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Cuentos encantados 6k45g
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Maravillosos cuentos que tus hijos querrán escuchar una y otra vez. Cuentos tradicionales y nuevos cuentos creados por nosotras con los que tus peques alucinarán. 2g5v5b
Maravillosos cuentos que tus hijos querrán escuchar una y otra vez.
Cuentos tradicionales y nuevos cuentos creados por nosotras con los que tus peques alucinarán.
31. El traje nuevo del Emperador
Episodio en Cuentos encantados
Un increíble cuento en el que no todo es lo que parece... Hace muchos, muchos años había un Emperador muy presumido, que se gastaba todo el dinero que tenía en comprarse trajes nuevos. No se interesaba por sus soldados ni por el teatro, ni le gustaba salir de paseo por el campo, a no ser que fuera para lucir sus trajes nuevos. Tenía un traje distinto para cada hora del día, y de e´l siempre se decía: “El Emperador está en el vestuario”. La ciudad en que vivía el Emperador era muy alegre. Todos los días llegaban a ella muchísimos extranjeros, y una vez se presentaron dos ladronzuelos que se hacían pasar por tejedores, asegurando que sabían tejer las más maravillosas telas. No solamente decían que los colores y los dibujos eran hermosísimos, sino que sus trajes y vestidos tenían la milagrosa virtud de ser invisibles a todos los que no fueran aptos para su cargo o que fueran irremediablemente estúpidos. -¡Deben ser vestidos magníficos! -pensó el Emperador-. Si los tuviese, podría averiguar qué trabajadores del reino no son válidos para el cargo que ocupan. Podría distinguir entre los inteligentes y los tontos. Y así, mandó abonar a los dos ladrones un buen adelanto del dinero, para que pusieran manos a la obra cuanto antes. Ellos montaron un telar y simularon que trabajaban; pero no tenían nada en la máquina. A pesar de ello, se hicieron suministrar las sedas más finas y el oro de mejor calidad, mientras seguían haciendo como que trabajaban en los telares vacíos hasta muy entrada la noche. «Me gustaría saber si avanzan con la tela»-, pensó el Emperador. Pero había una cuestión que lo tenía un tanto preocupado, y era que un hombre que fuera estúpido o inepto para su cargo no podría ver lo que estaban tejiendo. No es que temiera por sí mismo; sobre este punto estaba tranquilo; pero, por si acaso, prefería enviar primero a otro, para cerciorarse de cómo andaban las cosas. Todos los habitantes de la ciudad estaban informados de la particular virtud de aquella tela, y todos estaban impacientes por ver hasta qué punto su vecino era estúpido o incapaz. «Enviaré a mi viejo ministro a que visite a los tejedores -pensó el Emperador-. Es un hombre honrado y el más indicado para juzgar de las cualidades de la tela, pues tiene talento, y no hay quien desempeñe el cargo como él». El viejo ministro se presentó, pues, en la sala ocupada por los dos embaucadores, los cuales seguían trabajando en los telares vacíos. «¡Dios nos ampare! -pensó el ministro para sus adentros, abriendo unos ojos como naranjas-. ¡Pero si no veo nada!». Sin embargo, decidió no decir nada Los dos fulleros le rogaron que se acercase y le preguntaron si no encontraba magníficos el color y el dibujo. Le señalaban el telar vacío, y el pobre hombre seguía con los ojos como platos, pero sin ver nada, puesto que no había nada. «¡Dios santo! -pensó-. ¿Seré tonto acaso? Jamás lo hubiera creído, y nadie tiene que saberlo. ¿Es posible que sea inútil para el cargo? No, desde luego no puedo decir que no he visto la tela». -¿Qué? ¿Os gusta el tejido? -preguntó uno de los tejedores. -¡Oh, precioso, maravilloso! -respondió el viejo ministro mirando a través de los lentes-. ¡Qué dibujo y qué colores! Desde luego, diré al Emperador que me ha parecido maravilloso! -Nos da una alegría -respondieron los dos tejedores. Los estafadores pidieron entonces más dinero, seda y oro, ya que lo necesitaban para seguir tejiendo. Todo fue a parar a sus bolsillos, pues nada se empleó en el telar, y ellos continuaron, como antes, trabajando en las máquinas vacías. Poco después el Emperador envió a otro funcionario de su confianza a inspeccionar el estado de la tela e informarse de si quedaría pronto lista. Al segundo le ocurrió lo que al primero; miró y miró, pero como en el telar no había nada, nada pudo ver. -¿Verdad que es una tela bonita? -preguntaron los dos tramposos, señalando el precioso dibujo que no existía. «Yo no soy tonto -pensó el hombre-, y el empleo que tengo no lo suelto. Es preciso que nadie se dé cuenta». Y se deshizo en alabanzas de la tela que no veía. -¡Es digno de iración! -Le dijo al Emperador. Todos los habitantes del reino hablaban de la magnífica tela, tanto, que el Emperador quiso verla con sus propios ojos antes de que la sacasen del telar. Seguido de una multitud de personajes escogidos, entre los cuales se encontraban los dos hombres de su confianza, se encaminó a la casa donde paraban los pícaros, los cuales continuaban tejiendo con todas sus fuerzas, aunque sin hebras ni hilados. -¿Verdad que es irable? -preguntaron los dos ladrones-. Fíjese Emperador, en estos colores y estos dibujos -y señalaban el telar vacío, creyendo que los demás veían la tela. «¡Cómo! -pensó el Emperador-. ¡Yo no veo nada! ¡Esto es terrible! ¿Seré tan tonto? ¿Acaso no sirvo para emperador? Sería espantoso». -¡Oh, sí, es muy bonita! -dijo-. Me encanta-. Y con un gesto de agrado miraba el telar vacío; no quería confesar que no veía nada. Todos los componentes de su séquito miraban y remiraban, y exclamaban, como el Emperador: -¡oh, qué bonito!-, y le aconsejaron que estrenase los vestidos confeccionados con aquella tela en la procesión que debía celebrarse próximamente. -¡Es preciosa, elegantísima, estupenda!- corría de boca en boca, y todo el mundo parecía entusiasmado con ella. El Emperador concedió una condecoración a cada uno de los dos bribones para que se las prendieran en el ojal, y los nombró tejedores imperiales. Durante toda la noche que precedió al día de la fiesta, los dos ladrones estuvieron levantados, con dieciséis lámparas encendidas, para que la gente viese que trabajaban activamente en la confección de los nuevos vestidos del Soberano. Simularon quitar la tela del telar, cortarla con grandes tijeras y coserla con agujas sin hebra; finalmente, dijeron: -¡Por fin, el traje está listo! Llegó el Emperador en compañía de sus caballeros principales, y los dos truhanes, levantando los brazos como si sostuviesen algo, dijeron: -Esto son los pantalones. Ahí está la casaca. -Aquí tienen el manto… Las prendas son muy ligeras, parece que no haya nada sobre el cuerpo, pero precisamente esto es lo bueno de la tela. -¡Sí! -asintieron todos los cortesanos, a pesar de que no veían nada, pues nada había. -¿Quiere dignarse el Emperador a quitarse el traje que lleva -dijeron los dos bribones- para que podamos vestirle el nuevo delante del espejo? El Emperador se quitó sus prendas, y los dos simularon ponerle las diversas piezas del vestido nuevo, que pretendían haber terminado poco antes. Y cogiendo al Emperador por la cintura, hicieron como si le atasen algo, y el Monarca se quedço frente al espejo. -¡Oh y qué bien le sienta! -exclamaban todos-. ¡Vaya dibujo y vaya colores! ¡Es un traje precioso! -Le están esperando en la calle – anunció el maestro de Ceremonias. -Muy bien, estoy a punto -dijo el Emperador-. ¿Verdad que me sienta bien? – y se giró una vez más de cara al espejo, para que todos creyeran que veía el vestido. -¡Qué preciosos son los vestidos nuevos del Emperador! ¡Qué magnífica cola! ¡Qué hermoso es todo! Nadie permitía que los demás se diesen cuenta de que nada veía, para no ser tenido por incapaz en su cargo o por estúpido. Ningún traje del Monarca había tenido tanto éxito como aquél. -¡Pero si va desnudo! -exclamó de pronto un niño -El Emperador no lleva nada! -¡Pero si no lleva nada! -gritó, al fin, el pueblo entero. Aquello inquietó al Emperador, pues en realidad pensaba que el pueblo tenía razón; pero pensó: «Hay que aguantar hasta el fin». Y siguió más altivo que antes; y sus ayudantes continuaron sosteniendo la inexistente cola. Y colorín, colorado, este cuento encantado se ha acabado.
