¿Pudo el Sol nacer en M67? Durante años, hubo una sospecha hermosa: que el Sol, esa estrella tan particular en medio de miles de millones, pudiera haber nacido en el antiguo cúmulo abierto M67. Un conjunto de estrellas con una edad y composición química tan similares a las nuestras, que parecía casi un espejo estelar. M67 es un cúmulo viejo, con la misma metalicidad que el Sol. Brilla como una cápsula del tiempo, una reliquia de la infancia galáctica. ¿Y si alguna vez fuimos parte de esa familia estelar? ¿Y si nuestras raíces estuvieran allí? Para responder, miramos hacia atrás. No con telescopios, sino con la matemática del movimiento: calculamos trayectorias, simulamos millones de posibilidades, reconstruimos el pasado galáctico como si fuera una película proyectada hacia atrás. Utilizando los datos más precisos sobre el movimiento de M67 y del Sol, y modelando la Vía Láctea con todo su esplendor —una galaxia viva, con barra central y brazos espirales tridimensionales que se agitan como un mar de estrellas— realizamos simulaciones Monte Carlo: millones de intentos para encontrar un momento, hace miles de millones de años, en que el Sol y M67 estuvieran lo suficientemente cerca. Y sí, hubo encuentros. Pero en todos ellos, la velocidad relativa era demasiado alta: más de 20 km por segundo. Una expulsión así, si hubiera ocurrido, habría desgarrado cualquier disco de gas que rodeara al joven Sol. Los planetas, si ya estaban allí, habrían sido barridos. No estaríamos aquí para contarlo. También exploramos otros escenarios. ¿Y si un encuentro con una nube molecular gigante separó al Sol del cúmulo? Las probabilidades eran ínfimas: menos de una en diez millones. Incluso la posibilidad de que el Sol y M67 nacieran de la misma nube primordial fue descartada. Las órbitas simplemente no coinciden. El veredicto es claro, aunque melancólico: el Sol no nació en M67. Nuestro sistema solar no es hijo pródigo de ese cúmulo tan parecido. Es un huérfano cósmico. O quizá, simplemente, un viajero solitario. Y sin embargo, en esa búsqueda fallida, hemos aprendido algo profundo: Que las estrellas dejan huellas. Que la dinámica celeste puede contarnos historias olvidadas. Y que, a veces, conocer nuestras raíces es mirar con nuevos ojos hacia el vacío estrellado. Porque incluso cuando la respuesta es “no”, el universo nos ofrece una historia que vale la pena contar. https://bajolasestrellas-astrofotografia.blogspot.com/2025/05/y-si-el-sol-nacio-en-m67.html