soria, donde el hombre se encuentra con la tierra. La bohemia inicial de noches encendidas hasta el amanecer en tascas madrileñas, o en bares como el viejo Calisaya en París, donde viera la sombra espectral de Oscar Wilde como un último ángel de majestad caída, ahora ha dado paso a caminatas hasta el anochecer, por veredas y montes, entre rutas agrestes, con el aliento mítico de los viejos pastores que conocen caminos olvidados entre los peñascales. Porque en Soria, recuperado ya por el poeta ese primer impulso juvenil de la Institución Libre de Enseñanza, Antonio Machado enlazará excursiones y unos largos paseos por los grandes pinares de la sierra de Urbión, llegando hasta las fuentes del río Duero y la laguna Negra: esa naturaleza se convierte en la representación, con sus últimos ecos, de La tierra de Alvargonzález, el poema más extenso de Antonio Machado. La composición encarna un deseo de trascender la arena de su tiempo con aquella música a la hoguera del antiguo romance, una idea que tanto ha compartido con su amigo José María Palacio, redactor del periódico Tierra Soriana. Estamos ante un páramo real, que aún no ha dado paso al páramo total en la vida de Antonio, cuando, poco tiempo después, se convierta en la encarnación de su dolor hondo de pérdida. Escuchar audio
27:00
No eran molinos - Tea Rooms, de Luisa Carnés
En 1934, el año de la pólvora y el fuego de la Revolución de Asturias, publica Luisa Carnés su novela Tea Rooms. Mujeres obreras. Ese octubre agitado asistirá al sobresalto de una huelga general revolucionaria, su insurrección, la furia del combate, entre viento y metralla, con esos ardores y entusiasmos ante unos cielos que seguirán pendientes, y al éxito de un libro: Tea Rooms. Es una novela social escrita por una mujer y dirigida mayoritariamente a las mujeres -sobre todo, a las mujeres obreras-, desde la conciencia absoluta de que nadie está escribiendo para ellas. Luisa Carnés retrata un mundo que conoce bien: ella misma tiene un origen obrero, ha trabajado como camarera y ha sido dependienta en un local como el que se muestra en Tea Rooms. El momento es propicio: en los años veinte, tras la colección La novela social de la editorial Biblioteca Nueva, aparecen otras editoriales progresistas como Vanguardia, Biblioteca Internacional, Biblos, la Biblioteca Antorcha, esta última al abrigo del Partido Comunista Español, o la anarquista Tierra y Libertad. Este es el contexto, con el temblor del cambio de lo que se promete. Luisa Carnés se lanzará para cubrir todo ese vacío narrativo de novelas con mujeres trabajadoras, como personajes que deben enfrentarse a realidades latentes y abusivas, como la instrucción que no han recibido, el matrimonio, el divorcio, el aborto o la maternidad, entre la aspiración y el impulso natural. Escuchar audio
22:07
No eran molinos - Obras, prosas y versos, de Luis de Ulloa
Pasar toda tu vida un solo lugar puede prefigurar tu concepción concéntrica del mundo, en un recogimiento fértil y sostenido, con una vía de espíritu que inunde tus pasiones, con vuelos y derrumbes, por mapas subterráneos y otros visibles. Luis de Ulloa Pereira prácticamente no saldrá de Toro, en Zamora, donde nace en 1584. Su vida está marcada por la prefiguración más frecuente de la época para un hidalgo castellano de buena familia: con apenas 14 años, contrae matrimonio con una prima suya, que fallecerá unos meses después. Luis de Ulloa es fundamentalmente poeta, pero una parte importante de su obra en prosa la formarán unas Memorias familiares y literarias, obra en prosa en la que narra la vida pintoresca, interesante y también azarosa de un hermano suyo. Aquí se prefigura la autoficción: el poeta también se narra a sí mismo dentro de la obra, incluyéndose en las peripecias de su hermano y llamando a su personaje con el muy sugerente nombre de Saldino de Ovalle. Estamos en el culteranismo gongorino que tendrá su apogeo en su gran libro Obras, prosas y versos, publicado en Madrid, en 1674. Canciones, églogas, sonetos laudatorios -al conde-duque de Olivares- y, sobre todo, amorosos, se unen en una construcción literaria en la que la ambición compositiva siempre queda por debajo de la facilidad clara del talento para reflejar la vida en pie. Escuchar audio