12:45
30. El castillo misterioso
Episodio en Cuentos encantados
Este cuento es una aventura increíble de 4 niños en sus vacaciones de verano... Como todos los años en agosto, Amanda y Diego iban a pasar 15 días al pueblo de sus abuelos. Era un pueblecito en Ávila, donde se lo pasaban siempre genial. Ayudaban a la abuela con el jardín, daban increíbles paseos para coger moras con el abuelo y desde hacía dos veranos, los nietos de Marisa, su vecina también pasaban unos días por allí. (...) Y colorín colorado, este cuento encantado se ha acabado.
12:06
29. David y Goliat
Episodio en Cuentos encantados
Esta es la historia de un pequeño campesino que con su inteligencia venció a un poderoso gigante. Hace muchos, muchos años, en el antiguo reino de Israel vivía un joven llamado David. David era el hijo pequeño de una familia muy humilde. Su padre era pastor y pasaba horas cuidando a sus ovejas para poder mantener a su familia. Por aquel tiempo, el reino de Israel se encontraba en guerra contra sus mayores enemigos, los Filisteos. Unos guerreros crueles y temibles. Para luchar contra ellos, el rey Saúl, había reunido a fuertes y valientes soldados entre los que se encontraban los dos hermanos mayores de David. Cómo David era más pequeño y más joven que sus hermanos no podía ir a luchar y en cambio ayudaba a su padre con las ovejas y con los quehaceres del campo. Entre los filisteos había un guerrero especialmente peligrosos y al que todos temían. Se llamaba Goliat y era gigante. Tenía un tamaño mucho mayor que el resto de soldados, sus brazos eran grandes y fuertes y sus manos podrían aplastar rocas… Nadie se atrevía a luchar contra él… parecía invencible. Un día, Goliat pidió al rey Saúl que encontrase un soldado lo necesariamente fuerte y valiente como para pelear contra él… Tan seguro estaba Goliat de que él podía ganar a cualquiera que grito: - Sé que es un imposible, pero si uno de vuestros soldados se atreve a luchar contra mí y gana, nosotros los filisteos dejaremos de luchar contra vosotros y a partir de ese momento seremos vuestro s esclavos . En cambio, si pierde, vosotros trabajaréis para nosotros para siempre. Todos los israelitas querían que se acabase la guerra, pero nadie quería luchar contra Goliat, el guerrero más grande y temible de todos. Sabían con seguridad que él los ganaría, con solo tocarles les aplastaría con su fuerza. David, que nunca se metía en peleas y no le gustaban las luchas estaba enfadadísimo con las amenazas de Goliat. - ¿Qué se cree ese gigante? – preguntó David a sus hermanos - Qué nadie se va a atrever a luchar contra él? - Goliat lleva más de 40 días amenazándonos – respondió el hermano mayor – pero nadie se atreve a desafiarle, pues es el más temible de todos los guerreros.. David cogió aire y exclamó: - ¡Sin nadie más lo hace, yo lo haré!! Sus hermanos le miraron con preocupación, incluso se enfadaron con él, pues sabían que, si David se enfrentaba a Goliat, él le mataría. - La guerra no está hecha para los niños , David. Tu lugar está junto a papá, ya está muy mayor y necesita ayuda. Si mueres, nadie podrá cuidar de las ovejas y toda la familia morirá de hambre. - Lo sé – contestó el joven subiéndose a la mesa – pero si yo no lo hago, todo el pueblo de Israel tendrá que trabajar para los Filisteos para siempre. Además, puede que yo no sea fuerte pero seguro que soy mucho más listo que ere gigantón sin cerebro… Unos soldados que se encontraban cerca de David y sus hermanos oyeron la conversación y comprobaron con sorpresa como David estaba dispuesto a enfrentarse al malvado y terrible Goliat. Rápidos, corrieron a avisar al rey de que por fin había alguien lo suficientemente valiente para enfrentarse al gigante. El rey al enterarse corrió a casa de David para conocerle. Cuando le vio quedo desilusionado al comprobar que o se trataba de un fuerte soldado sino de un joven y pequeño muchacho. - Joven David, no puedes luchar contra Goliat. Eres pequeño y demasiado joven y Goliat es un gran guerrero, con muchos años de experiencia – advirtió el rey. - Seré pequeño señor, pero soy valiente – dijo David – El rey y los hermanos de David, que temían por su vida, intentaron impedir que fuera a luchar contra Goliat, pero el muchacho estaba decidido y armado de valor, así que emprendió su camino en busca del gigante. Caminó durante un largo rato y al pasar cerca de un riachuelo se agacho y cogió cinco piedras y se las guardó. Después sacó un trozo de cuerda que utilizaba para agarrar a las ovejas cuando se escapaban y la anudó haciendo un circulo, en forma de onda. Después siguió caminando. Cuando llego al lugar donde se encontraban los guerreros filisteos gritó: - Gigante, acepto tu desafío.Yo lucharé por mi pueblo. Si gano, nos dejaréis en paz para siempre, si pierdo, os serviremos en todo lo que deseéis. Al verle, Goliat se enfureció muchísimo. No podía creer que el rey Saúl mandase a un joven y pequeño pastor a luchar. Pero aún así, por no fallar a su orgullo, acepto el trato. - Acabaré contigo antes de que te des cuenta – gritó el gigante. No podrás ni contra mi fuerza ni contra mis armas.. - Tu vienes hacia mi con tu fuerza, tu espada y tu jabalina -le dijo David, pero yo te venceré con mi inteligencia. David llevaba en la mano la onda que había fabricado con su cuerda, y dentro, una de las piedras que había cogido. Se acercó un poco más a Goliat, que le esperaba con su espada en la mano y con mirada amenazante, y le dijo señalando con el dedo el horizonte que se extendía a lo lejos: - ¿Ves el horizonte Goliat?, lanzaré mi piedra con tanta fuerza que te empujará y volarás aún más lejos. El gigante se giró para mirar hacia el lugar que señalaba David y en ese momento David agitó su onda y le lanzó la piedra con todas sus fuerzas y con una puntería excelente. Tanto, que dio de lleno al malvado gigante en la cabeza y lo derribó por completo. David, había utilizado su inteligencia para despistar a Goliat y lanzarle la piedra antes de que este pudiese atacar. Todo el mundo se quedó boquiabierto con la precisión con la que el joven había lanzado la piedra, pero más aun con su fuerza, ya que nadie pensó que un pequeño pastor podría derrotar a semejante gigante. El rey Saúl felicitó al valiente David, y a partir de entonces se convirtió en el héroe de Israel, por lo que nunca le falto de nada… Y colorín colorado, este cuento encantado se ha acabado.
10:25
28. La casita de chocolate
Episodio en Cuentos encantados
Hansel y Gretel son dos hermanos que un día, perdidos en el bosque llegan a una casita de chocolate y golosinas en la que vive una viejecita... Érase una vez una casita muy humilde en el bosque. En ella, vivía una familia compuesta por el padre, un pobre leñador, su esposa y sus dos hijos: Hansel y Gretel. Todos ellos eran felices, pero también eran muy pobres. Tanto, que muchas veces no tenían nada para comer. Por lo que, muy tristemente, el leñador le dijo a su mujer: - Cariño, no tenemos nada que comer, ni siquiera tenemos un poco de harina para hacer pan. Nuestros hijos morirán de hambre. (...) Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
10:08
27. Merlín el Mago
Episodio en Cuentos encantados
El pequeño Arturo se queda bajo el cuidado del gran Mago Merlín, una aventura que os encantará... Hace mucho mucho tiempo, cuando los reinos de Inglaterra batallaban unos contra otros, nació el pequeño Arturo, hijo del Rey Uther. La mamá del niño murió cuando Arturo era sólo un bebé y el Rey se sumió en una enorme tristeza y entregó a Arturo al Mago Merlín, para que lo educara y le enseñara toda su sabiduría. El Mago Merlín, que era muy sabio y precavido, decidió llevar al pequeño Arturo al castillo de un noble vecino suyo que tenía un único hijo de la misma edad que Arturo, llamado Alfonso, y le pidió que lo criara como si fuese suyo, que le cuidara y nunca les contó quien era en realidad el padre de Arturo. Y así fue. Cada día Merlín explicaba al pequeño Arturo todas las ciencias conocidas y, como era mago, incluso le enseñaba algunas cosas de las ciencias del futuro y ciertas fórmulas mágicas. Ambos niños crecieron felices y sanos, pero años más tarde, cuando Arturo y Alfonso ya eran más mayores, el Rey Uther murió, y el pueblo de Inglaterra le pidió al gran mago Merlín que encontrase un sucesor. Arturo era el legítimo rey de Inglaterra, pero Merlín aún tenía otros planes para el joven, por lo que, con el fin de que pasase un poco más de tiempo antes de proclamar al Rey, Merlín hundió una espada mágica en una roca y exclamó frente a los habitantes del reino: – Esta es la magnífica y mágica espada Excalibur. Aquel que logre sacarla de la roca, será coronado como el próximo Rey de Inglaterra. Después, volvió junto a Arturo, del cual se hizo cargo, y le educó en el arte de la magia y la naturaleza con el fin de prepararlo para gobernar. Así, pasaron los años y, mientras Arturo crecía más fuerte y sabio, fueron cientos los hombres que intentaron sacar la espada de la piedra, pero nadie lo consiguió nunca. Poco a poco, con el paso del tiempo, la historia de la espada se fue olvidando, y los nobles y caballeros fueron dejando de visitar el lugar donde se encontraba, mientras la paz que el Rey Uther había logrado mantener iba desapareciendo. Un día, Arturo acompañó a la ciudad a Alfonso, a un torneo de caballeros. Todo estaba listo, pero llegado el momento de empezar la competición, el joven Arturo recordó que no había cogido la espada que le habían mandado traer para su hermano. – ¡Dios mío, qué despiste!, Alfonso se va a enfadar muchísimo – exclamó Arturo en sus pensamientos. Salió corriendo, vagando de un lugar a otro a toda prisa sin saber cómo salir del entuerto, hasta que llegó a un pequeño patio vacío, donde en el suelo yacía una enorme roca. Fue entonces cuando Arturo vio un brillo plateado en la cima, y para su asombro, cuanto retiró el musgo que cubría aquel estaño objeto se dio cuenta de que ¡se trataba de una espada! – Aquí está mi salvación, a Alfonso le encantará - pensó Arturo más tranquilo Y aunque desde fuera parecía una espada muy pesada, Arturo la sacó de la piedra sin dificultad y volvió a toda prisa al torneo donde lo esperaban. – ¡No empiecen aún el torneo!, aquí tengo la espada de mi hermano Alfonso – exclamó Arturo ante el asombro de todos y sin saber lo que estaba sucediendo. Nadie podía creérselo. Al llegar, Arturo relató su hazaña sin saber la importancia que tenía. Él solo había encontrado una espada abandonada en un pequeño patio, sobre una roca…. Tanto Alfonso como su padre, y el resto del pueblo, sabían que esa espada era la indicada, pero decidieron comprobarlo y acompañaron a Arturo hasta la roca para verlo con sus propios ojos. – ¿Lo veis? – dijo Arturo – aquí la encontré El joven introdujo la espada tal y como la había encontrado y muchos de los allí presentes intentaron sacarla después, pero les fue imposible. Arturo se acercó a ella, y una vez más, la logró sacar sin mucho esfuerzo. Ante la sorpresa de todos la levantó y en ese momento apareció el gran mago Merlín que, con una sonrisa de orgullo, proclamando sin ninguna duda al legítimo Rey de Inglaterra. - Arturo, no te lo creerás, pero ha llegado el momento de contarte la verdad - dijo Merlín mirándole a los ojos - yo mismo introduje la espada mágica en la roca. Sólo el verdadero rey de Inglaterra será capaz de sacarla, y ese hombre eres tú. – ¡Arturo!, ¡Rey!, ¡Arturo! !, ¡Rey! – Gritaban todos. Todos los habitantes del reino se alegraron mucho de la noticia, y el joven fue coronado Rey de Inglaterra y, para conseguir la paz por muchos años más. Reunió a los mejores caballeros del reino, entre ellos Alfonso, alrededor de una gran mesa redonda para proteger y mantener la paz de su pueblo. Arturo se casó con la princesa Ginebra y, con su ayuda y la de sus caballeros, consiguió mantener la felicidad del reino más de lo que su padre pudo lograr, pero siempre con su querido mago Merlín a su lado como consejero. Y colorín, colorado, este cuento encantado se ha acabado
08:33
26. Los Reyes Magos y el perrito perdido
Episodio en Cuentos encantados
Nuevo cuento de los Reyes Magos para los más pequeños, una historia mágica que os va a encantar con los Reyes de protagonistas y un perrito perdido... La noche había sido muy larga pero a la vez maravillosa. Un año más Melchor, Gaspar y Baltasar habían recorrido todos los hogares del mundo visitando a los niños y dejándoles sus regalos junto a sus zapatos (.... )
11:43
Especial: Noche de Halloween
Episodio en Cuentos encantados
Esta semana os traemos un cuento extra! Con motivo de Halloween hemos preparado un cuento que os va a encantar. Era una tarde muy fría y hacía mucho viento. Adriana y sus hermanos, los mellizos Hugo y Mario, habían salido del cole y como cada tarde, pedían con insistencia la merienda a su madre. -Niños! Después de merendar tenemos que ir a casa a cambiarnos, hoy es la noche de Halloween!!! ¿Os acordáis que cenamos en casa de los tíos? Cómo no se iban a acordar! Llevaban casi un mes preparando los disfraces y algunas bromas, les encantaba la noche de Halloween, los niños estaban muy emocionados, bueno, el pequeño Mario tenía un poco de miedo, pero era muy valiente. Cuando llegaron a casa, Adriana, la mayor de los 3, corrió a su habitación donde tenía preparado su disfraz de esqueleto rosa y comenzó a vestirse mientras canturreaba. Los mellizos hicieron lo mismo, Hugo estrenaba su disfraz de dinosaurio, estaba seguro de que iba a asustar mucho a sus tíos y primos. Y Mario, había elegido un disfraz de calabaza, aún no tenía 4 años y la noche de Halloween no era de sus favoritas, pero como sus hermanos estaban tan contentos y él era súper valiente, pensó que seguro que no era para tanto. (...) Y colorín colorado, este cuento encantado se ha acabado
13:33
25. La visita de Federico
Episodio en Cuentos encantados
En el episodio de hoy tenemos una nueva aventura de Paje Federico. Os va a encantar!! Federico, era un niño huérfano de 8 años, al que los Reyes Magos habían acogido en su palacio. Federico era amable, cariñoso y divertido y desde que llegó al palacio se había convertido en el paje favorito de todos. Federico era muy feliz viviendo con los Reyes. Le encantaba jugar, leer y gastar bromas divertidas. Además, disfrutaba mucho aprendiendo con los Reyes. Ellos le contaban mil historias de sus viajes y le leían cuentos maravillosos. (...) Y colorín colorado, este cuento encantado se ha acabado.