24:06
No eran molinos - Con los zapatos puestos tengo que morir. Elegía cívica, de Rafael Alberti
Cuando Rafael Alberti escribe Con los zapatos puestos tengo que morir, Elegía cívica, que simbólicamente fecha el 1 de enero de 1930, la sombra de los ángeles caídos desde su precipicio ya se ha quedado atrás. Si en Sobre los ángeles vislumbramos el derrumbe del cielo sobre el hombre, ahora es la humanidad, concentrada en el sujeto poético, quien despierta y reclama las riendas del futuro, para adueñarse al fin de su destino, por encima del orden de la historia, con ese peso cíclico de piedra que siempre ha condenado al oprimido. Abandonado ya ese paraíso alejado y celeste de los ángeles, porque nada lo puede sostener, lo que espera es el barro de la vida encrespada en la injusticia, y también una toma de partido desde su posición ideológica. Eternamente moderno y renovado, generador de todas las líneas poéticas que recorrerán el siglo veinte, no hay un poeta español más ideológicamente definido entre el clavel y la espada, más poeta en la calle, que Rafael Alberti. Aunque, para que el canto se reencarne en el dolor herido de las masas, debe transformarse en su textura, casi descuartizarse y triturarse implacablemente a sí mismo, descomponiendo el eco del mundo anterior, del neopopularismo de Marinero en tierra al gongorismo urbano en Cal y canto, pasando por el íntimo surrealismo de Sobre los ángeles, para reconvertirse en otra hoguera. Escuchar audio
21:26
No eran molinos - Especial Villancicos
Esta semana, en No eran molinos, el podcast de Clásicos de Literatura Española de Radio Nacional, Especial Villancicos, con un recorrido desde Gil Vicente a Gloria Fuertes, pasando por Góngora, Lope de Vega, Unamuno o Lorca. Partimos de una exquisita edición no venal de Jesús García Sánchez en 2022. Es una antología, esta vez con sabor navideño, de nuestros gigantes Escuchar audio
28:12
No eran molinos - Sobre los ángeles, de Rafael Alberti
Con sólo 25 años, Rafael Alberti es dueño de un pasado. Durante los últimos diez años, ha dejado de ser el adolescente que llega a Madrid en 1917, con el sueño marino aún naciente en sus ojos. Una década después de empezar a vivir en Madrid, también posee su nombre: porque Rafael Alberti es el pintor poeta, o ya el poeta pintor, que ha ganado el Premio Nacional de Literatura por su primer libro, Marinero en tierra, en 1925. Pero en 1927, el año del famoso homenaje a Góngora en el Ateneo de Sevilla, patrocinado por el torero artista Ignacio Sánchez-Mejías, y que dará nombre a la generación, Rafael Alberti está lejos de ese reino de encanto y grutas submarinas con el primer paraíso perdido de la infancia que aún sigue latiendo en Marinero en tierra. Ese mundo simbólico le pertenecerá, con el mar en los labios; pero su ánimo tiene ahora otra energía, y el oleaje interno que impulsa su escritura se le ha vuelto sombrío, más oscuro, de noche tormentosa con criaturas del cielo cerniéndose en picado sobre un mar petrolífero. Porque en 1927, con 25 años y una vida a la espalda desde que llegó a Madrid, Rafael Alberti comienza a escribir unos poemas de ángeles que pierden su propio paraíso para enfrentarse a la verdad del hombre. Así nace su libro Sobre los ángeles. Escuchar audio
24:50
No eran molinos - Cal y canto, de Rafael Alberti