11:43
24. El cuento de la lechera
Episodio en Cuentos encantados
Hoy os traemos el cuento de la lechera que como sabéis guarda una útil moraleja. Había una vez una hermosa lechera que vivía junto a sus padres en una granja muy grande en la que había muchas cuadras y establos llenas de animales. Era una buena chica que ayudaba siempre en las tareas del hogar, y que se ocupaba sin rechistar del cuidado de los animales como ocas, cerdos, caballos, gallinas y, sobre todo, vacas lecheras. Un día, su madre le dijo: Buenos días hija mía. Esta mañana, las vacas han dado mucha leche de lo normal, y yo no me encuentro muy bien. Tengo un poco de fiebre y no me apetece salir de casa. Tú ya eres mayorcita, ¿crees que podrás ir tú en mi lugar a vender la leche sobrante al mercado? La niña, que era muy servicial y responsable, muy contenta le respondió a su mamá: Por su puesto madre, yo iré encantada con toda esta leche para que tu puedas descansar y recuperarte. La buena mujer, viendo que su hija estaba tan ilusionada y dispuesta, confió en ella y, dándole un beso en la mejilla, le prometió que todo el dinero que recaudara aquel día en el pueblo sería para ella. Para que se pudiera comprar todo aquello que deseaba. ¡Gracias mamá! – dijo la niña abrazándole fuerte – te sorprenderé La niña se puso sus mejores galas: un largo vestido azul, un delantal rojo con volantes que le había regalado su abuela y un precioso pañuelo blanco bordado que le recogía sus largos cabellos dorados que siempre se recogía en dos trenzas. Entonces, cogió el cántaro lleno de leche recién ordeñada, y con una gran sonrisa en la cara salió de la granja tomando el camino más corto hacia el pueblo. La muchacha muy emocionada Iba a paso ligero, saltando y bailando mientras su mente no dejaba de trabajar. No podía parar de imaginarse cómo invertiría las monedas que iba a conseguir con la venta de la leche. Quería comprarse muchísimas cosas: un nuevo vestido, una bicicleta, unas botas de agua y par de libros que había visto en el mercado del pueblo. ¡Ya sé lo que haré! – se decía a sí misma – con las monedas que me den por la leche, voy a comprar una docena de huevos. Los llevaré a la granja donde mis gallinas los incubarán y, cuando nazcan los doce pollitos, los cambiaré por un hermoso cerdito. Una vez criado el cerdito, regresaré al mercado y lo cambiaré por una ternera que, cuando crezca, me dará mucha leche a diario que podré vender a cambio de un montón de dinero. Envuelta en sus pensamientos, la niña seguía ideando la forma perfecta con la que conseguiría más y más dinero. Con solo un cántaro de leche, podría conseguir un montón de cosas que le harían más y más rica, y así podría vivir cómodamente el resto de su vida sin tener que trabajar. - Mis padres estarán muy orgullosos de mí – pensó Pero... La joven muchacha iba caminando tan ensimismada en todo lo que iba a conseguir que se despistó, y no se dio cuenta de que el camino liso que había estado siguiendo hasta ahora se había convertido en uno lleno de piedras y curvas. Siguió caminado bailando y saltando hasta que…. Tropezó y ¡Pum! La pobre niña cayó de bruces contra el suelo. ¡Oh no! - gritó la joven - ¡mi leche! Por suerte, la chiquilla solo se hizo unos rasguños en las rodillas, pero su cántaro voló por los aires hasta chocar con una roca y se rompió en mil pedazos. La leche se desparramó por todo el camino, y sus sueños se volatilizaron al igual que su leche. Ya no había nada que vender y, por tanto, todo había terminado. ¡Qué desgracia! Adiós a mis huevos, mis pollitos, mi cerdito y mi ternera – se lamentaba la niña entre lágrimas – Adiós a conseguir más leche y cambiarla por monedas. Adiós a mi vestido, mis libros, mi bicicleta y mis botas de agua. Eso me pasa por ser tan ambiciosa y comenzar mi casa por el tejado. Con amargura, recogió los pedacitos del cántaro y regresó junto a su familia, reflexionando sobre todo lo que había sucedido. Se dio cuenta de que aunque es importante tener sueños e ilusiones para el futuro, hay que prestar atención a lo que se hace en el presente. Sólo así se podrán cumplir esos sueños. Y colorín colorado este cuento encantado se ha acabado
07:37
23. El soldadito de plomo
Episodio en Cuentos encantados
Hoy os ofrecemos este bonito cuento tradicional: El soldadito de plomo, del escritor y poeta danés Hans Christian Andersen. Esperamos que os guste! Había una vez un niño que tenía muchísimos juguetes, tantos, que no le daba tiempo a jugar con todos. El día de su cumpleaños, su abuelo le hizo un regalo muy especial. Se trataba de una preciosa caja de madera, que contenía en su interior una serie de soldaditos de plomo realizados a mano a base de fuego y metal. Todos llevaban el fusil al hombro, vestían espléndidas chaquetas rojas y pantalones azules y mantenían la mirada al frente. – ¡Soldaditos de plomo! ¡Muchas gracias, abuelo! – dijo el niño con alegría. El niño, entusiasmado, fue sacando con cuidado todos los soldados de la caja, uno a uno, dejándolos sobre su escritorio como si estuvieran en formación. ¡Qué elegantes se veían! Parecían un ejército de verdad. Sin embargo, al sacar de la caja al último de los soldaditos, el pequeño se dio cuenta de que le faltaba una pierna. En realidad fue un defecto de fábrica al fundir ese soldadito, nadie en la fábrica de plomo se dio cuenta y fue introducido en la caja, junto con el resto. El niño no se puso triste, al contrario, decidió que era especial y lo colocó frente a uno de sus mejores juguetes, un precioso castillo de papel donde vivía una preciosa bailarina vestida con un delicado vestido de tul rosa. La bailarina estaba apoyada sobre una sola pierna con sus brazos estirados, era tan bonita que el soldadito al verla ni no se dio cuenta de que se trataba de un pose de ballet y creyó que le faltaba una pierna, como a él. A partir de ese momento, cuando el niño se iba a dormir, el soldadito pasaba largas horas mirando a la bailarina, ajeno al resto de los juguetes de la habitación. De hecho, mientras los demás juguetes saltaban y se divertían, el soldadito sólo tenía ojos para su bailarina: – ¡Es tan bonita y se parece tanto a mí! – pensaba el soldadito cada vez que la veía. Sin embargo, entre todos los juguetes había uno muy malvado que no le quitaba los ojos de encima al soldadito de plomo. Se trataba de un duende metido en una caja sorpresa, desde la que saltaba para asustar a todos los juguetes que se acercaban. Un día, el malvado duende le dijo al soldadito: – ¿Por qué me miras fijamente? El soldadito prefirió no contestarle ni meterse en problemas con él. Ya le habían avisado que era mejor no tratar con él. Y decidió seguir a lo suyo sin prestarle atención. El duende, se tomó muy mal que el soldadito de plomo lo ignorase y muy enfadado le gritó: -¡Ya verás cuando te pille! No volvió a ocurrir nada hasta que una tarde jugando, el niño decidió cambiar de lugar al soldadito de plomo colocándolo con el resto de sus compañeros, para que fuesen a luchar al frente. Mientras los iba organizando, colocó al soldadito de plomo en el borde de la ventana. Y, misteriosamente, cuando el niño levantó la mirada, el soldadito ya no estaba. Buscó por todos los rincones de su habitación pero no encontró al soldado, y pensó que tal vez podría haberse caído a la calle con una ráfaga de viento. Sin embargo, en realidad había sido el duende de la caja sorpresa el que lo había lanzado por la ventana sin que nadie lo viera. El niño no pudo bajar a buscar al soldadito porque hacía muy mal tiempo y la lluvia caía torrencialmente sobre las ventanas. – No te preocupes Lucas, cuando deje de llover lo buscaremos – le dijo su madre. Pero unos niños vecinos de Lucas, que estaban jugando en la calle bajo la lluvia, encontraron al soldadito bajo la ventana. Entusiasmados, decidieron jugar con él: – ¡Le haremos un barco de papel para que navegue! – dijo uno de los niños. Así fue como con un viejo periódico, hicieron un barquito y, aprovechando que la lluvia había formado pequeños riachuelos en las aceras, colocaron al soldadito sobre el barco de papel para que navegara por ellos. En un momento, el soldadito terminó en una de las alcantarillas. – ¡Oh Dios mío! ¿A dónde voy? ¿Qué será de mí? No volveré a ver a mi hermosa bailarina! -sollozó el soldadito. Mientras tanto, el barquito, que era de papel, se iba deshaciendo poco a poco, por lo que el soldadito terminó siendo arrastrado con más y más fuerza por el agua. Así fue como, navegó y navegó continuó hasta que llegó al mar. Y justo antes de que el soldadito llegase al fondo, un pez muy grande se lo comió. Dentro del pez solo había silencio y oscuridad, pero el soldadito era valiente y no tenía ningún miedo. Muy pronto se quedó dormido en el estómago del pez. Sin embargo, poco duró su tranquilidad porque el pez había sido pescado y ya estaba rumbo al mercado de la ciudad. La buena suerte quiso que la mamá del niño quisiera comprar ese día pescado fresco, así que fue al mercado y compró aquel pez. Cuando llegó a casa y se puso a limpiar el pescado, descubrió que en su interior estaba el soldadito de plomo que había perdido su hijo. Rápidamente, llamó al niño para darle la buena noticia. El niño estaba como loco de contento por tener de nuevo al soldadito, lo colocó en su escritorio, justo frente a la ventana y fue a cenar. Pero de pronto, una fuerte ráfaga de viento abrió con fuerza la ventana y lanzó al soldadito de plomo directo a la chimenea de la habitación que se encontraba encendida. El pobre soldadito, comenzó a derretirse lentamente bajo el calor de las llamas. Sentía mucho calor pero como podía ver a su bailarina, se sintió aliviado. En ese momento el soldadito vio cómo un soplo de aire empujó a la bailarina de papel hacia el fuego y, en un increíble revoloteo que parecía una función de ballet, la bailarina terminó junto al soldadito en las llamas. Sin embargo, tuvieron el tiempo suficiente para mirarse y enamorarse antes de que el fuego terminara con ellos. A la mañana siguiente, cuando el fuego ya se había apagado, en la chimenea apareció un bonito corazón de plomo, cubierto con destellos dorados y un trocito de tul de bailarina. Y colorín colorado, este cuento encantado se ha acabado.
09:19
22. Pinocho
Episodio en Cuentos encantados
Hoy un bonito y tradicional cuento que seguro conocéis: Pinocho. Esperamos que os encante el episodio! Había una vez una vieja carpintería en la que trabajaba un señor amable y simpático llamado Geppetto. Un día estaba terminando de trabajar dando los últimos retoques de pintura a un muñeco de madera que había construido. “¡Qué obra tan bonita he creado! Cómo está hecho con madera de pino le llamaré Pinocho” – exclamó el anciano con gran alegría mientras le daba los últimos retoques. Desde ese entonces, Gepetto pasaba las horas contemplando su bella obra, y deseaba que aquel niño de madera, pudiera moverse y hablar como todos los niños. Lo deseaba con tanta fuerza que una noche, mientras Gepeto dormía, apareció en la ventana de su cuarto un Hada buena. “Como eres un hombre de noble corazón, te concederé lo que pides y daré vida a Pinocho” – susurro el hada mágica y agitó su varita sobre el muñeco de madera. Al momento, la figura cobró vida y sacudió los brazos y la cabeza. – ¡Papá, papá! – mencionó con voz melodiosa despertando a Gepetto. – ¿Quién anda ahí? – Soy yo, papá. Soy Pinocho. ¿No me reconoces? – dijo el niño acercándose al anciano. Cuando logró reconocerle, Gepetto lo cargó en sus brazos y se puso a bailar de tanta emoción. “¡Mi hijo, mi querido hijo!”, gritaba jubiloso el anciano. Los próximos días, fueron pura alegría en la casa del carpintero. Como todos los niños, Pinocho debía asistir a la escuela, estudiar y jugar con sus amigos. Sin embargo, como Gepetto era muy pobre y tenía poco dinero no podía comprar los libros que necesitaba Pinocho. para ello, decidió vender su abrigo y con el dinero que le dieron a cambio compró una cartera con libros y lápices de colores. El primer día de colegio, Pinocho asistió acompañado de un pequeño grillito, amigo del hada bueno, para aconsejarlo y guiarlo por el buen camino. Sin embargo, como sucede con todos los niños, este prefería jugar y divertirse antes que asistir a las clases, y a pesar de las advertencias del grillo, el niño travieso decidió ir al teatro, a disfrutar de una función de títeres. Al verle, el dueño del teatro quedó encantado con Pinocho: “¡Maravilloso! Nunca había visto un muñeco de madera que se moviera y hablara por sí mismo. Sin duda, haré una enorme fortuna con él” – pensó. Así que le ofreció a Pinocho quedarse allí todo el día a cambio de unas monedas. El niño aceptó la invitación de aquel hombre ambicioso, y pensó que con el dinero ganado podría comprarle un nuevo abrigo a su padre. Durante el resto del día, Pinocho actúo en el teatro como una marioneta más, y al caer la tarde decidió regresar a casa con Gepetto. Sin embargo, el dueño malo no quería que el niño se fuera, por lo que lo encerró en una caja junto a las otras marionetas. Pinocho lloró y lloró, mientras su amigo el grillo le recordaba como no debería haber desobedecido a su padre y debería haber ido a la escuela. Ante el profundo llanto del niño apareció el hada buena que le había dado vida y cuando le preguntó que había pasado, Pinocho le mintió diciendo que le habían capturado mientras iba de camino al colegio. El hada que era muy lista y lo sabía todo se dio cuenta de que Pinocho le estaba engañando y le dijo que si mentía le crecería la nariz. El niño se disculpó y el hada enternecida por la inocencia del niño le liberó de su jaula y Pinocho pudo escapar. Cuando regresaba a casa, se topó con dos astutos bribones que querían quitarle sus monedas. Como era un niño inocente y sano, los ladrones le engañaron, haciéndole creer que si enterraba su dinero, encontraría al día siguiente un árbol lleno de monedas, todas para él. El grillo trató de alertarle sobre semejante timo, pero Pinocho no hizo caso a su amigo y enterró las monedas. Luego, los terribles ladrones esperaron a que el niño se marchara, desenterraron el dinero y se lo llevaron muertos de risa. Al llegar a casa, Pinocho descubrió que Gepetto no estaba allí, y empezó a sentirse tan solo, que rompió en llantos. Inmediatamente, apareció el Hada para consolar al triste niño. “No llores Pinocho, tu padre se ha ido al mar a buscarte”. Y tan pronto supo aquello, Pinocho partió a buscar a Gepetto, pero por el camino tropezó con un grupo de niños: – ¿A dónde vais? – preguntó Pinocho – Vamos al País de los Dulces y los Juguetes – respondió uno de ellos – Ven con nosotros, podrás divertirte sin parar. – No lo hagas, Pinocho – le dijo el grillo – Debemos encontrarnos con tu padre, que se ha ido solo y triste a buscarte. – Tienes razón, grillo, pero sólo estaremos un rato. Luego le buscaré sin falta. Y así se fue Pinocho acompañado de aquellos niños al País de los Dulces y los Juguetes. Al llegar, quedó tan maravillado con aquel lugar que se olvidó de salir a buscar al pobre de Gepetto. Saltaba y reía Pinocho rodeado de juguetes, y tan feliz era, que no notó cuando empezó a convertirse en un burro. Sus orejas crecieron y se hicieron muy largas, su piel se tornó oscura y hasta le salió una colita peluda que se movía mientras caminaba. Cuando se dio cuenta, comenzó a llorar de tristeza, y el Hada volvió para ayudarle y devolverlo a su forma de niño, no sin antes recordarle que no se estaba portando bien: – Ya eres nuevamente un niño bello, Pinocho, pero recuerda que debes estudiar y ser bueno. – Oh sí, señora hada, a mí me encanta estudiar – dijo Pinocho y al instante, le creció la nariz. – Te recuerdo que tampoco debes decir mentiras, querido Pinocho. – No, para nada, no he dicho una mentira – pero la nariz le creció un poco más – ¡Y siempre me porto muy bien! Pero al decir aquello la nariz le creció tanto, que apenas podía sostenerla con su cabeza. Con lágrimas en los ojos, Pinocho se disculpó con el Hada y le prometió que jamás volvería a decir mentiras, por lo que su nariz volvió a ser pequeña. Entonces, él y el grillo decidieron salir a buscar a Gepetto. Sin embargo, cuando llegaron al mar, descubrieron que el anciano había sido tragado por una enorme ballena. Enseguida, se lanzó al agua, y después de mucho nadar, se encontró frente a frente con la temible ballena. “Por favor, señora ballena, devuélvame a mi padre”. Pero el animal no le hizo caso, y se tragó a Pinocho también. Al llegar a la tripa de la ballena, se encontró con el viejo Gepetto y se abrazaron durante un largo rato. – Tenemos que salir cuanto antes, Pinocho – exclamó Gepetto – Hagamos una fogata papá. El humo hará estornudar a la ballena y podremos escapar. Y así fue como Pinocho y su padre quedaron a salvo de la ballena, pues estornudó tan fuerte que los lanzó fuera de su tripa y lograron escapar a tierra firme. Cuando llegaron a casa, Pinocho se arrepintió de corazón por haber desobedecido a su padre, y desde entonces no faltó nunca a clases, y fue tan bueno y disciplinado, que el Hada buena decidió convertirlo en un niño de carne y hueso, para alegría de su padre, el viejo Gepetto, y del propio Pinocho. Y colorín colorado este cuento encantado se ha acabado
10:51
21.Los reyes Magos y el pergamino mágico
Episodio en Cuentos encantados
Hoy un maravilloso cuento de los Reyes Magos creado por nosotras. No os perdáis que les pasó a Pablo y Guillermo cuando se encontraron un misterioso pergamino el día de Reyes... Era la noche de Reyes y como cada año, Melchor, Gaspar y Baltasar estaba visitando las casas de todos los niños que se habían portado bien. Sin duda, esa noche los tres Reyes tenían muchísimo trabajo, pero a su vez era su noche favorita. (...) Y colorín colorado, este cuento encantado se ha acabado
11:03
20. Los piratas y la maldición de la estatua de piedra
Episodio en Cuentos encantados
Hoy os traemos un cuento de aventuras creado por nosotras y que os va a encantar. Si os gustan las aventuras y las historias de piratas no os perdáis este episodio. Martín era un niño de 8 años que vivía en un pequeño pueblo pesquero. Su familia era muy humilde y él siempre intentaba ayudar a sus padres como podía. (...) Y colorín colorado, este cuento encantado se ha acabado.