Apenas entre dos años despiertos, un hombre puede comenzar un mundo. Es lo que le sucede a Rafael Alberti entre 1926 y 1927 con Cal y canto. Estamos en el tiempo decisivo de la generación del 27: no sólo por el homenaje fundacional a Luis de Góngora en el Ateneo de Sevilla, sino por la escritura viva y fulgurante de los poetas que llegan para cambiar un tiempo. Góngora es el fuego, el magma que deslumbra en esas madrugadas compartidas al abrigo de brindis infinitos: pero hay también vibración íntima y personal en la escritura de Rafael Alberti, y ese impulso se va a cristalizar en Cal y canto. Es el neogongorismo de sus amigos bien llevado a la práctica -como en el poema del propio Alberti, Homenaje a Luis de Góngora y Argote, incluido en Cal y canto- pero también el enfoque vanguardista del joven poeta. Sin embargo, ¿ha habido tanto cambio radical, o sigue siendo el mismo Rafael? Para José Corredor-Matheos en Rafael Alberti, canto de siempre, “A pesar de lo que pueda haber en esta poesía de voluntaria y de intencionadamente artificiosa, todo responde a una necesidad. La evolución del poeta se abre a esta nueva etapa siguiendo cierta dialéctica. Es la respuesta al agotamiento de una temática y una actitud que tiene tanto de personal como de poética”. Su plasticidad cromática y verbal se va haciendo cuerpo en el poema, con la imaginación en la inmediatez actual, como en el Madrigal al billete de tranvía, entre lo mitológico y la ambientación, aún natural, que nos evocan varios libros anteriores. ¿Sólo es neogongorismo? ¿O es sólo poesía urbana? Escuchar audio
25:00
No eran molinos - El lino de los sueños, de Alonso Quesada
Sólo hay que contemplar una fotografía de Alonso Quesada para adentrarse en esa turbación de cristal puro que parece latir al fondo de sus ojos. Su expresión nos sacude desde un temblor sonoro que parece marcado por su fragilidad, de vértigo pesado, con íntima llamada de socorro. Lo vemos en su rostro, que observa desde su profunda amargura vital, punzante y sobria en sus contornos, en la que se agazapa una puerta de emergencia a la ironía. La frente es ancha y guarda distancias invisibles con sus conversaciones. El primer poema que debemos leer de Alonso de Quesada es su retrato: pocos autores del postmodernismo español nos dicen tanto con su mentón enjuto, que parece haber sido pulido por un cincel de pulso exacto y firme, y también sus pómulos rasgados, a punto de salir de sus facciones, para seguir su propia gravitación líquida, con un llanto interior que no ha cedido aún a su desgarro. Tocaremos después la distancia en sus ojos: en su eterno presente, marcando esa oscura profundidad de océano, ya nos están hablando desde la superficie. Alonso Quesada, el escritor canario más total, del poema al teatro y la novela, el gran amigo de Tomás Morales Castellano y también su reflejo permanente en las islas de su regreso, dejará inédita casi toda su obra. Sin embargo, su libro El lino de los sueños, que aparece en 1915, entusiasma a Miguel de Unamuno, que escribe el prólogo, y enciende el elogio de Antonio Machado, que apreciará su tono contenido y auténtico, en una hondura con capas de intención, los íntimos sustratos de un hombre que nos habla con su primera piel, para escribirnos desde una intimidad de lava, con sencillez magmática. Escuchar audio
26:08
No eran molinos - Las rosas de Hércules, de Tomás Morales Castellano