16:00
19. Pedro y el Lobo
Episodio en Cuentos encantados
Para el episodio de hoy hemos elegido un cuento por casi todos conocido: Pedro y el lobo, también llamado el pastorcillo mentiroso. Esperamos que os guste. Érase una vez un pastorcillo llamado Pedro, que se pasaba todo el día cuidando a sus ovejas en un prado muy cercano al pueblo donde vivía. Cada mañana, Pedro salía con las primeras luces del alba con su rebaño y no regresaba hasta bien entrada la tarde. El pastorcillo se aburría mucho viendo cómo pasaba el tiempo, pasaba horas y horas mientras las ovejas pastaban y no tenía nadie con quien compartir ese tiempo, así que pensaba en todas las cosas que podía hacer para divertirse. Un día, estaba apoyado en el tronco de un gran árbol y se le ocurrió una idea que le rondaba la cabeza desde hacía tiempo. Para divertirse un rato pensó que gastaría una broma a toda la gente del pueblo que vivía cerca de aquellos prados verdes. Los campesinos y vecinos de Pedro eran gente muy trabajadora y siempre ayudaban a su vecinos cuando éstos necesitaban algo. Pedro sabía que si les gastaba una broma sobre el lobo, todos vendrían corriendo a socorrerle. Iba a ser muy divertido, pensó. Esa mañana, cuando todos estaban con sus labores, Pedro decidió que era el momento perfecto para gastar la broma. Se puso en pie y gritando lo más alto que pudo se le escuchó: -“¡Socorro, el lobo! ¡Socorro! ¡Que viene el lobo!”. Todos los campesinos de la zona de inmediato dejaron sus quehaceres, tal como había previsto Pedro, cogieron las herramientas que tenían a mano y corrieron por el monte a ayudar al pobre pastor. Tardaron 4 minutos en llegar hasta la pradera y encontrarse al pastor muerto de risa, tumbado en el suelo, y así descubrieron que todo había sido una broma de muy mal gusto. Los aldeanos muy enfadados con el pastor regresaron a sus trabajos pensando que Pedro había sido un tonto. Por el camino de vuelta quisieron advertir al chico que no lo volviera a hacer pero pensaron que se habría dado cuenta él mismo de que aquello no había tenido gracia. Pero Pedro había disfrutado mucho con la broma, era impulsivo y aún un niño y no pensó que realmente había fastidiado a muchos campesinos con su broma, se había divertido y no estaba dispuesto a dejarlo. Quería repetirlo y estaba dispuesto a volver a pasar un rato divertido con aquella broma. A la mañana siguiente, Pedro desayunó temprano, como cada mañana y llevó a su rebaño a las praderas. Almorzó un trozo de pan con queso y pensó que era un buen momento para repetir su hazaña. De pie frente a los prados y con las manos alrededor de su boca comenzó a gritar tan fuerte como pudo: -“¡Socorro, el lobo!!Socorro! ¡Viene el lobo!”. Al oír de nuevo los gritos del pastor, los campesinos creyeron que en esta ocasión sí se trataba del lobo feroz que quería comerse todas las ovejas del pobre pastor y corrieron en su auxilio. Y una vez más se encontraron con la misma escena que un día atrás; Pedro estaba tumbado en el suelo muerto de la risa y todas las ovejas pastaban tranquilamente en las laderas. Esta vez los aldeanos se enfadaron mucho más con la actitud de Pedro y juraron no dejarse engañar nunca más. Esa noche, Pedro pensó que había sido otro día muy divertido, no pensó en cuánto había molestado a los campesinos y las consecuencias que esta broma podía tener. A la mañana siguiente, como siempre muy temprano, Pedro volvió a sacar a su rebaño a pastar por los prados cerca del pueblo. Seguía pensando que había gastado una buena broma los días anteriores y estaba distraído en sus pensamientos cuando de pronto, notó a sus ovejas muy nerviosas. Se giró y vio al lobo allí muy cerca, corriendo hacia ellos. Sin dudarlo un momento comenzó a gritar: -“¡Socorro, el lobo! ¡Viene el lobo! ¡Ayudad a mis ovejas! ¡Auxilio!”. Pedro gritaba una y otra vez, pero los aldeanos no parecían escucharlo. Todos pensaban que era otra broma de Pedro y no tenían intención de caer de nuevo en la trampa, como el día anterior. Haciendo oídos sordos ante los gritos de auxilio del pastor, siguieron con sus actividades sin asomarse si quiera. Pedro estaba desesperado, no entendía porqué los campesinos no acudían a ayudarle, seguía gritando: -“¡Socorro, el lobo! ¡Viene el lobo! ¡Se está comiendo a mis ovejas! ¡Auxilio!” Pero ya era muy tarde para convencer a los aldeanos de que esta vez era verdad. Pedro tuvo que ver cómo el lobo devoraba una tras otra sus ovejas, hasta quedar saciado. Volvió cabizbajo y triste al pueblo. Se había dado cuenta de las terribles consecuencias que habían traído sus bromas. Nadie le había creído cuando de verdad necesitaba ayuda. Valoró a sus vecinos y se prometió que nunca más volvería a gastar una bromo aquella. Aprendió la lección para siempre. Y colorín colorado, este cuento encantado se ha acabado.
07:55
18. El tesoro de Federico
Episodio en Cuentos encantados
Hoy os presentamos el tercer cuento sobre nuestro Paje encantado: Federico. ¿Os apetece escucharlo? Se trata de una aventura increíble que os va a fascinar. Desde que era muy pequeño al Paje Federico le encantaba leer. Siempre había estado rodeado de libros. Le encantaban los cuentos y las historias de aventuras. Una tarde estaba leyendo una apasionante historia de piratas en el libro mágico que le había regalado Melchor por su cumpleaños. El libro mágico tenía el enorme poder de contar cada vez una historia o un cuento diferente. Además, podría resolver cualquier duda o problema que el niño tuviese sólo con abrirlo y leer sus páginas. (...) Y COLORÍN COLORADO, ESTE CUENTO ENCANTADO SE HA ACABADO.
11:39
17. El gato con botas
Episodio en Cuentos encantados
En el episodio de hoy os contamos el cuento del intrépido y astuto Gato con Botas ¿Lo conocéis? Estamos seguras de que os encantará escuchar el cuento. Érase una vez un viejo molinero que tenía 3 hijos. A los 3 los quería muchísimo, pero era muy pobre y por eso cuando murió tan solo tenía para darles en herencia a sus hijos el molino, un burro y un gato. El reparto de los bienes se hizo según la voluntad del molinero, en riguroso orden de edad de sus hijos. Así, el molino correspondió al mayor de los 3, el burro al hijo del medio, y el gato al más pequeño. El hijo pequeño pensó que había sido el peor parado. Sus hermanos podrían trabajar y aprovechar sus fuerzas para acumular algo de riqueza, algo que el padre, aunque muy bueno, no había podido lograr porque era muy testarudo. En cambio él, con un simple gato, nada podría hacer para ganarse la vida. Pero el gato no era un gato normal: era fuerte, muy astuto y ¡podía hablar! -Amo, no te lamentes, hazme unas botas nuevas, dame un saco y te haré rico! Sorprendido, el muchacho le buscó al gato lo que este pedía. Siempre había sabido que el gato era muy astuto por su comportamiento extraño en comparación con otros animales, pero nunca había imaginado que pudiese hablar, y mucho menos organizar un plan para sacarlo de su pobreza. Así, el gato con sus botas nuevas y un saco, salió de caza y muy pronto capturó un conejo. Contento por su triunfo, el gato con botas recogió el saco y fue al palacio real, donde pidió hablar con el rey para entregarle un presente de su amo. Los guardias lo dejaron entrar y, ya frente al monarca, el gato exclamó: -Su Majestad, permítame entregarle este obsequio de mi amo el Marqués de Carabás. El rey nunca había oído hablar de aquel Marqués, pero los conejos tenían tan buena carne, que enseguida pensó que se trataba de un muy buen cazador y encantado, aceptó el regalo. -Gracias por este regalo, gato –dijo el rey-. Asegúrate que tu amo reciba mi gratitud y dile que es bienvenido en nuestra corte. El gato estaba como loco de contento y rápidamente fue a contarle a su dueño lo sucedido. Al día siguiente, el gato repitió su operación. Esa vez, fueron dos perdices y a cambio recibió una propina del rey, que vino muy bien al joven que no se podía su suerte con aquel gato. El tiempo fue pasando y durante meses el gato llevó todo tipo de festines al rey, que siempre le daba algo a cambio y le manifestaba su interés por conocer al Marqués de Carabás que tantos detalles tenía con él. Un buen día, el rey salió en su carruaje junto a su hija, la bella princesa Anette, a dar un paseo por la ribera del río. Cuando se enteró, el gato le dijo a su amo: -Confía en mí, báñate en este río, no respondas aunque te pregunten y serás rico. El joven hizo lo que le pidió el gato sin entender nada. En definitiva, llevaba ya varios meses viviendo del dinero que le llevaba cada día. Cuando el carruaje pasó por las cercanías del sitio exacto en el que el joven se bañaba, el gato comenzó a gritar: -socorro! Socorro! Unos ladrones han asaltado a mi amo y se han llevado su ropa. No puede salir del río. El Rey, que lo escuchó mandó parar su carruaje. Había reconocido al gato y preocupado por la suerte del noble Marqués de Carabás, le pidió al gato que le contase la historia con todos los detalles. Así lo hizo el gato y de este modo se ganó la confianza del monarca, que ordenó dar ropas lujosas al Marqués, para que pudiera salir del agua. Y así, aceptó la invitación del rey a acompañarlo a él y su hija en el carruaje, durante el resto del paseo. … Mientras tanto, el gato con botas se dirigió rápidamente hacia el castillo de un enorme ogro que vivía en unas tierras cercanas. -Querido ogro -dicen por ahí que eres capaz de transformarte en cualquier animal, es cierto? El ogro, que era muy engreído respondió: -Por supuesto que es cierto. Y en ese momento se transformó en un fiero león. -Ohhh! -Exclamó el gato con iración. -Es cierto que también puedes convertirte en un pequeño animal, como un ratón? -Claro que sí! -Vociferó molesto el ogro. No le gustaba que dudaran de él. Acto seguido se convirtió en un pequeño roedor. El gato, se abalanzó sobre el pequeño animal y lo devoró en un santiamén. De este modo, el astuto gato se hizo dueño y señor del Castillo del ogro, que había desaparecido para siempre. Acto seguido empezó a preparar todo pues sabía que la carroza del rey estaba a punto de cruzar por esas tierras. Cuando el Rey pasó cerca del Castillo, oyó la voz del gato que decía en voz muy alta: -Querida majestad, bella princesa, ¡Sed bienvenidos al castillo de mi amo, el Marqués de Carabás! Pueden disponer de sus terrenos como gusten para descansar y volver cada vez que les apetezca. El Rey, abrumado por tanta riqueza al momento supo que el Marqués de Carabás era el hombre perfecto para casarse con la bella princesa y sucederlo en el trono. Y exactamente así fue cómo el joven humilde vivió feliz para siempre con su bella esposa y se convirtió en príncipe, estaba tan contento de que su padre le hubiera dejado en herencia un gato! Y colorín colorado, este cuento encantado se ha acabado.
09:38
16. Manuela y el Ratoncito Pérez
Episodio en Cuentos encantados
Hoy os traemos una nueva aventura del Ratoncito Pérez. Un bonito y emocionante cuento creado por nosotras y que por tanto no conocéis. Esperamos que os encante!! Manuela tenía 6 años. A la mayoría de sus amigas de clase ya se les habían caído varios dientes. Y a todas ellas, el ratoncito Pérez les había dejado un regalo bajo la almohada. Manuela estaba deseando que se le cayera un diente a ella también pero por más que se tocaba todos los días los dientes, ninguno se le movía. (...) Y colorín colorado, este cuento encantado se ha acabado.
14:52
15. la ratita presumida
Episodio en Cuentos encantados
Hoy os traemos un bonito cuento tradicional que seguramente todos conocéis pero que os encantará escuchar de nuevo. Aquí os traemos la Ratita Presumida! Había una vez, en un precioso y diminuto pueblo, una bonita casa rosa donde vivía una ratita. A la ratita le encantaba cuidar de su casita y tenerla muy limpia. Cada mañana después de limpiar la casa por dentro salía a limpiar su portal. Barría y barría la entrada de la casa mientras canturreaba contenta. Pero además de hacendosa, la ratita era muy presumida. Una mañana, cuando estaba barriendo y cantando, vio algo que brillaba en el suelo y se agachó para saber qué era. ¡Llena de alegría, recogió una moneda!, y dijo: -¡Que suerte! Con esta moneda redonda y dorada, ¿qué podría comprar? ¿Tal vez caramelos de menta o de fresa? Y ella misma contestó: -Ni hablar. ¡Mis dientes se estropearían! Y siguió pensando: -¿Acaso un traje de fina seda? Pero se contradijo otra vez: -Ni hablar. ¡Tendré mucho que planchar! Por fin se decidió: -Ya sé, ya sé, un lacito rojo, es lo que compraré. Se fue corriendo a la tienda y compró un hermoso lazo de terciopelo rojo, que se puso en la colita. Por la tarde, la ratita salió y se sentó ante el portal de su casa, para lucir su nuevo lazo y presumir ante todo el que pasara. El primero que pasó fue un burro que, al verla tan elegante, exclamó: -Ay, ratita, mira que paso por aquí cada día, pero nunca me había dado cuenta de ¡lo rebonita que eres! Al oír sus palabras, la ratita presumida se ruborizó y dijo: -Oh, señor Burro, eres muy galante, muchísimas gracias. Pensando si le haría caso, el burro soltó un suspiro: -¿Te casarías conmigo? Pero antes de contestar, ella a su vez, preguntó: -Y por la noche ¿qué ruido harás? El burro rebuzno con voz de tenor: Hiah, hiah, ho, hiah, hiah, ho. -Ni hablar. Con tanto ruido me despertarás. Contigo no me he de casar. El burro se marchó, ofendido por sus palabras. Poco después pasó un gallo que, al verla tan guapa, se entusiasmó: -Ay, ratita, tanto tiempo hace que te veo en el portal, pero hasta ahora no había caído en lo rebonita que eres. -Oh, qué amable eres, amigo gallo, muchísimas gracias. El gallo pensó que las tenía todas consigo y aleteó: -¿Te casarías conmigo? Pero antes de responder, ella a su vez, preguntó: -Y por la noche ¿qué ruido harás? Y el gallo cantó con fina voz: Qui qui ri quí. Qui qui ri quí. -Ni hablar. Con tanto ruido me asustarás. Contigo no me he de casar. Y el gallo se alejó, dolido por sus palabras. Frente a la casa de la ratita presumida vivía un ratoncito, que llevaba mucho tiempo enamorado de ella en silencio. Se dedicaba a irarla desde su ventana pero no se atrevía a confesarle su amor. Sin embargo, aquel día, viendo que a la ratita presumida la rondaban varios pretendientes, decidió presentarse. Se acercó a ella y la saludó. -Hola vecinita, ¿cómo estás hoy? La ratita, sin hacerle mucho caso, le contestó: -Ah, eres tú, estoy muy bien, gracias. Pero Ratoncito insistió: -Siempre que te veo, todos los días, estás preciosa. Pero ¡hoy lo estás aún más! Y muy seria, ella lo despidió: -Te lo agradezco, pero tendrás que disculparme porque estoy muy ocupada y no puedo seguir charlando contigo. El pobre Ratoncito volvió a su casa abatido y tuvo que conformarse con seguir mirándola desde su ventana. Al cabo de un rato pasó por allí un precioso y astuto gato de angora con un bonito cascabel de plata en el cuello. El gato se detuvo y dijo maliciosamente: -Muy buenas tardes, hermosa Ratita, siempre que paso por aquí y te veo, pienso una cosa y hoy te la voy a decir: ¡eres la muchacha más rebonita del barrio! ¿Lo sabías? -Oh, ¡qué cosas dices, Don Gato, eres todo un caballero, no merezco tus elogios, muchísimas gracias! El gato, envalentonado, pensó: Estoy de suerte, creo que le gusto, y se apresuró a proponer: -¿Quieres casarte conmigo? -Tal vez -dijo Ratita complacida -pero antes tengo que hacerte una pregunta. Por la noche ¿que ruido harás? El gato comprendió que, si contestaba lo que la ratita esperaba oír, tenía todas las de ganar, y con su voz más suave maulló dulcemente: Miauu, miauu, michi, michi, michi, miau... -Oh, sí -aplaudió la ratita-. ¡Contigo me puedo casar, pues con ese delicado maullido me arrullarás! La ratita decidió invitar al precioso gato a entrar a su casa a merendar y poder así hablar de los preparativos de la boda. La ratita invitó al gato a sentarse en el sillón frente al fuego de la chimenea mientras ella iba a preparar algo para merendar. Mientras ella estaba preparando unos deliciosos sandwiches, el gato se acercó sigilosamente a la cocina. Entonces, mostrándole sus fieros colmillos y sus verdaderas intenciones, el gato le dijo: -¡Ja, ja, ja, mi inocente ratita, hazte a la idea de que vas a ser tú la comida! La ratita presumida empezó a temblar, estaba muerta de miedo… De repente apareció su vecino Ratoncito, que, como no se fiaba un pelo, había estado observando desde la ventana. Ratoncito cogió del fuego de la chimenea una rama con fuego y se la pasó al gato por la punta de la cola y el muy traidor huyó aullando de dolor. En ese momento, el ratoncito dijo con ternura: -Ratita, Ratita, mi ingenua y presumida Ratita, bien sabes que eres la más bonita. Y luego, muy nervioso, con un hilo de voz, pidió: -¡Cásate conmigo! Y aunque Ratita ya estaba decidida, igualmente preguntó: -Y por la noche, ¿qué ruido harás? -Dormir y callar -le respondió él. Entonces la ratita presumida consintió: -Oh, sí, ¡contigo me he de casar! Ratoncito y Ratita se casaron enseguida y vivieron muy felices en su rosada casita. Y colorín colorado este cuento encantado se ha acabado.