El Modernismo heroico ha llegado a Madrid con su plasticidad de fuego verde a través de mareas, a principios de siglo, en la ambición del arte por el arte. Pero antes de Rubén Darío y su caudal de idioma, otros hombres arriban a los viejos cafés de la Puerta del Sol con un sueño de versos en sus ojos de llama. Esa pasión viva se siente todavía en Las rosas de Hércules, la obra de Tomás Morales Castellano. Los dos tomos editados cuidadosamente por la legendaria librería de Gregorio Pueyo ofrecen esa estética elegante en la que participan no sólo el poeta canario, autor de los poemas, sino también su amigo, el pintor Néstor Martín Fernández de la Torre, con la portada y la mayoría de las viñetas interiores, su hermano Miguel, dibujante y arquitecto, y el artista José Hurtado de Mendoza, que ha ilustrado las guardas. El Modernismo es una cofradía de amistad, sobre todo para los recién llegados a Madrid con un ensueño en los ojos de pasión literaria, de vida y de verdad. Los poemas oceánicos de Tomás Morales se elevan con un rango propio en el Modernismo. Las rosas de Hércules será su mayor obra. Está formado, en gran parte, por poemas de su libro anterior: Poemas de la gloria, del amor y del mar, que publica en Madrid en 1908, cuando lleva cuatro años asistiendo a las tertulias literarias del Café Fornos. Con prólogo de su buen amigo Enrique Díez Canedo, la edición definitiva de Las rosas de Hércules se publicará póstumamente, en Madrid, en 1922, cuando el poeta canario, que antes había descubierto en Madrid su voz de agua, habría cumplido 37 años. Escuchar audio
24:21
No eran molinos - Juanita la Larga, de Juan Valera
Juan Valera avanza hacia su oscuridad cuando abandona Viena y regresa a Madrid. A sus 71 años, ha solicitado la jubilación de la diplomacia, porque se está quedando ciego. En el número 3 de la Cuesta de Santo Domingo, junto al Palacio Real y su sueño de estatuas, con reyes visigodos que cayeron en la bruma del tiempo, Juan Valera vive su propia ensoñación cuando su secretario, Pedro de Gala Montes, le lee libros en español, francés, griego y alemán. A él le dictará la que será su próxima novela: la titulará Morsamor. Mantiene una tertulia nocturna que reúne en su casa a Marcelino Ménendez Pelayo, los hermanos Serafín y Joaquín Álvarez Quintero, Emilio Pérez Ferrari, Blanca de los Ríos, Narciso Campillo, el editor Fernando Fe y un joven escritor: Ramón Pérez de Ayala. Hablan del éxito de la publicación por entregas, en El Imparcial, de la última novela de Valera: Juanita la Larga. Su ceguera se mezcla con el humo de los cigarros, y algunas noches él mismo también fuma, con la danza suave de mujeres que han poblado su vida moviéndose ágilmente por las galerías de su memoria, en un baile sin música. Mecido por el lento vaivén de las palabras, Juan Valera recuerda. Escuchar audio
23:53
No eran molinos - Yo seguiré aquí, de Pino Ojeda
Tiembla el drago ante el mar por Pino Ojeda, con ramas que parecen reposar sobre un equilibrio de edades superpuestas, tiembla su ancho tronco de hojas portentosas que conocen bien la eternidad. ¿Dónde está su mirada, en qué textura? Poco antes de la Guerra Civil, Pino Ojeda es una mujer joven que tiene la mirada en unas manos suaves que saben modelar el paisaje de su realidad. En Las Palmas de Gran Canaria, vemos a la muchacha que avanza entre unas calles populosas, cargando con el estuche de madera de las pinturas, para pintar sus acuarelas, ante la plenitud dorada y roja de la tarde. Pero porta, también, un cuaderno que muestra, en la cubierta, dibujada por ella, su propia condición erguida de oleaje, con ese mar alzado de los días, en una sucesión de azules en cascada, bajo la cresta de espuma. Ilustra las portadas de esos cuadernos, sí. Y, dentro, escribe sus poemas, inicios de novelas que no acaba y estructuras de obras de teatro que en su imaginación ya están sobre las tablas. Más que muchos talentos, Pino saborea una visión. Su sueño es ser maestra, pero ya es aprendiz de toda la belleza de la vida. Nadie puede imaginar, en sus reuniones jóvenes con otros artistas isleños, la guerra que aguarda; pero ella sabe bien que la luz no requiere retornar del abismo -frente a las mareas encrespadas, por aguas turbulentas, que observa en la penumbra de la noche creciente-, sino de la seguridad de saberla en el interior de una misma. Esa misma luz es la que guía a la creadora Pino Ojeda, literata total y artista plástica, escultora del sueño y lo tangible, por las grutas de su biografía, hasta llegar suavemente hasta nosotros, en forma de poema. Escuchar audio
24:41
No eran molinos - Pepita Jiménez, de Juan Valera
Juan Valera alcanza la verdad de sí mismo en la escritura con Pepita Jiménez. Tiene 50 años y todos sus trabajos literarios cristalizan aquí: en el relato del enamoramiento de un joven aspirante a sacerdote que ha cubierto con velos, de tibio misticismo, esa carnalidad dosificada del paisaje y el cuerpo, con su gracia elegante, de Pepita Jiménez. Ha escrito cuentos con hondura mítica y fantástica, ensayo, y un epistolario que mantendrá hasta que la ceguera lo recluya dentro de su recuerdo. Juan Valera, en su adolescencia, ha soñado con el Romanticismo, y llega a conocer a su gran héroe: José de Espronceda. Ha publicado en todas las revistas al alcance brioso de su pluma, las ha fundado y dirigido, y se ha dedicado a la crítica. Su madurez coincide con el desmoronamiento de ese Romanticismo en el que nunca ha llegado a creer, y del que sólo ira su exigencia de ilustrar lejanos mundos fastuosos, muy idealizados, del exotismo al mito primigenio, en la recuperación del pasado. A pesar de su entusiasmo juvenil y su amistad con otro cordobés, el Duque de Rivas, nunca llegará a ser un escritor romántico, ni tampoco un narrador realista; desdeña el costumbrismo -aunque haya ambientación de la vida campestre en sus novelas- y crea un registro nuevo, con la idealización no de pasados remotos, sino del presente en pie, desde la belleza estética y una percepción sensorial de la vida, en un hedonismo esbelto y clásico. Juan Valera es un hombre que lo ha vivido todo -aunque todavía tenga mucho por vivir-, cuando debuta como novelista con su primera obra: Pepita Jiménez Escuchar audio
23:10
No eran molinos - La caja de música, de Ricardo Gil
Existe un modernismo que es previo al modernismo, con ese pulso heroico entre el romanticismo más tardío y envolvente y la modernidad que llega con el alba de América de Rubén Darío. Hay un premodernismo soterrado, con su fuerza silente, que encontramos en nombres hoy prácticamente diluidos en las fotografías neblinosas de los manuales de literatura: Manuel Reina, Salvador Rueda, Manuel Paso y, por supuesto, el casi olvidado Ricardo Gil. ¿Hay notas comunes entre ellos? Son hombres que se encuentran y se miden siempre en un galope entre dos épocas, con sus mentalidades, sus auges y caídas. Se les advierte el vuelo caudaloso de Gustavo Adolfo Bécquer, que vale por su cauce principal y por sus afluentes, los paisajes legendarios de José Zorrilla y también los rumores que aparecen, casi adormecidos, desde la poesía de Ramón de Campoamor. ¿Hay prefiguración del simbolismo? Es posible que sí: en Ricardo Gil, hasta la alegoría de Gaspar Núñez de Arce tocará su lugar. Es la literatura finisecular, con su piel de abandono y de descubrimiento. Un mundo que se resiste a morir y asiste, lentamente, al advenimiento de otro nuevo: es lo que encontramos en La caja de música, el libro de Ricardo Gil, ahora reconvertido en una caja de tiempo con sus ecos. Escuchar audio
23:10
No eran molinos - Misa solemne, de Manuel Mantero