09:26
14. La nueva vida de Nico
Episodio en Cuentos encantados
Para el capítulo de hoy os hemos preparado un cuento apasionante creado por nosotras mismas. Se trata de la emocionante historia de un niño llamado Nico. Nos os la perdáis porque os va a encantar. Nico era un niño muy sociable, tenía muchos amigos y le encantaba su colegio. Faltaba un mes para su cumpleaños y ya tenía en su cabeza una lista con todos los niños que invitaría y sus actividades favoritas. Este año cumplía 8 años. Por eso nada hacía presagiar lo que iba a ocurrir ese día al llegar a casa. Como cada tarde, su mamá recogía a Nico, a Isabel y a Lucía en el colegio. Nico era el hermano mayor y sus hermanas lo imitaban en todo lo que hacía. -Vamos niños, he preparado una merienda especial y papá tiene algo importante que contaros -Dijo Inés, la mamá de Nico. A Nico le pareció que su mamá estaba un poco más seria de lo normal pero sólo podía pensar en que había tortitas de chocolate en casa, así que no preguntó. Cuando llegaron a casa, Alberto, su papá les esperaba en la puerta. Olía de maravilla. Los niños dejaron sus mochilas, se lavaron las manos y corrieron a la cocina. Alberto carraspeó: -ejemm niños, como bien sabéis yo soy ingeniero y llevo meses preparando un proyecto muy importante… -¿Qué es “ingieneiro”, papá? -Preguntó Lucía con la boca llena. -Es mi trabajo cariño, me dedico a diseñar y construir aeronaves, pistas de aterrizaje… y este año teníamos un encargo muy grande y finalmente se ha aprobado y tengo que construir un avión en Houston, ni más ni menos. Veréis, sois pequeños para entender ciertas cosas, pero lo importante es que vuestra madre y yo hemos decidido que no nos separaremos, nos vamos los 5 a vivir a Norteamérica los próximos 3 años. Os vendrá muy bien aprender inglés y estaremos juntos, como siempre. (...) Y colorín colorado, este cuento encantado se ha acabado.
12:24
13. Los músicos de Bremen
Episodio en Cuentos encantados
Para el episodio de hoy hemos elegido un divertido cuento de los hermanos Grimm que cuenta la aventura de 4 animales: Un burro, un perro, un gato y un gallo. Os va a encantar! Érase una vez un viejo campesino que tenía un asno. Durante muchos años el asno le había servido para llevar los sacos de trigo al molino, pero ya estaba cada vez mayor e inservible y el campesino pensó en deshacerse de él. El asno era listo, se imaginaba lo que iba a suceder y no se lo pensó dos veces. En el fondo siempre había querido ser músico, no ahbía podido llevar la vida que le hubiera gustado pero ahora que se hacía mayor sabía que lo tenía que intentar. Tocaba desde niño el laúd y decidió escapar de aquel campesino y probar suerte… Iría a Bremen. Por el camino se encontró con un perro cazador que agotado, respiraba con dificultad. -Estás bien amigo? -Le preguntó. -Sí, gracias. Estoy huyendo de mi amo, quiere matarme porque soy viejo y ya no le sirvo para sus cacerías. ??- ¿Por qué no te vienes conmigo? Voy camino de Bremen, a buscar suerte como músico. Juntos podríamos formar una banda… tu podrías tocar los timbales. ¿Qué me dices???Y así, el asno convenció al perro y juntos continuaron su camino hacia Bremen. Al rato, se encontraron con un gato gris con mala cara.??- ¿Qué te pasa minino? - preguntó el asno ?- Que no tengo adónde ir. -Lloró el gatito. -Mi ama ha tratado de ahogarme porque estoy viejo y me paso el día tumbado junto al fuego. ?- ¿Y por qué no te vienes con nosotros? Vamos a Bremen, a formar una banda de música. -Le respondieron al unísono el asno y el perro.??El gato dijo que no sabía mucho de música, pero como no se le ocurría nada mejor aceptó y se unió a ellos. Un rato después, los tres amigos se encontraron con un gallo, que chillaba desesperado.??- ¿Por qué gritas gallo? – preguntó el asno. ?- Porque mi ama va a echarme a la cazuela esta noche. Por eso grito mientras estoy vivo. ?- Ohh, no malgastes tu tiempo y vente con nosotros. Vamos a Bremen y tienes buena voz así que eres perfecto para nuestra banda de música. ??Continuaron caminando los cuatro animales toda la tarde y gran parte de la noche, pero Bremen estaba muy lejos, no podrían llegar tan rápido. De pronto, vieron luz en una casa al otro lado del bosque y decidieron acercarse. Se dieron cuenta de que un grupo de ladrones estaban a punto de darse un gran festín de comida y con el hambre que tenían decidieron que tenían que hacer algo para echar de la casa a aquellos ladrones. ??El asno se colocó bajo la ventana, el perro se subió encima de su lomo, el gato encima del perro y el gallo encima de la cabeza del gato. Así, unos encima de otros, empezaron a rebuznar, ladrar, maullar y cantar con toda su alma. Rompieron incluso la ventana y armaron tal estruendo que los ladrones huyeron despavoridos creyendo que se trataba de un fantasma. ??Los 4 animales cenaron hasta que ya no pudieron comer más y se echaron a dormir. El asno eligió un montón de paja del viejo establo, el perro se fue detrás de la puerta, el gato prefirió las cenizas del hogar y el gallo se colocó en lo alto de una viga.??En mitad de la noche uno de los ladrones, viendo a lo lejos que la casa parecía en calma se armó de valor suficiente y decidió volver.??Pero cuando llegó la casa estaba a oscuras, como no veía nada, confundió los ojos del gato con las brasas del hogar, acercó una cerilla y el gato le arañó la cara, fue corriendo hacia la puerta y se llevó un mordisco del viejo perro en el culo, salió corriendo fuera de la casa, pisó la paja y el asno le dio una coz y justo en ese momento el gallo empezó a cantar desde la viga ¡¡Kirikíi!!Kikirikiii!!??El ladrón, aterrorizado, corrió todo lo rápido que pudieron sus pies y cuando llegó a la zona del bosque donde le esperaban los demás ladrones exclamó: ?- ¡En la casa hay una vieja con la uñas muy largas que me ha arañado la cara, detrás de la puerta un hombre pequeño con un cuchillo que me lo ha clavado en la pierna, y fuera un monstruo peludo y gris que me ha golpeado con un terrible mazo!! Y encima del tejado un ser horrible que gritaba ¡Que venga el ladrón a mí! ¡que venga el ladrón a mí!??Tras escuchar su relato, los ladrones decidieron huir muy lejos y nunca volver a aquel horrible lugar. Se lo contaron a todo el mundo de la zona y desde entonces, nadie ha vuelto a molestarles. Los 4 amigos nunca fueron a Bremen y se quedaron felices a vivir allí. Y colorín colorado, este cuento encantado se ha acabado.
07:53
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