Manuel Mantero tiene en la mirada un futuro de luz convertido en ausencia. En otoño de 1969 comienza el curso como catedrático en Western Michigan University. Llega con su esposa, Nieves Gil Díaz-Agero, y sus cinco hijos. Dos años antes del traslado del matrimonio, en 1967, los conflictos raciales estallan con los ocho días de rebelión en Detroit, que dejan 43 muertos y daños por 25 millones de dólares. Es una América convulsa, que acaba de enfrentarse al asesinato de John Fitzgerald Kennedy, en 1963, y a los de su hermano Bobby y Martin Luther King en 1968, un año antes de que se establezcan allí Manuel Mantero y su familia. Aún no ha estallado la Crisis del Petróleo de 1973, pero el desempleo en Michigan ya es el mayor de Estados Unidos. Richard Nixon es el presidente. 1969 es el año de Woodstock, del primer disco de Led Zeppelin, del premio nobel de Literatura a Samuel Beckett y el primer trasplante de un corazón artificial. Se estrena Dos hombres y un destino, con Paul Newman y el jinete eléctrico Robert Redford. Y el 20 de julio, el hombre llega a la luna. Sin embargo, el buen poeta sigue pensando en la poesía: así, en esa región del Medio Oeste Americano, con sus dos penínsulas orilladas por cuatro de los cinco Grandes Lagos, agitada en ese tiempo nuevo, fundará y dirigirá Manuel Mantero, en la universidad, la revista Sagitario, en la que escriben, entre otros, Vicente Aleixandre, Jorge Guillén o Jorge Luis Borges. Y siempre con España en el recuerdo vivo, levantará su obra poética culturalista dentro del grupo del 50 Escuchar audio
25:32
No eran molinos - Poesías, de Mercedes de Velilla
La claridad gris de la mañana del 8 de octubre de 1875 se refleja en los ojos de Mercedes de Velilla al despedirse de su amiga Concepción de Estevarena. Las poetas sevillanas cuentan, respectivamente, 23 y 21 años, y parece que tienen la vida a favor. En el andén, antes de que Concepción suba al vagón que la llevará a Madrid, y luego a Jaca, en Huesca, ninguna imagina que ya no volverán a verse nunca. Han pasado una época que recordarán, cada una desde su propio arco de vida, como la más enriquecedora, la más dichosa y más celebratoria, en la casa familiar de los Velilla, en la calle Manteros. Allí, han disfrutado del salón con los jóvenes literatos sevillanos: entre ellos, Luis Montoto y José de Velilla, hermano de Mercedes y amigo de Concepción. Tras el fallecimiento de su padre, Concepción de Estevarena es recibida en esa casa, a cuya tertulia ya tiene costumbre de acudir, desarrollando una profunda amistad con ambos hermanos: especialmente, con Mercedes. La marcha de Concepción, reclamada en Jaca por su tío, tras quedar huérfana, supone una doble encrucijada: para ella, y también para su amiga Mercedes de Velilla. Son dos almas afines, cómplices en escritura y juventud, desde la condición femenina sobre esa realidad mostrenca de la España isabelina, que contempla la poesía escrita por mujeres como una encantadora excentricidad. Desde que se separan, las dos se quedarán solas: Concepción, en lo que parece su nueva vida en Jaca, ante la inmensidad de su muerte, meses después; y Mercedes, sola, hacia esa otra inmensidad de continuar viviendo. Escuchar audio
24:08
No eran molinos - Últimas flores, de Concepción de Estevarena
La eterna poeta joven de Sevilla se llama Concepción de Estevarena. Vive 22 años, pero son suficientes para izar una obra poética desde su intimismo sensorial con resplandor romántico. Nada será fácil para ella, no sólo por su salud especialmente quebradiza, sino por la oposición de su padre a que su hija escriba versos. Estamos en Sevilla, el 10 de enero de 1868. Concepción de Estevarena cumple 14 años al tiempo que agoniza el reinado de Isabel II. Tras la muerte de Fernando VII y las regencias de su madre, María Cristina de Borbón-Dos Sicilias, y del general Espartero, pasarán la primera guerra carlista, la década moderada, el Bienio Progresista y los gobiernos de Unión Liberal. Aunque ha consolidado la estructura del estado liberal centralizado, los primeros propósitos modernizadores de ese absolutismo moderado yacen en el olvido, entre el pantano de la inestabilidad política. Pero es también la España de los poemas de Gustavo Adolfo Bécquer y Rosalía de Castro, el Don Juan de Zorrilla, el impresionismo costumbrista de Ramón de Mesonero Romanos y las novelas de Cecilia Böhl de Faber, más conocida como Fernán Caballero. Y también es la España isabelina en la que esta mujer muy precoz, Concepción de Estevarena, pese a su debilidad física y el rechazo paterno, con la ardiente pasión de la poesía que mantiene su llama en un pálido fuego, da la bienvenida a sus 14 años y siente ya asentada su vocación de escritora. Escuchar audio
23:44
No eran molinos - Belleza cruel, de Ángela Figuera Aymerich
“Yo tenía en París una amiga, que era también amiga de Neruda. Un día le llevó una copia del manuscrito que yo había enviado a México. Después de leer él ese libro, nos conocimos. Neruda no quería saber nada de la situación española después del 39. Estaba amargado o resentido con España, no sé exactamente. Pero yo le discutí su posición y le hablé de los poetas. Blas de Otero, Gabriel Celaya, Crémer, y también otros. Le hice ver que aquí había una lucha”. Belleza cruel, el séptimo libro de poemas de Ángela Figuera Aymerich, gana el Premio “Nueva España”, de la Unión de Intelectuales Españoles de México y se publica en México en 1958, con un prólogo entusiasta de León Felipe. Tanto él, en México, como Neruda, en París, celebran encontrarse a una nueva generación de poetas españoles, más allá de la lírica oficial garcilasista -por otro lado, agonizante- del Régimen. Belleza cruel circula en secreto, pero no se publicará en España hasta 1978: veinte años después, cuando los ciudadanos voten por la nueva Constitución. Escuchar audio
24:51
No eran molinos - Poesías, de Gertrudis Gómez de Avellaneda
Pienso en las manos firmes de Gertrudis Gómez de Avellaneda sobre la baranda de la cubierta de popa de la fragata Bellocham el 9 de abril de 1836, mientras observa la bahía de Santiago de Cuba. La está dejando atrás. Tiene 22 años y, tras un escándalo social por amoríos, su padrastro ha convencido a su madre de la conveniencia de vender sus propiedades en Santa María de Puerto Príncipe, para cruzar el océano e instalarse definitivamente en la península. Mientras se aleja el barco, la mirada azul de Gertrudis no consigue apartarse de la bahía de Santiago de Cuba. Es una mujer bella, y ha disfrutado una vida ilustrada y cómoda, como corresponde a la juventud de la burguesía isleña, con reuniones elegantes para hablar de literatura sa o de la obra de José María Heredia. Gertrudis escribe desde niña: con doce años, termina una novela fantástica. En el viaje, compondrá su famoso soneto Al partir. Ante la inmensidad del océano, acompaña a Gertrudis el ritmo de las olas y una nueva ilusión: conocer, al fin, España, la tierra tan soñada de su padre. Escuchar audio
25:35
No eran molinos - Academias del jardín, de Salvador Jacinto Polo de Medina
1630 será un año fundamental para Salvador Jacinto Polo de Molina. Tiene 27 años y publica dos de sus títulos más importantes: El buen humor de las musas y Academias del jardín. Esta última, Academias del jardín, su obra más evocadora y transida de modernidad expresiva: las reuniones literarias que el propio Salvador Jacinto Polo de Molina disfrutará en el jardín de los marqueses de Espinardo, en Murcia, nos marcarán el cauce frondoso de un relato en el que se entremezclan los poemas de los asistentes, un grupo de expansivos letraheridos murcianos que se citan alrededor de Anfriso, un muchacho enamorado, que no es correspondido por la doncella Filis, tan hermosa como distante. Además de la sombra alada de Giovanni Boccaccio, está presente su experiencia personal: entre las rocallas del jardín, con múltiples parterres y terrazas que se ofrecen al ocaso del fuego lejano, los amigos de Anfriso se reúnen para gozar de la palabra en llamas, entre la plenitud poética juvenil y la alta vida, que siempre se renueva en la amistad. Escuchar audio
25:31
No eran molinos - La realidad y el deseo, de Luis Cernuda
Luis Cernuda acaba de cumplir 50 años cuando comienza a vivir en la Ciudad de México. En otoño del 53, se instala en la casa de la poeta Concha Méndez, en la calle Tres Cruces número 11 del barrio de Coyoacán. Viven con ella su hija, Paloma Altolaguirre, su marido, Manuel Ulacia, y el primer hijo del matrimonio y nieto de Concha: Manuel. Los visita Manuel Altolaguirre a diario: tras el divorcio, mantiene con Concha Méndez una profunda amistad. Casi cincuenta años después de todo esto, con esos paseos por la plaza de Santa Catalina ya sólo viviendo en su recuerdo, durante la celebración del centenario de Cernuda en la Residencia de Estudiantes, en Madrid, en 2002, una Paloma Altolaguirre ya con 67 años me cuenta una historia del autor de La realidad y el deseo que no me ha abandonado nunca. Es Nochebuena en Ciudad de México, probablemente antes del fallecimiento de Manuel Altolaguirre, en Burgos, en 1959, de un accidente de tráfico. Están cantando villancicos y evocando momentos en España. Quizá acompañan a la familia José Moreno Villa, María Zambrano, Concha de Albornoz y otros amigos. Entonces, alguien cae en la cuenta de que Cernuda ha desaparecido. Paloma sale a la oscuridad del jardín y distingue su silueta al fondo, en un banco. Se le acerca sin hacer ruido y descubre que Luis Cernuda está llorando, solo, con la mirada perdida en el cielo cerrado. Guardará Paloma Altolaguirre la imagen de Luis Cernuda en el jardín. Aunque disfruta de esa familia poética en el exilio, en México, en la casa de las Tres Cruces, a veces se le revela ese alejamiento amargo y dolorido, oculto bajo el peso invisible de su soledad. Escuchar audio
27:01
Más de RTVE Ver más
Espacio en Blanco 'Espacio en blanco' es el programa de misterio más legendario de la radio española. Comenzó su andadura en Radio Cadena Española en 1983. Durante más de tres décadas, ha llenado las ondas de temas únicos que han abierto a la audiencia las puertas de otros mundos. Un hito en la historia del programa fue la convocatoria en 1989 de una alerta OVNI en el Parque Nacional de las Cañadas del Teide, en Tenerife, una cita que logró reunir a más de 40.000 personas. Además, ha recibido las visitas de especialistas de la talla de Raymond Moody, Daniel Brinkley y Marilyn Roosner, entre otros. Su director y presentador, Miguel Blanco, está considerado como una leyenda viva del mundo del misterio y ha visitado más de 140 países en todo el mundo persiguiendo enigmas por todo el planeta Actualizado
Terror en blanco 'Terror en blanco' te sumerge en historias para que vivas una experiencia única de terror. Esa sensación que va más allá del miedo y que te paraliza ante algo que puede ser imaginario o real. Actualizado
Documentos RNE 'Documentos RNE', tras sus dos décadas de historia, ha logrado convertirse en un referente de los espacios documentales en la radiodifusión española. Actualizado
Listas del creador Ver más
También te puede gustar Ver más
La Estación Azul 'La estación azul' es el programa de literatura decano de la radio española. Actualizado
Conferencias Fundación Juan March Audios de las conferencias celebradas en la Fundación Juan March, en sus sedes de Madrid y Palma. Actualizado
Grandes Infelices "GRANDES INFELICES. Luces y sombras de grandes novelistas" es un podcast literario de Blackie Books presentado y dirigido por el escritor Javier Peña (autor de los libros “Agnes” e “Infelices”). Javier Peña repasará capítulo a capítulo la vida y obra de destacados escritores y escritoras, que a veces tuvieron vida de novela, pero no siempre de las felices. Actualizado